¿Quién está ganando la partida con la que la Covid-19 está desafiando al mundo? Con 20 millones de infecciones a cuestas se empiezan a hacer balances sobre qué definirá el día de mañana. Ya hay respuestas. Según Eric Schmidt, expresidente ejecutivo de Google y Alphabet, la ventaja que está obteniendo China con el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) hace que esté ya cerca de la hegemonía. ¿Pero es así?

Para Scmidt y Graham Allison (profesor de Harvard que ha planteado la confrontación por el liderazgo mundial entre Washington y Pekín a través de la metáfora de la trampa de Tucídides), "China no sólo está tratando de dominar la inteligencia artificial, está dominando la IA" .

"Con una población de 1.400 millones de habitantes, que ofrece un grupo de talentos sin igual, el mercado más grande del mundo y un volumen masivo de datos", China, dicen, "se ha convertido en la Arabia Saudita del producto más valioso del siglo XXI". Es decir, el petróleo del futuro, el recurso sobre el que en su origen las grandes compañías americanas asentaron su poder.

¿Qué diría sobre esta profecía un hombre que es el paradigma histórico del dominio de los secretos de la ciencia y la tecnología, como Albert Einstein?

La inteligencia artificial, que a través de programas de software se especializa en la creación de mecanismos que se asemejan a comportamientos inteligentes, incluidos los análisis predictivos, ya fue preanunciada en su día por el autor de la teoría de la relatividad. En 1950, Einstein se adelantaba indicando que "el gran objetivo de todas las ciencias es abarcar el número más grande de hechos empíricos a través de deducciones lógicas a partir del número más pequeño de hipótesis o axiomas". 

Y añadía un año después: "la mejora de las condiciones de todo el mundo no depende estrictamente del conocimiento científico sino del cumplimiento de las tradiciones y de los ideales humanos".

La inteligencia artificial muestra una capacidad de imaginar limitada para los que presuntamente la dominan

En un viaje en tren entre Barcelona y Madrid, el sabio judío pidió algo al periodista Andrés Révész con quien viajaba. "Le ruego a usted que rectifique las declaraciones que se me atribuyen. No soy un revolucionario, ni siquiera en el terreno científico. Soy un sincero demócrata que le interesa lo social y deseo la igualdad de derechos, pero no tengo fe en una sociedad socialista ni en el programa de los comunistas".

Si Eric Schmidt y Graham Allison se quedaron impresionados (con razón) ante la detención de la propagación del virus, con el bloqueo que hizo China a toda la provincia de Hubei (60 millones de personas) a través de un cordón sanitario "mediante el uso de algoritmos mejorados por la IA", las realidades que han seguido no han acompañado esos logros. 

Esta misma semana, el arresto de Jimmy Lai, propietario del diario hongkonés Apple Daily, muy crítico con Pekín, ha provocado un escándalo mundial. El presidente de la Asociación de Periodistas de Hong Kong, Chris Yeung, dijo "estar conmocionado y horrorizado". Agregó, "esto es lo que vemos en algunos países del Tercer Mundo donde la libertad de la prensa y la libertad de expresión son suprimidas. Pero no podría imaginarme ver esto en Hong Kong". La inteligencia artificial muestra una capacidad de imaginar limitada para los que presuntamente la dominan.