Jopé, al que compra un detergente le puedes decir muchas cosas, muchas, pero no que tu marca lava más blanco que las demás. Son muchos años oyendo eso que el fregar se va a acabar y no, todavía no hemos terminado ni de empezar. Eso no lo digáis más, por favor, ya es suficiente, rediez, porque una cosa es mentir, que ya sabemos que la publicidad y la propaganda mienten. Y otra muy distinta es insultar. No insultéis a la gente, por favor, si lo podéis evitar no lo hagáis. Cuando una mujer o un hombre —o un ser humano que no se considera ni hombre ni mujer sino todo lo contrario— descubre que su pareja le pone los cuernos encima, cojones, no utilicéis la frase: no es lo que te imaginas. O el recurso de te lo puedo explicar. Hagan el favor, leche.

Venga ya. Una cosa es poner los cuernos y otra considerar que la persona con la que estás hablando es idiota recalcitrante e interestelar, ¿no te jode? Una noche que compartí una mesa y el fresco con Anna Puigdemont y Eduard Pujol en Amer dels presidents, el político, entonces archipámpano mayúsculo de Junts, me dijo que no aceptaba mis críticas. Que no. Yo tampoco lo esperaba, la verdad. Sin embargo, lo que me sorprendió es que se hinchara de pecho y me espetara que yo no entendía la complejidad de la política. O dicho de otro modo, que sólo los muy inteligentes como él mismo podían contemplar el vestido nuevo del emperador. El recurso era tan viejo y gastado que me alarmó, leñe. No pasaron ni tres o cuatro días que me lo acusaron de acoso sexual y me lo defenestraron. En un abrir y cerrar de ojos lo crucificaron, mataron y enterraron. A ese cráneo privilegiado.

Sólo los muy inteligentes, los superdotados, habrán visto con claridad los nuevos trajes imperiales de Laura Borràs y de Jordi Turull en la ejecutiva de ayer de Junts per Catalunya. Que santa Lucía les conserve la visión e incluso la vista. Al menos este cronista gruñón diría que iban en cueros pero es que cuanto más cuerda das más se acaban colgando. Que vestido de Adán iba también Francesc de Dalmases i Thió cuando decía que toda la determinación, toda la generosidad y toda la exigencia para enderezar la vía hacia la independencia. Chúpate esa y toma ya. La mujer más importante de la política catalana, por su parte, aseguró que no podemos decepcionar más al electorado independentista cuando es evidente que pueden y que continuarán pudiendo. Son pudientes. Porque la decepción es imparable cuanto más hiriente es el lenguaje que utilizan. Y van cuesta abajo. Y no piensen que he elegido las frases más ridículas y marcianas de todas, qué va. Me he limitado a las que han ido sacando por todas las redes los comunicadores del partido. Como la de Jordi Turull que asegura: así no podemos seguir. Mecachis. Mientras Junts tenga que ser leal a Esquerra Republicana –como estableció Jordi Sànchez en su último discurso como secretario general– así continuarán indefinidamente. Hasta la extinción de la especie humana.

La frase de Jordi Turull que sigue a la anterior es aún más demoledora. Es una frase genial, mercurial, porque a medida que habla va alejando lo que debe decir, va hinchando el perro, va pasando el balón hacia adelante, va desplazándose psicológicamente hacia un horizonte que, por definición, siempre quedará a la misma distancia: en el quinto pino, o donde Jesús perdió sus alpargatas. Dice Turull que llegaron a un acuerdo de gobierno con Esquerra para que nos acercara a construir las condiciones para culminar aquello por lo que nació Junts per Catalunya... No te jode? Si la frase es buena para Jordi Turull también debería ser buena para nosotros, los votantes independentistas, imagino. Cuando los de Junts y de Esquerra os acerquéis a construir las condiciones para culminar aquello por lo que nos pedistéis en el pasado el voto, quizá, entonces, nosotros, el pueblo, pensaremos, si procede, si todavía vale la pena y si nos place, hipotéticamente, estirar más el brazo que la manga y votaros precisamente a vosotros.

Habéis desperdiciado tantas palabras durante tanto tiempo, las habéis desviado tanto, habéis olvidado tantas con vuestra soberbia de nuevos ricos y habéis obviado, tantas veces, que sólo sois unos eventuales servidores públicos que, hoy, tenéis exactamente la credibilidad que tenéis. Al menos los políticos españolistas no decepcionan a su electorado. Son claramente mejores que vosotros. Juraron defender a su España corrupta y decadente y lo están haciendo ahora, hoy. No se escaquean. Por eso aunque el españolismo perdió las elecciones al Parlament de Catalunya con el 48% de los votos es como si las hubiera ganado por goleada. Porque es como si vosotros no estuvierais.