La sociedad catalana, en su conjunto, ha preferido delegar la protección de la lengua catalana en una escuela despojada y descontrolada. Y en las nuevas generaciones. Es una manera muy hipócrita de quitarse la responsabilidad de encima. Para algunos políticos la independencia de Catalunya también es problema de los que vendrán detrás nuestro. Como si por ese camino tan bueno que vamos haciendo todos fuera seguro que, dentro de unos añitos, quede algo que independizar o alguna lengua que preservar. Lo cierto es que despreocuparse nunca es una buena idea. De ahí que un buen día descubramos, consternados, que un rey es un vividor, que un presidente de la Generalitat amigo suyo es otro vividor y que la lengua y la cultura de nuestro país se están marchitando por falta de miramientos y de riego. Nuestra sociedad, en su conjunto, es la responsable del futuro del catalán y de dejar que los políticos hagan lo que les dé la gana. No, nuestra sociedad no puede permitir que un individuo sin formación ni atención por el interés general de Catalunya como Salvador Illa y su PSC tengan la última palabra en la polémica sobre la lengua catalana

Cabe recordar que fue precisamente el PSC quien organizó unas jornadas sobre la lengua catalana, los pasados 28 y el 29 de enero en Barcelona para decir que el catalán no puede estar mejor y que lo que necesitan nuestros alumnos es aún más y más castellano, que parece que no están aún suficientemente castellanizados. Con la participación estelar de Irene Rigau que ahora se ha hecho partidaria de todo lo que digan los señores jueces. Unas jornadas de expertos, cabe recordar, que fueron inauguradas por este otro gran especialista en el catalán llamado José Montilla, el presidente de las chuletas en el bolsillo. Y clausuradas por este gran gestor llamado Salvador Illa, el que dice “bones tardes” y el que hinchó en un 52% el coste final de la Ciutat de la Justícia de Barcelona. Son los representantes de una forma feliz y despreocupada de entender la política. “Esto alguien ya lo pagará”, suponen. O “de esto del catalán ya se ocuparán otros”. La sociedad catalana lo aguanta todo. Son un tipo de gente muy bien educada.

Quien dice el PSC dice Convergència i Unió y dice también Esquerra Republicana. Aquí todos los tres grandes espacios políticos han sido responsables de la cartera de Educación y Enseñanza y todos han hecho la misma política consistente en no aplicar las leyes que podían resultar conflictivas. Concretamente las leyes de Normalización y de Política Lingüística, por ejemplo, que tanto irritan a Ciudadanos y a los que siempre es fácil de contentar con una renuncia y otra y otra, siempre a expensas de la lengua catalana. La verdad es que toda nuestra clase política y periodística, que depende de ella, ha querido convencernos de que da igual una lengua que la otra. Como si ambas tuvieran la misma fuerza. Que la paridad y el equilibrio entre catalán y español es una decisión salomónica y sabia. Y que, aunque el Estatut proclame al catalán como única lengua propia de Catalunya también lo es, de alguna manera, el español. Cuando los datos son cada vez más alarmantes y nos dejan a todos, como sociedad, en una situación vergonzosa. Voy a recordar uno nada más: sólo un 30% de los alumnos llegan hoy con el catalán aprendido de casa cuando se incorporan a la escuela. Éste sí que es un récord histórico.