Es ahora cuando comienza a llegar la primavera que hay que dar un paso hacia adelante. O hacia atrás. Los almendros ya hace días que han estallado, me acaban de enviar unas fotos estupendas desde la Espluga Calba, campos preñados de flores blancas como la más pura nieve. ¿Deseáis liberar de verdad a los prisioneros, volver a la dignidad perdida y lograr la independencia tantas veces soñada? Un momento. Deteneos todos. Vaciad vuestros bolsillos, haced una auténtica disidencia pasiva. Manchad vuestro vestido y la corbata. Dejad de nutrir a la madrastra. Ya que ella sólo nos quiere y nos reclama por el maldito dinero a fin de mes, tirémoslo al mar, adelgacemos, aligerémonos, desnudémonos. Si realmente quisierais que Oriol Junqueras, Joaquim Forn, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart volvieran a casa actuaríais de otra manera y no seríais tan hipócritas, adornados con el lazo amarillo que no os esconde de nada. Si realmente quisierais que el presidente exiliado fuera el presidente de nuestra república olearíais a otra cosa, insensibles, que sois carne de psiquiatra, indecisos, volubles, catalanes todos. Eso sí, siempre y en todo momento, pacíficamente, educadamente, serenamente, constitucionalmente, democráticamente, hay buenas maneras de conseguir la independencia y lo sabéis perfectamente. De acuerdo con la ley y el orden, de acuerdo con nuestro atávico buen juicio y de acuerdo con la convención internacional para la protección de las mariposas, en modo alguno podemos dejar de pensar en las mariposas. No lograremos nada sin las mariposas y las tenemos que preservar bien, hermanos y hermanas. ¿Lo habéis entendido o queréis que os haga un dibujo? ¿Tenéis ganas de vivir vuestra propia vida o deseáis vivir la de los demás? La primavera llega y nos recuerda que el tiempo pasa irremediablemente. No os daréis cuenta y pronto, en un ay, habremos llegado a San Juan. Decíais que teníais prisa, mucha prisa y os creí, endomingados como ibais con tantas y buenas razones, con tantas proclamas, con tanta confianza en vosotros mismos y en un mejor porvenir para el país.

No sé qué esperabais exactamente de la vida, del vivir calmoso, de la existencia extrema, pero lo cierto es que ahora los días ya son más cálidos y más largos, el tiempo es claro y el buen tiempo anuncia todas las bendiciones de nuestra bienaventurada tierra. Si el país se detuviera de golpe, si el Parlamento cerrara las puertas, si las fábricas, las tiendas, los bares, las panaderías y las carreteras quedaran sepultadas por tantas y tantas flores blancas de los almendros esta primavera de este año no sería, ciertamente, como las otras. Si de repente dejáramos de querer quedar sólo bien para querer quedar mejor, con vosotros mismos, si tuviéramos la osadía de conducirnos como irreductibles y determinados por el deseo de libertad, los lazos amarillos tendrían un perfume de la vida renovada, de primavera de verdad, y no necesitaríais ninguna aguja para que quedaran bien pegados sobre vuestra ropa. Como una flor viva y palpitante os veríais en el espejo y no como ahora, que parecéis desterrados en vuestra propia tierra, como si el tiempo mismo no os pidiera renovaros para no morir.