Oriol Junqueras está en una posición inmejorable para convertirse en español del año de aquí a un tiempo. Basta que invista a Pedro Sánchez y que se mentalice con pasar una buena temporada en la prisión. El líder de ERC solo puede hacer de Pujol o de Tarradellas desde Lledoners. Cualquier otra opción abriría la caja de los truenos en España.

Junqueras solo tiene futuro en la política española como títere o como trofeo del enemigo, pero los diarios lo animan igualmente a malgastar su última carta. El Estado necesita investir a Pedro Sánchez y presiona para que ERC ceda sus votos a la baja. Los articulistas parecen estas aves nocturnas que a última hora de la madrugada hacen promesas a la chica aparentmente más necesitada para arrancarle la virtud en el rincón más oscuro de la calle.

Junqueras no es tonto y conoce el pan que se da y juega la partida con el mismo cinismo que Madrid. Si fuera algo más creyente, y un poco menos jesuítico, el 1 de octubre habría arrastrado a los convergentes, a los podemitas y a los de la CUP al choque frontal con España. La estrategia del líder de ERC es dejar que las contradicciones vayan desangrando el orden constituido y mirar de salir vivo como un Moisés entre las llamas.

Sánchez no puede pactar con el PP sin radicalizar a VOX y volver a dar alas a Ciudadanos y a Podemos, cosa que ni la monarquía ni el Bernabéu desean de ninguna manera. La justicia europea ha dado a ERC una carta inmejorable. Ahora a los republicanos les basta con exigir que se acabe la represión para volver a empujar el país hacia la independencia. 

Junqueras puede elegir entre hacer de Pujol desde la prisión o pedir su libertad y poner en evidencia de forma cada vez más hiriente que, sin políticos en la prisión, no es possible mantener la unidad de España. Iceta amenaza al líder de ERC asegurando que el próximo presidente de la Generalitat será republicano o socialista, según si pacta o no con el PSOE. Pero Junqueras sabe que en Catalunya todavía manda la sociovergencia, como se vio con el pacto en la diputación de Barcelona. 

Ahora a los republicanos les basta con exigir que se acabe la represión para volver a empujar el país hacia la independenci

La momia de Pujol todavía se mueve y la única posibilidad que ERC tiene de ganar las elecciones a la Generalitat es presionar al Estado con una herramienta más creíble que el voluntarismo de Quim Torra. Los diarios de Barcelona confían que ERC y el PSOE acabarán juntos la Navidades, pero yo veo cada día más probable unas terceras elecciones. ERC tiene mucho más a ganar que no a perder dejando caer a Sánchez.  

La sentencia de los tribunales europeos ha dado a la prisión de Junqueras un valor político que hasta ahora no tenía. A diferencia de Tarradellas o Pujol, Junqueras no tiene un interés genuino en preservar la gobernabilidad de España. Además, si premia a sus carceleros irá perdiendo la legitimidad que le ha dado la sentencia europea, sobre todo cuando los socialistas le pongan los cuernos con el PP para votar los presupuestos o algunas leyes represoras.

El PSOE quiere pactar con ERC porque el Estado necesita demostrar a Europa que el conflicto con Cataluñya es entre partidos y no entre naciones. Solo desde este marco de rendición se puede entender bien porque Marc Álvaro desentierra el exilio republicano para defender el pacto en un diario como La Vanguardia. Junqueras se ha dejado querer y el sistema se encuentra en aquel punto de enervamiento en el cual algunos chicos dirían lo que fuera para bajarle las bragas a la chica. 

El líder de ERC siempre espera hasta la última hora para decidir y gracias a esto ahora puede continuar explotando el discurso del mártir sin necesidad de investir a Sánchez. Si apoya los socialistas llevará la semilla de la destrucción todavía más al coro del sistema, pero perderá el control de los acontecimientos. El millón de partidarios de la vía unilateral, que son los votantes que mantuvieron la hegemonía de Pujol, quedarán fuera de su alcance.