Ahora que venimos de la histórica huelga general feminista del Día de la Mujer Trabajadora, que consignas como "cada día es 8 de marzo" están en el orden del día, y que parece que el feminismo está de moda, quizás esta Diada de Sant Jordi ya no se llevará que de entre los quince libros más vendidos solo tres sean escritos por mujeres, tal como pasó el año pasado.

"En el ámbito literario las mujeres tienen más presencia que en otros". Esta es la percepción errónea que existe, según Laia Martínez, escritora y vocal de la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana (AELC), que afirma que "la visión que tenemos del mundo es masculina y eso hace que el discurso de las mujeres lo encontremos lejano e incómodo". ¿Cuál es la radiografía de la discriminación de género en el sector literario?

En el año 2000 Laura Freixas, escritora y crítica literaria, denunciaba en Literatura y Mujeres que solo un 20% de las obras publicadas en España eran de escritoras mujeres. Más recientemente, el proyecto Mujeres y hombres en la industria cultural española, de la Universidad Complutense de Madrid, ha podido determinar que solo el 31,3% de las novelas contemporáneas publicadas en el estado español son escritas por mujeres.

Freixas apunta a que las mujeres están sometidas a una gran presión que hace que pongan los intereses de los otros por delante de ellas: "Cuando las mujeres queremos tener proyectos propios y pasamos por encima de otras cosas para realizarlos, se nos tilda de egoístas". Es más fácil ser una persona ambiciosa siendo un hombre, ya que "al creador prototipo lo vemos como hombre", afirma. El desequilibrio en el reparto de las tareas domésticas también afecta directamente a la capacidad de publicar, porque la escritura no acostumbra a ser la ocupación oficial de los que se dedican a ello, y requiere un tiempo que "a las mujeres nos cuesta más de encontrar", dice Martínez.

Según Jokin Azpiazu, autor del libro Masculinidades y feminismo, "la feminidad cierra puertas bajo la sospecha de falta de calidad". Este hecho está directamente vinculado con un elemento que señala la vocal de la AELC: detrás de la última palabra en los procesos de edición, en la mayoría de los casos hay un hombre. En palabras de la escritora, este factor sería relevante en tanto que "los hombres se sienten menos identificados con los libros que tienen una protagonista o un punto de vista femenino y, en consecuencia, es más fácil que rechacen propuestas de este tipo". De esta forma, se puede dar que los hombres en posiciones de responsabilidad dentro de la industria actúen de forma discriminatoria sin ser necesariamente conscientes.

En 2015 el Observatorio Cultural de Género, con la colaboración de la AELC y la ILC (Institució de les Lletres Catalanes), publicó un informe sobre el análisis de la paridad en los premios literarios, que determinaba que uno de los elementos que se erigen en uno de los trampolines fundamentales para la publicación son los premios literarios. El estudio ponía énfasis en el hecho de que, en España, un 99% de los galardones se conceden a obras inéditas. Según el informe, sin embargo, de un total de 70 premios otorgados en Catalunya, el País Valencià y las Illes Balears, entre el 2000 y el 2014, solo un 17,8% fueron entregados a mujeres, y casi uno de cada diez solo había sido entregado a hombres.

El hecho de que a las mujeres también les cueste valorar a las mujeres, para Freixases consecuencia directa de habernos educado leyendo textos de hombres

Para Martínez, estos datos tienen mucho que ver con el hecho de que también los jurados, de forma mayoritaria y hasta hace muy poco, estaban compuestos principalmente por hombres. "Estamos muy acostumbrados a leer sobre problemáticas y temáticas que surgen de la vivencia masculina. Por este motivo, las mujeres empatizamos más con los hombres. En cambio, el hombre tradicionalmente no ha leído sobre temas que afectan profundamente a la mujer, como puede ser la maternidad".

Sin embargo, ¿es la paridad en los jurados una medida efectiva para reducir la desigualdad en la concesión de premios? Meri Torras es profesora de Teoría de la Literatura en la UAB y directora del grupo de investigación Cuerpo y Textualidad. Desde su punto de vista, "la paridad en sí misma no soluciona nada", ya que el machismo también es una actitud predominante "entre las mujeres", y porque "es imposible trazar un tribunal tan heterogéneo como potencialmente heterogénea puede ser la literatura de quien escribe". Hace falta tener en cuenta que el racismo o la discriminación hacia las personas con movilidad funcional, entre otros, también son actitudes que prevalecen.

El hecho de que a las mujeres también les cueste valorar a las mujeres, para Freixas es consecuencia directa de habernos educado leyendo textos de hombres, que a su vez hablan de hombres. De esta forma, la idea que tienen las mujeres de lo que es buena literatura y de lo que es ser un buen escritor "inconscientemente está asociada a los hombres y a su punto de vista". Torras añade que "parece que las mujeres solo podamos explicar lo que nos pasa y que, en cambio, los hombres hablen de cómo son las cosas en el mundo".

Aparte de convivir con peores condiciones dentro del sector literario, las mujeres a menudo son relegadas a un segundo plano dentro de las mismas obras, como ya se ha denunciado repetidamente. En este sentido, Azpiazu pone de relieve que "muchas obras no llaman la atención por machistas, pero es que la masculinidad no se materializa solo en textos de carácter claramente machista sino sobre todo en cómo se construyen los personajes, las situaciones, las argumentaciones o el lenguaje".

Las mujeres no solo publican menos obras y ganan menos premios, sino que conforman el 15% del total de críticos literarios, según cálculos de Freixas, y sus obras solo reciben "una de cada diez críticas publicadas", según Martínez. Teniendo en cuenta que la repercusión que generan estas críticas también condiciona la incidencia de las publicaciones, y que estos días muchos estamos pensando qué libros regalaremos por Sant Jordi, es un buen momento para preguntarnos si esta vez queremos que el 8 de marzo sobreviva al 23 de abril.

 

Jordi Viñals Bros es politólogo