Sobre todo no os hagáis de la Crida Nacional per la República. Antes la muerte más dolorosa. Catalanes, catalanas, araneses y aranesas, escuchadme, tenemos que ser espabilados y, aunque mañana se celebre en Manresa la convención fundacional, nosotros quietos, indiferentes, nosotros bien acurrucados en el sofá de casa, inmóviles como la momia de Lenin, nosotros detenidos como la carrera literaria de Alfred Bosch, nosotros petrificados como el escaño de la senadora Marta Pascal. No nos engañarán tan fácilmente, no señor, a nosotros no. Somos avispados y estamos hartos de todas estas triquiñuelas políticas. Somos ciudadanos sencillos y emotivos y ya tenemos más que suficiente de toda esta sopa de letras que no se entiende entre CUP, PDeCat, Junts pel sí, Junts per Cat, Demòcrates, Solidaritat, ANC, ERC, CDR. Y Òmnium. Y valium. Lo que necesitamos es un valium si todavía lo fabrican porque esto es un abuso. Porque hemos fracasado, porque el independentismo lo tenía casi en las manos en octubre del año pasado y no fue capaz de conseguirlo. Porque nos reconocemos como derrotados y cabreados, y ahora, es difícil de decir, pero ya nos parece bien que la voluntad política de la inmensa mayoría de los votantes quede secuestrada en manos de los partidos políticos que quieren volver al autonomismo y a la calma. Porque aunque todo el mundo vea perfectamente que los partidos políticos soberanistas dicen que trabajan incansablemente por la libertad nacional de Catalunya, en realidad ni lo hacen ni piensan hacerlo. En realidad se pasan todo el día haciéndose la zancadilla entre sí para mandar más que los demás, porque lo que quieren es triunfar en la vida y comer caliente. ¿De qué vivirían, pobrecitos, si algún día consiguiéramos la libertad? Esto nos pasa porque somos incapaces de imaginar la política sin partidos políticos. Y no nos lo imaginamos aunque, como está pasando ahora mismo, los partidos independentistas se hayan convertido en el auténtico dique de contención de la voluntad política de los electores que reclamamos la independencia inmediatamente, de los que queremos terminar de una puñetera vez. Los partidos políticos nos han engañado elección tras elección, se han burlado de nuestros votos y no, no estamos dispuestos a creer en más idealismos. Somos como enamorados traicionados y adolescentes. Nos damos mucha pena a nosotros mismos. Puede que continuaremos votando, o quizás no, cada vez menos, según como nos pille votaremos ahora a la izquierda, ahora a la derecha, escogeremos el candidato o candidata que nos caiga más simpático o simpática y pare usted de contar. Haremos como hace todo el mundo y no nos liaremos con más sueños imposibles.

Nosotros somos los espabilados que no queremos confiar en la Crida Nacional per la República, los que pensamos que visto un partido político, vistos todos. Nosotros somos los resentidos permanentes, los cabreados perpetuos, los que no queremos volver a confiar en la democracia ya que el sistema de representación de la voluntad popular, una vez más, se ha demostrado que no funciona en absoluto. Es curioso, somos demócratas pero queremos dejar de participar en la democracia. Somos independentistas pero la independencia ya no nos contenta si no nos viene de cara, si encontramos tantas y tantas dificultades. No nos gustan nada los políticos pero nosotros, los listos desconfiados, estamos dispuestos a dejar con el culo al aire a los dos presidentes menos políticos que hemos tenido nunca y que jamás tendremos, Carles Puigdemont y Quim Torra. Que están políticamente tan y tan solos precisamente porque son los únicos que han sido capaces de separarse de la lógica perversa de los partidos políticos. Pensamos dejar abandonados en la cárcel a los presos políticos y a los exiliados en el extranjero porque no somos capaces de encontrar una salida a la dinámica represora del Estado español. Con todo ello, queda una pregunta, ¿y si esta vez sí que fuera verdad que un movimiento político —y no un partido—, pilotado por personas tan desengañadas de la lucha partidista como Carles Puigdemont, como Quim Torra, como Agustí Colomines, como lo estamos todos a fin de cuentas, fuera capaz de llevar al país a la independencia? Efectivamente, sería desvestir varios santos, el PDeCat, ERC, la CUP, los Comunes y otros, para vestir este nuevo invento de la Crida hasta la independencia nacional. No, seguro que no lo conseguirán, seguro que esto acabará muy mal, como siempre. Y es que los listillos somos lo más, a nosotros no nos engañan, no, no, lo que yo os diga. Nosotros sabemos muy bien como es el mundo. Ya lo decía Jordi Pujol, esto de la independencia... es un sueño irrealizable.