"Hablando en privado, estos funcionarios eran personas capaces, cultas y reflexivas. Solo en público adquirían sus voces ese tono de cacareo y ellos ese comportamiento de gallos" 
Bernard von Brentano

Antes siquiera de saber si el día 3 de mayo les van a dar la razón, los jueces y fiscales conservadores han anunciado su intención de ir a la huelga indefinida para conseguir que les suban el sueldo. Al fin se caen todas las caretas: ni para mejorar la Justicia, ni el servicio público, ni para exigir convocatoria de más plazas, ni para conseguir medios informáticos, ni para sanear y mejorar los edificios, ni para aligerar los procedimientos (todo ello urgente y necesario)... Para que les suban el sueldo.

Huelga y además indefinida y encima en campaña electoral. Se deslizan así del todo por el tobogán que les convierte en meros funcionarios de alta calificación. Hasta la más conservadora de las asociaciones, la que siempre defendió al juez como la encarnación de un poder del Estado, se muestra ahora la más dispuesta a ir a una huelga total y sin final previsto; como un currante de toda la vida, con sus sindicatos, su patronal y su derecho a la huelga. No es tan sencillo. ¿Quién les va a marcar los servicios mínimos? ¿Pueden abandonar todos a la vez su trabajo? ¿Ellos deciden qué cubren y que no? ¿Pueden alterar las elecciones no constituyendo las juntas electorales?

Los jueces aceptan ser unos currelas estrictamente cuando les conviene, como les conviene y donde les conviene

En realidad, como casi en todo, los jueces aceptan ser unos currelas estrictamente cuando les conviene, como les conviene y donde les conviene. Ponen sus propias condiciones y, por supuesto, con la única amenaza legal del juicio que ellos mismos se harían. Los jueces no tienen libertad sindical -les está expresamente vedada-, y será por algo, pero nos dicen que sí tienen derecho a la huelga. ¡Cómo no, si ellos tienen derecho a todo!

Si el próximo día 16 de mayo, en plena campaña electoral, van efectivamente a una huelga indefinida, ¿quién va a señalar los servicios mínimos? Porque un servicio público esencial tiene que tener servicios mínimos. En la huelga de 2012, la Comisión Permanente del CGPJ se negó taxativamente a hacerlo: "en la actualidad ni la Ley Orgánica del Poder Judicial, ni ninguna otra norma vigente atribuye a los órganos del CGPJ la competencia para establecer servicios mínimos ni ofrece soporte alguno para definir su contenido ni, en definitiva, su adopción". No deja de ser curioso que se le olvidara durante toda la democracia al legislador hablar del derecho de huelga de los jueces y de la forma de regularlo. Un olvido tonto hemos de suponer o, como es lógico pensar, la constatación de que nunca se les pasó por la cabeza, que a los integrantes de un poder del Estado se les ocurriera comportarse así.

Servicios mínimos tendrá que haber porque un servicio público esencial no puede colapsar. Es más, el Código Penal contempla expresamente que las autoridades y funcionarios públicos no puedan abandonar colectivamente el servicio. ¿Entonces? No lo vamos a abandonar, les dirán, vamos a hacer lo inaplazable y lo que puede afectar a derechos fundamentales. Como ellos lo valen, ellos mismos se lo guisan y se lo comen. Ellos deciden qué es servicio mínimo y que no. ¿O van a dejar que se los imponga el Ministerio de Justicia? Eso sería el resbalón total. Si Justicia les paga y les manda, ¿que pinta el CGPJ y para qué existe? No, los servicios mínimos los decide cada uno de ellos porque nadie está habilitado para imponerle a un juez que actos lleva a cabo y cuáles no. En la huelga anterior, una de las asociaciones llegó a proponer en una reunión no acudir a las juntas electorales. No cuajó, pero, según cuentan, más que nada para no perder la pastuqui extra.

Esta proletarización inaudita de la carrera judicial tiene, curiosamente, a los conservadores a la cabeza. Dicen las malas lenguas que la presidenta y el presidente de las dos asociaciones mayoritarias quieren hacer méritos para que Feijóo los haga ministros. Y si son currelas cualificados, ¿por qué no puede criticarles el gobierno o los miembros del Parlamento? Ah, que entonces son poder del Estado. Y si son currelas, ¿por qué tienen un gobierno propio y, sobre todo, por qué quieren elegirlo ellos mismos? No he visto a los trabajadores aún elegir a los Consejos de Administración. Ah, que es que en ese caso encarnan un poder independiente. Y si son currelas y sus asociaciones van a negociar con la patronal gubernativa, ¿entonces son sindicatos? Ah, no que eso lo tienen prohibido.

Es el colmo de la jeta. Ser una cosa y la otra según convenga y cuando tú decidas. ¡Quién le iba a decir esto a los jueces a principios de siglo! La proletarización va haciendo mella. Ahora se rigen no solo por la lógica obrera, sino por la de hacer el mayor daño posible, tal y como quedó claro en los argumentos que dieron para iniciar tan inaudita huelga en plena campaña oficial para unas elecciones. "Mejor que mejor -dicen- así presionamos más". ¡Qué vergüenza no sentirían los jueces de hace unas décadas oyendo cosas así!

Más dura será la caída. Si eres un mero trabajador cualificado, nadie va a entender por qué no puedes perder tu puesto de trabajo por inútil o por vago o por los errores cometidos. Inamovilidad dirán. No se entenderá tampoco por qué pueden coger todas las puertas giratorias del mundo -empresas privadas, cargos, ministerios- y volver después a su cómodo y seguro trabajito en la Administración. No entenderá la sociedad por qué pueden incluso irse a emprender y montar su propio despacho o negocio por si se forran y luego, si les va mal, volver de nuevo a ese puesto más perpetuo que el papado. Eso es común a otros cuerpos superiores de la Administración y, la verdad, en vez de hacer tantas leyes absurdas, sería deseable legislar sobre estos privilegios anómalos.

No deja de ser insultante para el resto de trabajadores este afán de querer equipararse solo para un derecho que emana precisamente de las características del trabajo dependiente ante un empresario al que están supeditados. Miren a los fiscales, pidiendo independencia y llevar la instrucción, y luego yéndose juntitos los de la asociación conservadora a cenar con Feijoo. Es terrible para otros operadores jurídicos, como los abogados, que estando muchas veces en condiciones mucho más precarias y complicadas no pueden ir a la huelga porque ellos no se lo permiten a riesgo de perjudicar gravemente al justiciable. Ni parir dejan a veces a las abogadas, que han sido citadas a juicio por los jueces sin ningún tipo de consideración por su estado.

Estos son nuestros jueces, currelas unos días y poder del Estado, otros. Porque ellos lo valen. Porque lo quieren todo.