Cuando los CDR se manifiestan ante ERC y el PDeCat es que piensan que los partidos políticos independentistas deberían hacer algo diferente de lo que están haciendo. Cuando los CDR llenan de pintadas la sede central de Esquerra de la calle Calàbria de Barcelona o se encaran con los políticos partidarios de volver a la estrategia política del pájaro en mano que inventóse el fenicio de Jordi Pujol, lo que están haciendo es reclamar a nuestros representantes parlamentarios que no sigan más por esta política autonomista de ahora, que no sea gallináceo su vuelo, que dejen de actuar con partidismo estéril, con sectarismo febril, con estrategias que quizás serían útiles en una asamblea nacional independiente pero que, en este contexto, no chutan, no van a ninguna parte, no nos acercan a la libertad. Cuando los partidos políticos ni siquiera son capaces de reunirse discretamente, sin que nadie lo sepa, el próximo lunes, con los presidentes Puigdemont Torra, en Waterloo, bajo la protección espiritual del británico irlandés Wellesley, gran independentista español, primer marqués Douro y caballero del Toisón de Oro de los Borbones, cuando los partidos no son capaces ni siquiera de apoyar los planes de Torra para sublevar al estupefacto, al incrédulo pueblo de Catalunya, es que estos partidos políticos estorban más que otra cosa a la causa práctica de la independencia. Los CDR deberían comprender que, para llevar a la gente a la calle, para provocar una gigantesca y pacífica insumisión, para generar una parálisis democrática de todo el país, lo que realmente hace falta es ir a la unidad de todos los partidarios del separatismo y dejar para más adelante las controversias de partido de fútbol de solteros contra casados. Que las manifestaciones que hacen contra Torra, contra Buch, contra Mas y Aragonés ahora son una pérdida de tiempo. Contra quien nos debemos manifestar es contra la Guardia Civil y contra el Ejército español que ocupa el territorio y jugarnos, todos juntos, la vida o la salud. Los viejos quizás que nos pongamos delante ya que si nos atizan no se perderá demasiado. Los viejos quizá que seamos los primeros en demostrar que el independentismo es mucho más que retórica.

Contra quien nos debemos manifestar es contra la Guardia Civil y contra el Ejército español que ocupa el territorio

La causa de la libertad nacional de Catalunya ha ensanchado auténticamente su base, ha ganado muchos partidarios, cuando se ha hecho un gran acuerdo de país, una unidad de todos, como cuando el astuto Artur Mas asumió que ERC tenía razón y que la derecha tenía que ir de la mano de la izquierda para conseguir la independencia. Cuando el pueblo de Catalunya va todo junto y se deja de las controversias estériles y de los agravios antiguos entre éste y aquel partido, es entonces cuando no damos pena. Cuando hay quien trabaja para otro proyecto, para la unidad de las izquierdas, para la proclamación de la III República española, cuando hay quien se entretiene con espejitos para cazar alondras, es cuando Catalunya demuestra su impotencia secular, su alma de esclavo, su estulticia. Los CDR y los presidentes Puigdemont Torra, los presidentes Puigdemont Torra y los CDR, eso nos basta para divorciarnos de España. Si nos distraemos al final la muerte de Lluís Companys no será culpa del Estado Español sino de Valtònyc o de la feroz Pilarín Bayés.