Que sí, que aquí sólo te lo mereces tú, indepe, hermano y hermana independentista, divorcista político, partidario de la separación, que eres la sal de la tierra, lo mejor que hay contra la inercia y el fatalismo, contra la vida absurda y sin solución de la colonia, contra el conformismo cobarde del esclavo. Aquí sólo estás tú, que votas libertad para cambiar de pies a cabeza, para mejorar de verdad, y porque después sólo están esos, a los que ya les parece bien vivir tan mal como están, sumisos y sometidos, o los que pasan de todo y han optado por ser náufragos de la sociedad, pequeños robinsones domésticos, atrapados en un individualismo intratable. Aquí los que hablan bien de Catalunya y nos llenan de orgullo sois los independentistas, aquí los que suscitan admiración sois vosotros que habéis puesto nuestra vieja nación en el mapa reclamando más y mejor democracia, el derecho a decidir de la mayoría, y lo que es aún más importante, el derecho que tenemos a separarnos de España civilizadamente, a la manera catalana, sin muertos ni heridos, sin convertirnos en animales, sin perdernos el respeto a nosotros mismos.

Digo que habéis puesto el país en el mapa porque todos los periodistas del mundo no se han interesado por Catalunya porque sí, ni tampoco les ha llamado la atención internacional estos curiosos personajes que te preguntan “qué dice tú DNI” o que son cómplices de la represión a la turca, de la impunidad de los jueces, de la exaltación de la ultraderecha españolista. Lo que llama la atención de los medios de comunicación internacional no es que tantos fachas españoles hayan salido del armario, fachas desgraciadamente no faltan en ningún país, ni del primer mundo ni del último. Aquí lo que llama poderosamente la atención, en todo el mundo, es que una antigua nación europea como la nuestra quiera la independencia por medios pacíficos y, a ser posible, con buena educación. Catalunya reclama lo más difícil. Aquí, excepto cuatro políticos oportunistas, después del Primero de Octubre no se ha desdicho nadie.

Aquí los independentistas estáis soportando una de las más feroces campañas de propaganda política de todos los tiempos y no os rendís, qué va. Porque el independentista ya está acostumbrado a las mentiras, ya sabe que quieren tomarle el pelo. Aquí no nos dejan votar, no, no, aquí nos pegan cuando votamos, porque saben que somos claramente la mayoría. Decidme, ¿dónde han pegado a la gente que llevaba una papeleta de voto en la mano? Sólo en Catalunya. Catalunya es fabulosamente rica y las minas de oro catalanas sois vosotros los catalanes, no tenemos otras, exactamente el trabajo de los catalanes que atrae a tantos parásitos y que por eso nos quieren tan buenos pagadores y perfectamente mudos. Arrodillados y mudos. Se burlan a menudo de nosotros, de nuestro idioma y de nuestra personalidad, les hacemos mucha gracia menos cuando salen los datos del PIB, cuando se calcula la contribución de Catalunya a España, cuando se dan cuenta de que España se quedaría con una mano delante y la otra detrás cuando nos vayamos. Entonces ya no se burlan de nosotros y el miedo les atrapa. Porque saben que nos iremos.

Esta situación es insostenible en el tiempo. El esfuerzo que supone mantener a Catalunya dentro de España no puede mantenerse indefinidamente. Catalunya será al final la Irlanda de España, el país donde el imperio pierde sus muelas. El tiempo vuelve a jugar en nuestro favor porque cada día que pasa estáis más hartos y cabreados. Hartos y cabreados, que no derrotados. Que la clase política catalana, en su conjunto, en general, sean unos sinvergüenzas sin principios, tampoco nos impresiona, porque conocéis la importancia del dinero, sobre todo los catalanes soléis tener una idea clara y sin falsa moralina de lo que son, en realidad, los posibles.

Acabo de leer que unos 350.000 catalanes viven ya fuera de España, la mayoría jóvenes y bien preparados, la mayoría decididos a huir de este país fracasado e inoperante, de esta prisión de los pueblos, de esta estafa. Un emigrante económico nunca es un turista y vivir mentalmente fuera de las coordenadas españolas es un ejercicio que recomiendo a todo el mundo, si puede hacerlo, es una gran escuela de la vida y de la salud. Estos 350.000 catalanes siguen teniendo familia y amigos en el país y gracias a las nuevas tecnologías se mantienen a diario vinculados con nosotros. Y vinculándonos con el mundo real que hay fuera de las fronteras españolas y de la propaganda que nos quiere lavar el cerebro. Son un arsenal de motivación y estímulo para la República que queremos. Por eso, a menudo, las embajadas españolas pierden accidentalmente sus votos. Saben que, en general, no son partidarios de mantener ni un día más toda esta farsa.