Un ejemplo admirable de catalán nuevo, de hombre perfectamente integrado en la sociedad de acogida, es el policía nacional retirado Nemesio Fuentes, vecino de Sant Joan de Vilatorrada. El señor Fuentes dio ayer unas cuantas lecciones a los sabios del Tribunal Supremo, el señor jubilado hizo explícitas, con su modelo biográfico individual, algunas leyes sociológicas universales que parece que no quieren tener en cuenta, pero que son auténticas leyes que superan el tiempo y el espacio. Leyes eternas que siempre estarán vigentes, cuando la legislación actual se convierta en una ruina de la historia y nadie recuerde al padre de la nena. Que el inmigrante siempre consigue dejar de ser inmigrante cuando se identifica con la sociedad de acogida, hasta tal punto que no se puede establecer ninguna diferencia digna de mención. El inmigrante no puede ser inmigrante indefinidamente, esto lo sabe muy bien mi media familia mexicana, descendientes de Josep Soler-Vidal, con quienes el español también es una lengua espontánea de relación. Como ocurre con la adorable Francina Carner, nieta del poeta Josep Carner, con quien el catalán me resulta incómodo pasado un rato. Que el señor Marsillach se convierte en madrileño porque su realidad es Madrid a partir de un determinado momento. Que el señor Sarkozy se convierte en francés aunque proceda de un señor húngaro, Pál Sárközy de Nagy-Bocsa y de una señora medio francesa y medio griega, judía sefardí, Andrée Mallah. Que el actual presidente de Estados Unidos es de origen alemán, y que el apellido es Trumpf. Que Obama es el nombre de otro presidente estadounidense al igual que Montilla es un nombre perfectamente catalán como cualquier apellido es catalán. Basta viajar un poco para ver que la normalidad es ésta, la adaptación al entorno, y que los orígenes gloriosos, una pura entelequia grandilocuente para cursis como Cayetana Álvarez de Toledo, la cual, como un salmón, quiere volver a unos orígenes aristocráticos. Como si los grandes aristócratas no adaptaran siempre a nuevos países, como han hecho siempre los polimorfos Habsburgo.

Dice Pascal (Pensamientos) que “le moi a deux qualités ; il est injuste en soi, en ce qu’il se fait le centre de tout ; il est incommode aux autres, en ce qu’il le veut asservir ; car chaque moi est l’ennemi, et voudrait être le tyran de tous les autres.” (Que el yo es injusto en sí mismo porque se convierte en el centro de todo, es inconveniente a los demás porque lo quiere dominar; cada uno de los yos es el enemigo, y querría ser el tirano de todos los demás). La justicia, por tanto, debe ser universal, por eso no puede haber una justicia especial para el señor Nemesio, ni una justicia para el juez Marchena, ni tampoco una justicia española que fuera de España no sea justicia. Lo que juzgó el tribunal de Schleswig-Holstein ya ha sido efectivamente juzgado y el Supremo no aporta nada nuevo a la causa. El fundamento teórico de la justicia es contra el egoísmo, contra el egoísmo individual, pero también el egoísmo nacional. Hay que ponerse en el lugar del otro, hay que intercambiarse con el otro, una operación mental que ha hecho perfectamente el señor Nemesio pero no ha hecho en modo alguno el juez Marchena. La justicia universal es una realidad jurídica. Por eso se puede ser ex policía nacional y llevar el lazo amarillo de la libertad pero no se puede ser presidente de la sala segunda del tribunal Supremo y continuar con esta farsa que es, de hecho, una represalia política, un castigo ejemplar para escarmentar a todo un pueblo.