A todos los que se ríen de las controversias entre partidos y actores independentistas habría que recordarles, al menos, dos pequeños detalles sin importancia. Que el dinero de España, el dinero del saqueo sobre Catalunya, el dinero al que España no quiere renunciar de ninguna de las maneras, son una sólida argamasa, una razón excelente para doblegar y unificar voluntades, para armonizar criterios, del PP a Podemos, pasando por los de Ciudadanos y los del PSC-PSOE. La pasta siempre ha unido convenientemente a las familias. Y que el independentismo político, bastante minoritario hasta hace cuatro días, hoy está experimentando una típica crisis de crecimiento, una crisis profundamente humana, al saberse la principal fuerza política del país y, al mismo tiempo, verse perseguido ignominiosamente por los instrumentos represores del Estado. Al verse confrontado a prácticas políticas abiertamente antidemocráticas. De ahí donde ahora estamos hasta llegar a la derrota y capitulación con las que sueñan en Madrid va un universo. La unión entre las fuerzas políticas independentistas, en consecuencia, sólo es cuestión de tiempo y de necesidad, porque sólo desde la unión se deshará el espejismo de una Inés Arrimadas, la hija del policía, la fille du régiment, como ganadora de las últimas elecciones con sólo un millón de votos. Sólo desde la unión del independentismo en una única fuerza política instrumental y con un único líder —sólo hasta la separación efectiva de Catalunya—, podrá mantener su fuerza democrática. La miseria compartida, la persecución compartida, también son un extraordinario aglutinante.

Vivir un tiempo a la intemperie se convierte también en un educativo ejercicio de modestia y de sinceridad. Y dado que muchos electores deciden el sentido de su voto en contra de una determinada opción política, más que a favor de nada, pronto nos encontraremos al final de la calle. España cada día es más antipática, aunque esto pueda antojarse imposible. La intolerancia de la España rampante nunca decepciona. Está dando más razones al independentismo para que abandone la disgregación y se concentre ante la adversidad. La brutalidad contra el independentismo catalán, todo el mundo lo puede ver, es mucho más severa que la que se ejerció y se sigue ejerciendo en contra de ETA y de las formaciones políticas de su entorno. Dicho de otro modo, la violencia terrorista, siempre inaceptable, no fue la verdadera razón de la contundente persecución del Estado. La verdadera razón fue el independentismo vasco. Felipe González ya dijo hace muchos años que mientras que ETA era un simple problema de orden público, el catalanismo era la única verdadera amenaza a la unidad de España. No se resolverá, por tanto, como un problema de orden público ni llevando gente a la cárcel. Somos demasiados.

El vicepresident Oriol Junqueras ya había previsto este escenario y, por esta sencilla razón, ya dejó dicho que cualquier persecución política en contra de los líderes independentistas no conseguiría su objetivo fantasioso. Serían sustituidos por otros. Y estos otros por otros. Y así indefinidamente hasta que España entrara en razón. Junqueras, sin embargo, no será sustituido en lo esencial, en su liderazgo político. El honorable vicepresident representa al menos la mitad del separatismo político, y aunque se encuentre privado de libertad es, junto con el president Puigdemont, la auténtica cabeza pensante del procés. Junqueras, sin la estrategia épica y publicista de Carles el Atrevido, de manera modesta y discreta, abnegadamente, está resistiendo con un comportamiento dramático, silencioso, el ensañamiento presidiario del Estado. Junqueras es la roca, la montaña que impresiona precisamente porque sabe mantenerse en su lugar. No ha renunciado a su ideario político porque sabe que la nación se alimenta con su ejemplo. Para la prensa, siempre escandalosa, es una personalidad menos atractiva ya que la reclusión no puede ofrecer muchas novedades, pero por otra parte, su legado histórico ya tiene un enorme peso precisamente porque es de una admirable dignidad. Una dignidad que no tienen todos los que le critican o se burlan hoy de él, cuando atado de pies y manos, no se puede defender. No ha cedido a las provocaciones. Dejadme decir que, en estos momentos de controversia en el seno del independentismo, Junqueras está haciendo mucho, a título personal, en contra de la frivolidad y el aventurerismo de algunos catalanistas, con lealtad al president Puigdemont, a favor de la plena soberanía de Catalunya. Si dudar de todo el mundo parece que resulte la mar de independentista, ¿qué somos los que confiamos en el tándem Puigdemont-Junqueras, en la compleja combinación que ha ganado las elecciones? La unión está ya muy cerca.