¿Recuerdan las miradas de odio imputadas a los votantes del primero de octubre? ¿Cuándo la violencia no era la de la policía que apalizaba sino de la pobre gente desarmada que sólo quería votar? ¿Recuerdan aquello y que de nada sirvió la infinidad de imágenes que probaban la brutalidad policial? Pues ahora es exactamente lo mismo. ¿Y recuerdan que el atentado del 11 de marzo de 2004 había sido obra de ETA? ¿Y que el ex rey no ha hecho nada ilegal y que puede volver a España cuando decida su real gana? ¿Recuerdan cuando toda Europa tenía los bares y restaurantes cerrados por culpa de la pandemia y Madrid no los tenía? ¿Porqué Madrid cree en la libertad y los madrileños no se arrugan por algo tan pequeño como un virus? Pues ahora es exactamente igual. España es una democracia plena porque lo dice España y vale ya. ¿Ustedes saben que en Catalunya la lengua española está perseguida y los independentistas imponen el catalán como hacía el general Franco con el español? ¿Recuerdan que nadie del PP sabe quién es M. Rajoy? Todo es eso mismo y todo esto sale del mismo caldo de cultivo, del mismo universo mental, de la misma relación conflictiva con la verdad. Recuerden que, en España, el presidente del gobierno, Pedro Farsánchez, es doctor. Pero que la tesis doctoral no la ha escrito él. Y que no ocurre absolutamente nada. La gente sólo se extraña de la razón por la cual le llamo Farsánchez. Y no sé qué dicen del respeto.
A veces, cuando no pueden ganar un partido de fútbol, lo revientan para que no se pueda jugar. Cuando España no lo logra, siempre tiene la tentación de pasar a un estado de locura superior: la unanimidad de los medios de comunicación madrileños lo permite. Porque lo que se diga en Barcelona no cuenta mucho, todo el mundo sabe que los catalanes somos gente rara, complicada. Como Oriol Junqueras que primero afirmó que “el gobierno español podría ser víctima del CatalanGate”, con envidiables capacidades visionarias, y ahora que le han dicho que sí, que el presidente del Gobierno y la ministra de Defensa ya no son los culpables y también han sido espiados, el presidente de Esquerra habla de “cortina de humo”. Todo ello para convertir el asunto en incomprensible y misterioso, según el principio universal del enreda que te enreda. Yo lo aprendí de una película de los Hermanos Marx que hablaba de la parte contratante de la segunda parte.
Gracias a estas declaraciones de ayer, ahora, está aceptado como verdad verdadera que Pedro Farsánchez y, curiosamente, la ministra Margarita Robles y no cualquier otra, han sido espiados. Por tanto, pasan de ser sospechosos de un delito a ser inocentes. Sin prueba alguna que lo avale y sin tener en cuenta que, en buena lógica, una cosa no tiene nada que ver con la otra: el Lobo, por ejemplo, el topo que la policía española tenía dentro de ETA, recibió un tiro en la pierna de sus compañeros para que los terroristas no sospecharan que, en realidad, era un agente doble. Muy bien. De hecho todo este lío lo han pasado a la fiscalía, ¿de quién depende la fiscalía? Ya lo sabemos. En el contexto internacional los líderes de Francia y Alemania, sometidos a constante espionaje, están predispuestos a aceptar la versión de Pedro Farsánchez. Ya no se trata de una conspiración contra el pueblo catalán, al que han dejado sin derechos de representación política. Ahora, independentistas y gobernantes del PSOE son víctimas de los malvados servicios secretos que tienen su propia agenda política, desvinculada del gobierno legítimo de España. Además, entre tanta confusión y tanto juego de espías y contraespías, ¿quién puede descartar, además, que, detrás de todo estén los servicios secretos de Marruecos?, una sombra siempre inquietante y misteriosa como un itinerario nocturno por la casba de Marrakech.
¿Quién puede descartar lo que sea? Uy, qué miedo. El misterio comienza a explicarse no con evidencias sino con más misterio, la oscuridad se justifica con más oscuridad, con más delirios. Ayer un periodista españolísimo me robó el corazón y le amaré para siempre. Dijo que Rusia podría tener una versión propia de Pegasus e incluso una versión tecnológicamente superior a la de la empresa israelí. De modo que, en realidad, todo esto sería una estrategia de Putin, del malvado Vladimir Vladimiróvich. Y que si todo esto fuera cosa de Rusia ya lo tendríamos. Ya podríamos llegar a donde quiere llegar siempre el españolismo. A poder decir que la culpa de todo es de los catalanes. Que los líderes independentistas han hecho teatro sólo para hacerse las víctimas y que el Kremlin malo pueda espiar al bondadoso gobierno de España. Quien no se inventa más cosas es porque no quiere.
El espionaje contra los políticos catalanes es una evidencia publicada por el New Yorker. Al PSOE y a ERC ya les conviene poder culpar a cualquiera de las escuchas ilegales de Pegasus mientras esto no les salpique. No les preocupa mucho, en realidad. Roger Torrent, el ex presidente del Parlament, el año pasado escribió incluso una novela sobre el espionaje de Pegasus porque realizar una investigación pedía demasiado trabajo. Incluso a Junts ya les conviene una explicación que no explique nada. ¿Por qué? Pues porque si todo queda como un misterio sin solución, si todo queda como el incendio de la torre Windsor de Madrid, podrán dedicarse a lo que realmente les interesa. A pelearse con Esquerra, a hacer negocios como lo de los Juegos Olímpicos y a preparar las municipales. Encontrar la verdad no interesa a nadie. Por cierto, ¿han leído un clásico sensacional de la literatura española como Arrabal celebrando la ceremonia de la confusión? Es del grandísimo Fernando Arrabal y originó que media docena de policías le detuvieran el 21 de julio de 1967, de madrugada. Está plenamente vigente.