En lugar de enviarme jamones de cinco jotas o buenas cajas de vino de Borgoña algunos lectores siguen mandándome correos con preguntas que no tienen demasiado misterio. Una de las más habituales es por qué suelo llamar a Su Serena Gracia Doña Inés Arrimadas como “la hija del policía”, como si no fuera público y notorio que la señora diputada es efectivamente un retoño de un eminente policía que algo hizo en Barcelona para no dividir a los catalanes durante aquellos cuarenta años de paz del régimen franquista. La unidad es un valor. Si el señor Rufino Arrimadas estuvo durante los años sesenta en la policía científica y aprendió catalán en la capital catalana imagino que fue para leer con avidez las obras de Raimundo Lulio. Y es seguro que no tuvo nada que ver con la represión del régimen y que tampoco conocía ni de vista a los hermanos Creix, los famosos torturadores de indeseables partidarios del jaleo, del “lío”.

También me interrogan sobre por qué llamo poéticamente a Arrimadas la “Fille du régiment”, como si no fuera evidente que la famosa ópera cómica de Gaetano Donizetti la retrata. Es la historia de una humilde y buena chica, adoptada por un regimiento de bravos soldados, que tras una serie de sucesos rocambolescos se revela como perteneciente a la más alta nobleza, concretamente se trata de la hija de la marquesa de Berkenfield. ¿Quieren más pruebas de la idoneidad de la comparación? ¿No vieron ayer a Inés Arrimadas en la fotografía gentilmente filtrada por la revista Telva, en el Parlament, con elegante traje de noche, pendientes de diamantes y zapatos de aúpa? Marquesa es poco, es toda una princesa, una emperatriz. Nada que ver con los desarrapados de la CUP, con la presidenta del Parlament De Gispert disfrazada de hada, con la aparición de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, luciendo buenos vestidos en una revista de papel cuché, o con la famosa fotografía de Duran i Lleida tomando un frugal desayuno en su humilde suite del Palace de Madrid. Inés Arrimadas los ha superado a todos con su gentileza, su finura y su gracia. Ha nacido la nueva emperatriz del Paralelo, la nueva Eva Perón de los pobres oprimidos de la Catalunya española que se desvive por todos nosotros. Vestida como cualquier mujer joven de su edad, como cualquiera de los electores a los que representa y que admiran su sencillez, su sentido de la mesura y de la oportunidad. Cuando la señora diputada afirma que ella sí conoce los verdaderos problemas de todos los ciudadanos de Catalunya, vestida de noche, con miles de euros de indumentaria encima, se está retratando libremente de acuerdo con sus propios valores personales, y es responsable de su imagen. Es una noticia excelente que ahora conozcamos mucho mejor gracias a Telva a Doña Inés Arrimadas, una política que ha pasado de hablar bien a vivir mejor.

Ayer quedó desmentida, por lo tanto, la afirmación de Joaquín Sabina en una conocida canción según la cual “las niñas ya no quiero ser princesas”. Arrimadas sí quiere ser princesa y se viste de princesa porque puede. ¿Algún problema? Porque si se da un cierto poder, una cierta fama, a una determinada persona pronto se verá hasta dónde pueden llegar sus delirios de grandeza, su clasismo y su inopia. Y lo que es más grave, Doña Inés se retrata en el Parlament de Catalunya, un lugar que está destinado a otros usos más plebeyos, a acoger a los diputados representantes del pueblo. Se hace retratar exactamente en el Salón Rosa de pasos perdidos, que es el antiguo salón de baile del palacio real que el Ayuntamiento Barcelona construyó para agasajar a los Borbones en el siglo XIX. Gracias al vestido de baile de Arrimadas hemos realizado una auténtica regresión histórica de dos siglos a través de una simple fotografía. Cabe recordar que, precisamente porque el palacio del Parlament es un antiguo palacio real, las autoridades republicanas en 1931 decidieron que todos aquellos mármoles, todos aquellos dorados, toda la pompa y circunstancia del edificio originariamente destinado a la aristocracia debían ser destinados a ennoblecer la auténtica y legítima soberanía, la de la democracia, la del pueblo de Catalunya. ¿Habría tenido Arrimadas esta falta de educación haciéndose fotografiar con traje de noche en el Congreso de Madrid? ¿O es que nos está haciendo entender que nuestro Parlament es una institución vacía y de mentirijillas?

Si la Mesa del Parlamento no toma ninguna medida por este uso indebido de las dependencias de la casa de todos los catalanes propongo que otros diputados hagan lo mismo, siguiendo el ejemplo de Doña Inés. Que el diputado Raül Romeva se fotografíe con bañador subido a la tribuna del hemiciclo como si fuera a tirarse a una piscina. Que el diputado Quim Torra, vestido de trabucaire, sin olvidar la barretina correspondiente, pegue algunos enérgicos escopetazos para llenar de humo las salas nobles. Que Xavier García Albiol, equipado como jugador del Joventut de Badalona, realize algunas canastas en alguna cesta propicia. Que Miquel Iceta ejecute uno de sus bailoteos con la música a todo trapo. El Parlamento está bastante desaprovechado.