Ya está, Pedro Farsánchez hace días que ha llegado, por fin, a dónde quería llegar. A poner en el mismo saco a Vox-Mocs con Junts per Catalunya “porque ambos alimentan expresiones de odio y de xenofobia”. Y no es una exageración, ni ganas de hablar por hablar. Lo sé muy bien porque a mí ya me criminalizaron, a mí ya intentaron encarcelarme injustamente por ese delito de odio, por escribir un único artículo en El Nacional. Todo lo que no sea arrodillarse y decir amén, toda expresión pública de discrepancia será considerada, aleatoriamente, abusivamente, un delito de odio por la admirable justicia española. Nos han advertido. Ahora ya criminalizan a la diputada Míriam Nogueras en su cara y, con ella, a todos los catalanes independentistas, al igual que criminalizaron al president Quim Torra y vieron que se podía hacer sin demasiados problemas. Que se podía mentir, difamar, sin mayores consecuencias, que se podía decir y repetir que Torra es un nazi y que así podían ir extendiendo la mancha de aceite anticatalana. El ahora ministro Miquel Iceta colaboró con gran entusiasmo en todo ello. Al fin y al cabo los catalanes nos dejamos llamar de todo y no vale la pena que nos defendamos, no sacaríamos nada en claro, como aconseja ese gran profesional del derecho y de la caja registradora llamado Xavier-Javier Melero. Los catalanes que sólo somos catalanes y que queremos hacer valer nuestros derechos políticos individuales y colectivos, los catalanes independentistas, es decir, la mayoría de los ciudadanos de Catalunya, los contribuyentes que pensamos que ser catalán significa algo —al menos alguna cosa diferente de ser español— nos pueden dar pero que muy duro. Podemos ser acusados de nazis, de xenófobos, de promotores del odio igual que lo hace el presidente Pedro Farsánchez cada vez que le parece. El presidente Farsánchez promueve un nuevo A por ellos que acaba de empezar. Ser catalán, de la minoría nacional catalana, y defenderse es igual que ser de Vox-Mocs. Con una gran diferencia que se convierte en una grave desventaja. Para la mayoría de la opinión pública española, los de Vox-Mocs tienen la disculpa del amor encendido de los grandes patriotas españolistas, mientras que los independentistas somos unos viles traidores e insolidarios. Carne de presidio y de persecución en nombre de una de las grandes democracias del mundo.

Naturalmente los otros catalanes, los catalanes que no molestan, no tendrán problemas porque son los buenos catalanes de España. Los que ya han vaciado de significado y de emotividad la palabra catalán, los que sólo son catalanes como Inés Arrimadas, la hija del policía, que sólo recuerda que es catalana cuando le interesa, que sólo es catalana cuando promueve la castellanización de Catalunya, cuando hay elecciones, estos no deben sufrir lo más mínimo. Los catalanes españolazos que se quejan de la lengua catalana, que creen que la enseñanza del catalán no sirve para nada, los catalanes que tienen el mismo sentido de la justicia, profundo, que el que decreta el Tribunal Supremo de España, todos estos, serán premiados como guardias civiles, porque son colaboradores civiles de la gran empresa de la españolización de Catalunya y del conjunto de los Países Catalanes. De la colonización y de la solución final. Son los buenos catalanes que, para ayudar, se inventan que existe una ultraderecha catalana, y que vivir, vivir, lo que se dice vivir, pues debe vivir dentro de Junts per Catalunya porque nadie la ha visto nunca, excepto a cuatro figurantes con banderas de San Jorge en alguna manifestación. Una ultraderecha muy fácil de combatir, la verdad, porque ni tiene armas, ni tiene ningún apoyo de los partidos de la ultraderecha internacional, ni tiene ninguna presencia en el ejército, ni en la policía, ni en la administración de justicia. Una ultraderecha independentista imaginaria que no está en ninguna parte pero que no es necesario que exista en la realidad. La inquisición española tampoco necesitaba judíos reales para actuar, para castigar, para torturar, para acusar de marrano a quien le diera la gana. Ni era necesario que existieran, en realidad, las brujas para ir persiguiendo a las mujeres que reclamaban sus derechos políticos como personas independientes. Es mucho mejor perseguir a los falsos ultraderechistas de Junts que a los de Vox-Mocs, porque los de Abascal te pueden romper la cara para empezar. Los de Junts no responderán, porque están indefensos y acojonados debajo de la cama. Los pacifistas de Junts ni siquiera se han atrevido a preguntar a los socialistas que cómo es que, si ellos son como Vox, que cómo es que el PSC tenga un pacto de gobierno en la Diputación de Barcelona con ellos. Ni se han atrevido a decir que la próxima vez que les calumnie Farsánchez dejarán el gobierno de la Diputación y que gobiernen con otros socios. Sin plantar cara será mucho más fácil ilegalizar a independentismo entero.