Los Reyes Magos llegan este año con la ilusión de siempre, pero con menos regalos que ofrecer especialmente en lo que a la economía se refiere. El crecimiento será desigual entre unas zonas y otras, sin ser catastrófico, pero seguramente más débil al vivir una etapa bastante más incierta. Según el FMI, la reactivación de la economía global ha tocado techo.

En 2019 el frenazo llegará al mundo industrializado, que pasa de tener una previsión de crecimiento del 2,4% en 2018 al 2,1% en el nuevo año. La clave sería, según el FMI, el agotamiento del estímulo fiscal aprobado hace dos años en EE.UU.

Lo paradójico será que la economía norteamericana crecerá en el próximo ejercicio y el que viene a un ritmo del 3%, según el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin; estimación que corrobora El Erian, asesor principal de Allianz y reputado experto.

Para El Erian, la expansión norteamericana, como muchos advierten, ha sido quizá muy larga, pero, indica, "ha sido muy lenta". En su opinión, la confrontación chino-americana "no ha llegado a convertirse en una guerra comercial" —solo atribuye el 25% de probabilidades a que ocurra—. El optimismo del experto se basa en su visión de que la economía norteamericana ha alcanzado un nivel de crecimiento secular, que le permite mantener una elevada actividad permanente frente a las cambiantes variaciones que conlleva el crecimiento cíclico o coyuntural.

En Europa, el presidente del BCE, Mario Draghi, se refirió en su última rueda de prensa a la situación de la zona euro indicando que produce “una preocupación creciente”. El BCE ha rebajado la previsión de crecimiento para 2019 hasta el 1,7%, frente al 1,8% anteriormente previsto, y hasta el 1,7% en 2020. La inflación quedará en el 1,6% a lo largo del próximo ejercicio, lo que permitirá mantener intocados los tipos de interés tras poner fin al programa de compra de activos. Lo bueno será que la demanda interna se mantendrá viva.

Más pesimista se ha mostrado el Bundesbank sobre la economía alemana, a la que solo le concede un avance del 1,5% y no del 2% como hasta ahora. Una de las grandes preocupaciones alemanas es la industria automovilística. 

En Asia, el FMI ha rebajado el crecimiento chino hasta el 6,2%, desde el 6,4% previo, lo que supondría la tasa de expansión más lenta del Imperio del Centro desde 1990, cuando el crecimiento cayó tras la violenta represión de la Plaza Tiananmen el año anterior. Y el FMI advierte que podría desacelerarse aún más si el conflicto comercial se profundiza, hasta llegar a un perder un punto porcentual completo en 2019.

Y, viniendo ya a terrenos más cercanos, el Banco de España (tras cuatro años de expansión, con los tres últimos por encima del 3%), ha recortado la previsión hasta el 2,2% para el 2019, frente al 2,5% en 2018. La ralentización se debería a la atenuación progresiva de los efectos expansivos de la política monetaria, mientras el consumo será menor que en los últimos años, indicó el banco emisor.

Aquí, la crisis política frenará el crecimiento de la economía catalana hasta el 2% desde el 2,4% en 2018, según las previsiones de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas), cuando en el País Vasco llegará al 2,7%.

El conjunto de estas previsiones podría sufrir alteraciones significativas (o beneficiarse de ellas) por las cambiantes situaciones políticas, como ha podido comprobarse en Francia, donde la revuelta de los Chalecos Amarillos ha elevado su déficit público para 2019 por encima del 3%, con lo que Francia incumple los compromisos con Europa. La evaluación de sus efectos sobre el crecimiento francés aún no ha podido hacerse porque todo está en el aire. Una característica muy propia de este año.