El arranque del año es, para bien o para mal, una predicción (se trata del momento en que recomponen las carteras) y, esta vez también, para todo el 2016. Y el sentimiento es que igual no será el peor, pero, ¡Señor, cuánto nos gustaría otra cosa! Hay tanto nubarrón en las bolsas como falta de lluvia en Catalunya, paradoja de estos días que sufren en Tokio y los fans de los almendros. No hay un futuro asegurado, esto es, no hay futuro.

Todo viene de China, segunda economía del mundo, con el 11% del PIB mundial, y reina en el mercado de materias primas. China es la ambición en el mundo. Quiere su Gobierno hacer de Pekín el mega Gran Pekín. La capital del mundo del futuro, que se llamaría Jin Jin Ling, con 130 millones de habitantes, más del doble de Francia. Pero ese porvenir hoy se desdibuja como el capitalismo popular que, a través de la Bolsa de Shanghai, el Gobierno chino ha tratado de vender a los suyos. Para la ortodoxia del Partido, la economía de mercado permitiría pasar de una economía centralizada y basada en la industria pública y la exportación, a otra de servicios y de consumo. ¡Si fuese así!

El gran analista Erian, hablando de experiencias similares, relacionaba este proyecto de salto histórico con el intento americano de propiciar la compra de una casa propia (aunque no tuvieras dinero) antes del 2008, gracias al crédito.

La encuesta ZEW entre inversores alemanes detecta dudas luteranas serias sobre qué nos espera en los próximos seis meses
Joan Hortalà, presidente de la Bolsa de Barcelona, comentaba hace días que la fórmula de crédito barato ya no funciona. "La política monetaria como instrumento para la reactivación económica ha llegado a su límite. Habrá que ver qué soluciones se presentan ante una situación en la que se da una falta de sincronización entre la economía real, que va bien, y la financiera". Soluciones sobre las que el mercado duda, como ayer se percibió en la encuesta de BoA Merrill Lynch, que mostró que los inversores globales no están en el punto de max bearish, o bajista radical, pero que no les vacilen. Quizá son más optimistas para Europa, pero la encuesta ZEW entre inversores alemanes detecta dudas luteranas serias sobre qué nos espera en los próximos seis meses, con refugiados, crisis en la UE, etc.

Hay más, mucho más, pero por lo breve ateniéndonos, con el petróleo se constata igualmente que el precio va a bajar, ya que el mercado va estar sometido a "presiones enormes", según la AIE. Hay un millón de barriles diarios de sobreoferta.

Lo que se ve con el petróleo y otras materias primas es que siguen sometidas, como ocurre con el dinero barato, a las aleas de las fases de auge y caída, que se mantienen creando olas de altura que cuesta siempre medir.

En resumen, el mundo sigue siendo un purgatorio, en cualquier fase del año. Aunque haya sol y no llueva. Todo para decir que el Ibex bajó casi un 3,20%.