“Ostras, perdona, perdona, ¿podemos hablar luego? Es que estoy en Salt y nos están disparando”. Cuelga. Ya me lo suponía, que se encontraría en los disturbios que cortan la autopista cerca de Girona. Nunca es fácil hablar con una estrella de la canción, aunque sea estrella incipiente, la rapera Balas. Y con más motivo si le están disparando, pobre Balas. Escrito así, con a, sí, que se debería escribir con e, pero que va con a, tú ponlo con a, que también escribes Ferrater con a. O sea que me espero para hablar con ella, la chica rapera que ahora mola más, uno de los mejores descubrimientos de las concentraciones de estos días. “Visca Catalunya, collons”, dicen en Salt, visca, visca, mientras se enfrentan a la policía. Sí, visca Catalunya y Galves espérate tranquilo para hablar con la Balas, que esto irá para largo, y que ya es normal que la cantante esté en Salt. Ha hecho lo más lógico, viniendo como venía todo el personal insurrecto de la frontera, de todo aquel pessebre vivent o belén viviente o vivo, arriba, en el puente, en la raya, entre la policía española —los Mossos de Escuadra también son españoles uniformados— y la gendarmería francesa. Que lo digo con buena idea, que hacer la revolución en invierno cuesta más y a los catalanes siempre nos acaba saliendo un belén viviente en cuanto nos tapamos un poco, que somos animales climáticos. Cuando llega el frío, decía Serrat, todo parece morirse, pero no este año, no, Serrat, no, que hemos salido de casa porque ya basta con las revoluciones exclusivamente estivales, que ya basta con revoluciones de temporada. Y la de los rusos, según como lo mires, también parecía un belén vivo entre aquellas nevadas. Para que un belén sea auténticamente tradicional es necesario que haga frío, mucha fría, que dicen en el Empordà de arriba, por lo que hay belenes que te los hacen con frialdad en el ambiente, enharinando montañas y colinas, con hogueras nocturnas que combatan ese biruji tan mal nacido que sopla en el Pertús, el aullido del biruji al borde de las cloacas, a Belén te quieres ir, rabadán, a Belén haces bien en irte, insumiso catalán, insumiso rabadán, porque en Jerusalén ya te digo yo que hace un fresco recio, que te hiela la pituitaria y más adentro, hermano, los pulmones, y más abajo, abajo, hasta la carne del cocido. En el Pertús el control del territorio se hizo con gran esfuerzo, con el esfuerzo que procede de la alegría.

Al final he conseguido hablar con la Balas, peña, rabiad, rabiad todos, que hablamos por el móvil y es más simpática, sencilla y legal de lo que podíais imaginaros, envidiosos de mierda. Es una pasada de buen rollo, la tía, de buen corazón, de saber lo que hace y por qué lo hace, que sí, que no tiene ni veinte años, pero tiene claras algunas cosas de cómo ir por la vida, mientras que hay peña de ochenta años que aún no han entendido nada. “Soy la Balas”, me dice, me cuenta, me comenta que es la primera vez que la entrevistan. “En ningún momento me había planteado que pudiera llegar a tener tanta repercusión lo que hago. En ningún momento. Lo que pasa es que he explicado un poco las emociones de mucha gente que está en esto del tsunami, de gente que está sublevándose contra lo que está pasando, de partidarios de la libertad. Algunas personas me han reconocido que es un punto a favor que sea tía porque hay muy pocas chicas que rapeen y esto ha podido sorprender, sí, claro.” La Balas tiene una voz clara, comprensible, articula muy bien, se le entiende lo que dice y cómo lo dice, te hace llegar una calidez y una manera de pensar que no lo saben hacer otras, con micro y sin micro en la boca. “Bueno, no trabajo de rapera, todo esto lo hago más bien para desahogarme, porque lo que está pasando no puede ser. Dejé el trabajo para poder estar en todas las movilizaciones y poder aportar algo a la lucha por el país. ¿El trabajo que hacía? Ja, ja, ja, pues mira, hasta ahora trabajaba de herrera y de mecánica, en toda España, sí, sí, pero lo dejé para luchar por la República. El rap me gusta mucho porque me permite expresarme y decir lo que hay personas que quieren que se diga. Que esto no, no, no puede ser...” (Continuamos mañana)