El dólar ha estado sometido a una tormenta casi perfecta. El billete verde ha sufrido el peor mes en casi una década. Goldman Sachs (la firma que tiene a uno de sus expertos —Steven Mnuchin— ocupando el cargo de secretario del Tesoro de EE.UU.) ha advertido que su "estatuto de moneda de reserva mundial está en riesgo". Un paradigma del capitalismo ha estado bajo las cuerdas por los golpes de la Covid-19. En este caso, el gran ganador ha sido el oro en julio, que ha recuperado así su estatuto de eterno valor de refugio.

Keynes, que calificó al precioso metal de "reliquia bárbara", no se lo creería si hubiera podido enterarse de que vuelve a entrar en el mercado. La onza de oro ha alcanzado esta semana el precio de 1.955 dólares, cuando su cotización habitual estos años era de 1.300 dólares. Hay distintas razones que se barajan para explicar su revalorización cercana al 30% desde comienzos de año, desde los efectos de la epidemia de coronavirus hasta las tensiones entre EE.UU. y China.

Pero su rally se debe sobre todo al debilitamiento del dólar a causa de los bajos tipos de interés aplicados por la Reserva Federal para sostener la economía y evitar la recesión. Sin embargo, este miércoles, Jerome Powell, presidente de la FED, haciendo caso omiso a las presiones bajistas de Trump, mantuvo intocado el precio del dinero cuando en los corros se hablaba previamente de un recorte de entre 25 y 50 puntos básicos. El tipo de interés se mantiene en un nivel de 0,25% positivo. "La recuperación vendrá con la solución de la crisis de la salud", afirmó el Comité Federal del Mercado Abierto (FOMC). Es decir, no de tipos más bajos que reducen los rendimientos reales de EE.UU. y alejan a los inversores. El dinero no es mágico.

Un paradigma del capitalismo ha estado bajo las cuerdas por los golpes de la Covid-19

Además, los problemas en que está envuelta la vida política en Washington y en el conjunto del país, como la revuelta racial, hacen muy difícil lograr consensos que permitan tirar hacia adelante. Los republicanos han presentado una propuesta de estímulo de un billón de dólares, que los demócratas estiman que no llega a la tercera parte de lo que se necesita. La falta de un acuerdo ha estado presionando a que la FED baje tipos que pueden crear más problemas que los que resuelven. Entre ellos, el experto El Erian ha enunciado: "La mala asignación de recursos, los excesos de deuda y la inestabilidad financiera, cuestiones todas ellas que podrían afectar al crecimiento".

Pero no sólo hay choques internos. Pekín quiere disputar una guerra de bolsas mundiales para debilitar a Wall Street. Y el hecho de que China parece que va a superar la pandemia antes que el resto ofrece un ventana de oportunidad a Xi Jinping. La Bolsa de Shanghai está en la proa de tentativa de rivalidad, con avances importantes, pero el yuan no le acompaña al ser una víctima de la ruptura de la relación entre EE.UU. y China. El yuan ha cotizado esta semana en torno a 7,0162 unidades por dólar, con un cierre promedio más bien a la baja.

Por su parte, el euro ha mejorado y se ha intercambiado en parte de esta semana a niveles cercanos a 1,1781 dólares, pero tras la decisión de la Reserva Federal ha retrocedido hasta 1,1718 $ el jueves. La divisa europea está entre dos aguas: el mercado está dividido sobre el resultado del acuerdo del 21 de julio del Fondo de Recuperación europea con 750.000 millones de euros de presupuesto. Para algunos supone que en adelante será posible la emisión de bonos soberanos paneuropeos, tan libres de riesgo como los bonos del Tesoro americano. Pero hay otras voces que señalan que en Bruselas no se definió una real estrategia de relanzamiento porque no se trata, en último término, de hacer de la UE un paraíso verde.

Viendo el panorama general, se hace casi inevitable recordar el comentario de John Connolly, secretario del Tesoro de EE.UU. en la era Nixon, quien dijo: "El dólar es nuestra moneda, pero es su problema". Es difícil decir dónde empieza uno y dónde siguen los demás.