Jorge Javier Vázquez no habla catalán por culpa de Jordi Pujol. Y de Marta Ferrusola, claro está. Durante el pujolismo, la lengua fue un elemento que separaba mucho a la sociedad. Solo la lengua catalana, porque rompía y rompe la placidez de la españolidad homogénea, de la paz castellana, del idioma de la unidad. Me he concedido 24 horas de reflexión para decidir si dedicaba un artículo o no a lo que parecen unas simples declaraciones del presentador de Sálvame en otro programita del siempre ególatra Ricard Ustrell. "Quizás le das demasiada importancia, quizás te ha molestado porque estás más sensible, quizás lo que quiere este señor es la atención que le estáis dando". Ahora creo que no es casualidad que JJV haya generado tanto alboroto y creo que no es trabajo inútil examinar las teclas que todavía hoy el españolismo sutil toca para dejarnos claros cuál es nuestro lugar, el rinconcito de los catalanohablantes.

De esta amenaza teórica a la homogeneidad del Estado, los nacionalistas españoles en Catalunya hacen una amenaza personal

Una es la tecla del victimismo. El nacionalismo español en Catalunya siempre se encarga de dejar claro que la lengua es un elemento de división de la sociedad y que, como no puede ser de otra manera, la culpa de esta fractura la tienen que cargar los catalanes. Son ellos quienes encarnan la diferencia, son ellos los que rompen la identificación lengua-Estado, son ellos los que tienen la manía de ser diferentes. De esta amenaza teórica a la homogeneidad del Estado, los nacionalistas españoles en Catalunya hacen una amenaza personal.

Amparados de un Estado que ha tenido como constante única la castellanización de los territorios no castellanos, se encargan de recordarte que tu lengua es una amenaza y que cualquier muestra de nacionalismo que no sea el español los hace sentir excluidos. Claro está que sí: para ellos el único sinónimo de cohesión es la españolidad y la tolerancia solo habla en castellano. Todo este victimismo es una herramienta para seguir engrasando el marco en que aquello no nacionalista, inclusivo, que garantiza el amor entre pueblos, la paz universal, los unicornios y los piropos... es España. Tú, catalán, eres un simple nacionalista cabezón, provinciano, encarcelado en la Catalunya en miniatura que tienes configurada dentro de tu cabeza porque te niegas a entender el mundo desde la lengua global. Paradójicamente, el excluyente eres tú.

Qué duro cuando el consenso era que el catalán era lengua de cohesión. Qué duro cuando todo el mundo entendía que la escuela tenía que ser en catalán

Sin despeinarse mucho, JJV adorna la melodía con un acorde de la tecla de la deformación histórica sumada a la personificación del mal —aquello que él identifica como el mal— en la lengua de los otros. En su argumentario de resentido, todo este victimismo tiene valor porque "el pujolismo fue una época muy dura". Él utiliza una lengua de más de 500 millones de hablantes y entiende una lengua de diez millones de hablantes como una amenaza. A alguien así, cualquier muestra de expansión de esta lengua en el ámbito institucional y social le parecerá una época durísima. Qué duro cuando el consenso era que el catalán era lengua de cohesión. Qué duro cuando todo el mundo entendía que la escuela tenía que ser en catalán. Qué duro cuando Catalunya pudo disfrutar de una televisión pública de calidad en la lengua de los catalanes. Qué duro en fin, cuando después de una dictadura la nación encontró las herramientas para volver a florecer sin el miedo de los fusiles. En la cabeza del nacionalista español, sin embargo, cualquier muestra de supervivencia de la nación sometida será un quebradero de cabeza, una molestia, y el excluyente serás tú.

En su condición de privilegiado, el resentido se cree con el derecho de ponerse remilgado para poder decir: yo no era pujolista y por eso no hablo catalán

También puedo jugar a su juego, sin embargo. Puedo aceptar la deformación histórica y ponerme en el contexto que el pujolismo fue una época muy dura y que se fusilaron castellanohablantes por el simple hecho de serlo. Ni en esta ficción nuestro rencoroso de proximidad podría jugar a la víctima porque, de entrada, el derecho a existir de una lengua no se gana por el sentido de la justicia con que se ha comportado históricamente su nación. Si eso fuera así, si después de trescientos años de represión política, de aniquilamiento del catalán en el ámbito público, de háblame en cristiano, de "todos los catalanas son una mierda", de muertos y de exiliados... si eso funcionara como Jorge Javier Vázquez cree que funciona, los catalanohablantes no sabríamos castellano. Pero en su condición de privilegiado, el resentido se cree con el derecho de hacer cherrypicking histórico —manipuladamente histórico— y ponerse remilgado para poder decir: yo no era pujolista y por eso no hablo catalán. Me parece que tampoco hubieras sido franquista, Jorge Javier, y sí que hablas castellano. Las excusas de mal pagador del nacionalista español en Catalunya tienen las piernas relativamente cortas, por suerte, si eres lo bastante listo para tirar un poco atrás y desmontar el encaje forzado de las piezas del rompecabezas de su victimismo de pan mojado con aceite. Así, él puede escoger no hablar tu lengua en ningún ámbito porque no le caía bien uno de los presidentes de tu país y, una vez más, el excluyente serás tú.

Jorge Javier puede escoger no hablar tu lengua en ningún ámbito porque no le caía en gracia uno de los presidentes de tu país y, una vez más, el excluyente serás tú

Lo peor del discurso de Jorge Javier Vázquez no es que lo haga Jorge Javier Vázquez. Lo peor es que ERC haga campaña en castellano en Santa Coloma de Gramenet, lo peor es que una parte de la izquierda se piense que no se puede tener un discurso integrador en catalán, lo peor es que en nuestro país todo aquello que tenga que ser alternativo al ámbito cultural acabe siendo en castellano, lo peor es que salga Alizz diciendo que la cultura catalana lo excluye como si no se hubiera excluido él mismo, lo peor es que la "Catalunya plural y alegre" de la Rosel solo exista para referirse a Estopa, lo peor es que Rita Payés diga que le cuesta cantar en catalán, su lengua materna, porque "suena cursi" y "le da vergüenza", lo peor es que todo aquello que es demasiado catalán hace de convergente y de burgués porque, desgraciadamente, hay una parte del país que el marco de Jorge Javier Vázquez ya lo ha comprado. Es un marco flexible en que todo lo que es bueno, plural, abierto, global, no nacionalista, integrador, alternativo, libre, y apolítico es en castellano y todo lo que es burgués, provinciano, castrador, discriminatorio, xenófobo, recluido, clasista y convergente lo es porque es en catalán. Es un marco donde todo está preparado, catalanohablante, para que el excluyente siempre seas tú.