No han sido ni el presidente Sergio Mattarella ni el BCE los encargados de hallar una salida a la tensión en el incandescente escenario político italiano, sino las bolsas y los traders de deuda. Y eso no ha ocurrido como de manera displicente auguró el comisario alemán, Günther Oettinger, según el cual "los mercados y unas oscuras perspectivas para el futuro enseñarán a los italianos a no votar partidos populistas en las próximas elecciones". Exactamente lo contrario es lo que ha sucedido.

Las últimas idas y venidas en la política italiana comenzaron el 27 de mayo, cuando Mattarella rechazó el nombramiento de Paolo Savona (un reputado experto en finanzas y exministro de Industria) como responsable de la cartera de Economía, rechazo que justificó alegando que lo hacía "para tutelar los ahorros de los ciudadanos". El profesor Savona es muy crítico con el euro por considerar que sirve fundamentalmente a los intereses de Alemania y encajona en márgenes muy estrechos al resto. Este análisis lo lleva a plantear una disyuntiva: o se va a la unidad política europea o se vuelve a las monedas nacionales, en su caso a la lira. 

En la primera opción se acerca a las posiciones de Macron, quien por supuesto rechaza la segunda. El presidente francés está saliendo debilitado de esta trifulca, porque, aun cuando al final Savona será ministro de Asuntos Exteriores de la UE y no de Economía, Berlín se mostrará muy reacia a poner más dinero en la Unión Europea cuando Italia, un país fundador del Mercado Común, ha estado a punto de amenazar con otro Brexit. 

Además, los italianos han juzgado en todo momento que el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga tienen derecho a formar gobierno tras ganar las elecciones.

Si salva esta crisis, la UE respirará, pero probablemente no evitará una guerra política y económica intraeuropea que será a muerte

Sergio Mattarella quiso cortar por lo sano y ofreció a Carlo Cottarelli, un ex alto ejecutivo del FMI, formar un Gobierno tecnocrático —que fue rechazado en todos los términos— para preparar unas nuevas elecciones. Y aquí entraron los mercados. El esquema oficiado por la Presidencia, en vez de aportar estabilidad como se suponía, provocó el martes la subida en flecha del tipo de interés de la deuda italiana hasta el 3,14% (cuando hace unos meses era negativo), mientras el tipo de la deuda alemana quedó fijado en el 0,27%. A su vez, las bolsas europeas capitularon y el Dow Jones se hundía por la mañana más de 450 puntos.

El-Erian, asesor principal de Allianz, dijo que la decisión de Mattarella, la primera de este tipo en la historia italiana, fue "un gran error político". Para este experto, "debería haber respetado el resultado de las elecciones y dar una oportunidad al nuevo Gobierno".

En los corros de bolsa y en las salas de negociación de deuda, la cosa era tan evidente como muy seria. Bajo el planteamiento oficial, las nuevas elecciones se iban a transformar en un referéndum sobre el euro en las peores condiciones posibles. Ante la negativa rotunda de los mercados, el "Italiaexit" se ha evitado al volver Giuseppe Conte como primer ministro, tras haberse visto obligado a renunciar el pasado domingo, mientras Giovanni Tria, un profesor de la Universidad Tor de Roma, de bajo, aunque crítico perfil, se presenta como ministro de Economía.

La Comisión Europea también ha puesto su granito de arena al proponer el mismo martes más dinero de la UE para Italia y otros miembros afectados por la crisis migratoria, al tiempo que, indicó, gastará menos en países como Polonia o Hungría, que fueron los primeros en rebelarse contra Bruselas y mostrarse más cercanos al modelo de la "América primero" de Trump, que es el que más crecimiento asegura.

Si salva esta crisis, la UE respirará, pero probablemente no evitará una guerra política y económica intraeuropea que será a muerte. No hay que olvidar nunca que Italia es el laboratorio donde se pone a prueba el futuro de Europa.