Veinticuatro horas de histeria colectiva. Hacia tiempo que este país nuestro no se permitía un empacho de tantas horas de felicidad seguidas aparcando los problemas cotidianos y los temas que marcan la agenda informativa. Las catarsis tienen estas cosas: acostumbran a ser balsámicas y paran el reloj del tiempo. Desde que Sergio Roberto marcó el sexto gol contra el Paris Saint -Germain, una ola imparable de euforia y emoción recorrió las cuatro esquinas de Catalunya. Los barcelonistas somos así: no hay nada que nos guste más que alcanzar lo imposible y levantarnos al día siguiente viendo cómo el mundo entero nos elogia por una gesta inolvidable y el madridismo rabioso empieza a justificar lo injustificable.

No sé si el Barça ganará la Champions este año, pero la magia de la noche del 8 de marzo le vuelve a situar como el gran favorito después de lograr dos nuevos récords: es el primer equipo que alcanza diez veces consecutivas los cuartos de final de la gran competición continental y nunca nadie había sido capaz de superar un cuatro a cero en una eliminatoria. Si la consigue será la cuarta en nueve años tras las conquistadas en 2009, 2011 y 2015. Un hito al alcance tan solo de una generación de futbolistas inigualable que puede permitirse el lujo de perder durante los 95 minutos del match a su estrella Leo Messi y encontrar el relevo como líder del equipo en el brasileño Neymar. ¡Que caramba! Claro que se ha perseguido judicialmente de una manera implacable al jugador y al Barcelona por su fichaje y al igual que con Leo Messi se ha tratado de desestabilizar al club. ¿Alguien puede seriamente decir lo contrario? ¿A qué se ha dedicado en este tema la Abogacía del Estado y su responsable durante muchos años, Marta Silva Lapuerta, tan cercana a Florentino Pérez que formó parte de su junta directiva en el Real Madrid?

Pero la venganza es un plato que se sirve frío y Neymar, que seguramente no sabe de contratos, sí que sabe de fútbol. Se cargó el equipo a la espalda, se hizo gigante y justificó plenamente su fichaje, muy pocas semanas después de que se anunciara que la Audiencia Nacional le abría juicio oral, a él y al Barça, una vista que se celebrará a lo largo de este año. No fue, ni de mucho, el mejor Barça. Sí el más épico. El más alocado. El más hambriento. El más herido. El que sabe que el mejor rival para cuartos no puede ser otro que el Real Madrid.