Hoy es 20 de noviembre, el famoso veinte ene. Pocas personas se sentirán indiferentes ante esta fecha, tan importante para Catalunya y para las tierras de lengua catalana. Sí, amigos, hoy se conmemora lo que todo catalán debe tener presente, tal día como hoy se estampó en las prensas de Nicolau Spíndeler el Tirant lo Blanc. Hoy hace 528 años que la más importante novela de nuestra gloriosa literatura vio la luz en la ciudad de Valencia, en 1490. Aunque otros acontecimientos históricos se hayan sucedido en esa misma fecha quedan, de hecho, totalmente descoloridos, desvanecidos, ante la importancia mayor que tiene para nosotros la gran novela catalana, la que Miguel de Cervantes, un gran escritor y un gran lector, definió como “el mejor libro del mundo”. El Tirant lo Blanc tiene una contundente personalidad literaria que lo ha convertido en uno de nuestros mejores libros. No se parece mucho a ninguna otra obra a pesar de las influencias y relaciones de todo tipo que los estudiosos han podido establecer. Es una novela larga, ingeniosa, sutil, irónica y vitalista, una fiesta para los lectores. Una obra de ficción que muestra, en todo su esplendor, un modelo de comportamiento caballeresco a través de las aventuras de un personaje imaginario, el caballero Tirant. Un libro del que se puede sacar provecho personal sin ser un ensayo o un libro religioso. En la literatura el valor que tiene una simple página la da sólo el lector, a diferencia del texto doctrinal o científico que ya viene avalado por otros. Porque se parece tanto a como es la vida vivida el Tirant lo Blanc ha sido un libro tan querido por tantos lectores durante tanto tiempo. Tengámoslo en cuenta.

Martorell dibuja a Tirant como un héroe tradicional, de origen bretón como todos los personajes artúricos, bien formado físicamente e intelectualmente, sabe arriesgar su vida a favor de los ideales de la caballería. En el prólogo se dice que el autor comienza a escribir el libro en 1460, siete años después de la caída de Constantinopla en manos de los turcos. Un hecho de actualidad que conmocionó Occidente —es como si hoy Nueva York cayera en manos de los islámicos— y que el libro modifica imaginariamente: Tirant conseguirá conquistar “todo el imperio griego, recuperándolo de los turcos que lo habían subyugado a su dominio de los cristianos griegos”. Esta es una de las pocas fantasías del texto. Martorell tiene sus pies en el suelo, defiende sus ideales pero no a cualquier precio. El Tirant dice cómo se debe superar el miedo y cómo la prudencia y la astucia son indispensables. Por ello acumula en el libro estrategias reales del saber militar de la época. Para Martorell los valores de la caballería del pasado pueden renovar el presente. Pueden ser útiles hoy. Se dirige a los lectores catalanes con una doble utilidad, el provecho y la diversión. Para ofrecer una narración a la vez útil y divertida, Martorell construye una novela caballeresca y de aventuras pero también política y militar. Tiene muchas caras. Asimismo es de ambientes y de costumbres, sentimental, psicológica y erótica. Caballeresca lo es con convicción. Se complace con los detalles de las cortes de Inglaterra, Sicilia y de Bizancio, las fastuosas fiestas cortesanas, los rituales, la ostentación del poder, de la fuerza y de la riqueza; el coraje guerrero de justas y torneos, emblemas de la imagen idealizada, deportiva y arrogante que la caballería tiene de sí misma. Imagen ciertamente desmesurada que busca en la exageración formal sus convicciones. No hay tristeza emotiva ni elegía íntima en el retrato que nos ofrece Martorell. Es un poderoso dibujo vitalista y decidido, un modelo dinámico en el que las fronteras entre pasado y presente se diluyen, como también se diluyen los límites entre lo que se vive y lo que se quiere vivir.

La novela es la de un guerrero y por ello reflexiona también sobre la experiencia de la guerra. En la confrontación armada es como mejor se puede contemplar de qué está hecha la naturaleza humana llevada al límite. Se muestra la crudeza del mundo y la de los humanos. Y un concepto muy particular de la edad media: la fama, el buen nombre. Es por el prestigio y ese buen nombre, por el heroísmo, que la caballería hace la guerra. Una gran riqueza y diversidad de ambientes y de costumbres retrata el Tirant. Dibuja con detalle la sociedad de su tiempo en un impresionante fresco donde podemos encontrar todas las clases sociales, las instituciones y las formas de vida. El sufrimiento del pueblo sencillo, el mundo del dinero y la burguesía. El brillo y la pompa convive con la miseria, lo sublime con lo grotesco. La banalidad, la vulgaridad y la corrupción moral domina todos los ámbitos sociales por igual, bajos o elevados, sin idealizar a nadie. Pero en lo que destaca sobre todo el Tirant es en retratar el mundo de los sentimientos y del amor con enorme curiosidad y riqueza. Como en el Decamerón, el sexo y el erotismo están muy presentes, las formas del amor, sus implicaciones sociales y éticas. Tirant sería un caballero incompleto si no fuera un gran amador, un enamorado heroico.

El sexo en el Tirant es festivo y feliz, abordado con humor malicioso y envidiable buen gusto

Martorell tiene gran interés en entender la naturaleza humana a través de la emoción y de las diversas formas de la sexualidad, desde las fiestas sensuales al lenocinio, pasando por el adulterio, el fetichismo, los juegos erógenos, el incesto, el lesbianismo, el estupro o el voyeurismo. El sexo en el Tirant es festivo y feliz, abordado con humor malicioso y envidiable buen gusto. Se describe la pasión amorosa, con su colosal y contradictorio poder de felicidad y de destrucción. El amor contrariado marca la trayectoria de muchos personajes de la novela llevándolos a un terrible dolor. Auténtica hipoteca de la libertad humana tal y como la describe el ilustre cuñado del novelista Martorell, Ausiàs March. Los personajes femeninos tienen, en este sentido, un extraordinario papel. Están construidos con tanto interés, con tanta inteligencia y propiedad —Plaerdemavida, la Princesa o la Viuda Reposada— como pocos libros en toda nuestra literatura. A Martorell le interesan las mujeres pero no sólo desde el deseo sino desde la comprensión más profunda y desde la simpatía. Las hace vivas y creíbles, las vindica y las sitúa en un plano de igualdad humana con los machos. Los personajes femeninos en el Tirant lo Blanc son mucho más ricos, inteligentes, vitales y atractivos, en general, que los masculinos.

La ironía y el humor son otros grandes tesoros de la novela que hacen ver el poderoso goce de vivir que caracteriza a Martorell. En la tradición literaria caballeresca no hay mucho escepticismo ni distancia irónica pero el escritor valenciano se ríe escandalosamente ante los absurdos de la existencia humana. Una lección de sabiduría literaria que nunca será un estorbo para el lector esforzado y sin complejos que se encare con este valioso monumento de nuestra historia.