Los pactos municipales han servido para romper bloques en algunos municipios, en la Diputación de Barcelona y en el área metropolitana donde hace poco se ha reeditado el acuerdo cuatripartito entre PSC, ERC, JXcat y Comuns. Soprendentemente, en el ámbito del soberanismo ERC y JXCat han competido de nuevo con reproches mutuos por haber llegado a acuerdos con el PSC que es algo que han hecho ambos partidos allí donde más les ha convenido. Y los dos partidos han sido blanco de las críticas más hiperventiladas publicadas en Twitter por considerar que rompían una supuesta unidad estratégica del bloque independentista y claudicaban ante un PSC que apoyó la aplicación del 155. Todas estas críticas parten de la base que la política de bloques favorece la causa soberanista, una tesis que está muy lejos de ser verificada y mucho más cerca de ser refutada.

¿Quién se beneficia de la política de bloques? Si como dice la Policía hay que investigar primero a quien saca provecho, aquí y fuera de aquí, quien ha propiciado la política de bloques han sido primero el PP y luego muy especialmente Ciudadanos. La idea del "bloque constitucionalista" tiene el copyright de Aznar primero aplicado en el País Vasco contra el pacto de Lizarra y el Plan Ibarretxe y luego trasladado a Catalunya buscando la división a base de inventar un conflicto lingüístico que no existía. PP y Ciudadanos necesitaban el conflicto lingüístico para definir los bloques, necesitaban romper la convivencia para establecer los bandos y por eso quieren cargarse el modelo educativo catalán y separar a los alumnos por razón de lengua, que sería la mejor manera de alimentar el conflicto y consolidar la división. Ni que decir tiene que en un conflicto entre el castellano, lengua con 400 millones de hablantes y un estado detrás, y el catalán, que es minoritario incluso en su ámbito geográfico, lo más probable es que el pez grande acabe comiéndose al pequeño. Por ello, la posición catalanista siempre ha sido la de poner por encima de todo la convivencia y hacer de la escuela una herramienta fundamental de integración. Dicho de otro modo, el unionismo necesita una Catalunya dividida para poder ganar, mientras el catalanismo sabe que la división del país le lleva a la perdición. Trasladando la reflexión al escenario político, si el soberanismo se cierra en un bloque corre el riesgo de caer en la trampa del adversario. No deja de ser un enroque a la defensiva, cuando de lo que se trata es de abrirse cuanto más mejor.

Desde el soberanismo, la estrategia puede ser romper definitivamente con los socialistas y no dejarlos salir del bloque del 155 donde se encontraban tan incómodos o ayudarles a salir, no para que se conviertan al soberanismo, sino porque son necesarios para evitar que PP y Ciudadanos consigan su objetivo de romper el país

Es comprensible que a muchos soberanistas les provoque inquina pactar en según qué sitios con el PSC cuando en los momentos clave ha seguido punto por punto las órdenes del PSOE y también de más arriba, porque no hay que olvidar que antes del discurso de Felipe VI el PSOE estaba contra el 155 y por reprobar a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Efectivamente, los senadores del PSC, menos el president Montilla, apoyaron la aplicación del 155, se opusieron al referéndum y han callado ante la represión. Duele especialmente que personas de la trayectoria de Pep Majoral, el alcalde de Granollers, arranquen el lazo amarillo ahora que tiene mayoría. Pero también sabemos que muchos de sus alcaldes han expresado solidaridad con los presos o los han visitado en prisión, que Miquel Iceta defendió a priori su indulto… Y también que el PSC no ha participado de la batalla lingüística planteada por PP y Ciudadanos y que la mayoría de sus alcaldes han contribuido a la normalización de la lengua propia donde precisamente era más necesario. Desde el soberanismo, la estrategia puede ser romper definitivamente con los socialistas y no dejarlos salir del bloque del 155 donde se encontraban tan incómodos o ayudarles a salir, no para que se conviertan al soberanismo -los que querían hacerlo ya lo han hecho- sino porque son necesarios para evitar que PP y Ciudadanos consigan su objetivo de romper el país.

Habrá quien considere que homologar el PSC desde el soberanismo como si nada hubiera pasado es una manera de claudicar y de favorecer al adversario. Empieza a ser hora de desterrar conceptos bélicos que favorecen a la división en bloques. Un independentista comprometido que me ha inspirado para hacer este artículo me reconocía recientemente que más importante que la independencia, que requiere una larga marcha, es la pervivencia del país, porque sin país nada tendría sentido y me recordaba el juicio de Salomón: La madre auténtica del hijo vivo prefería salvarle la vida y entregarlo antes de que el Rey lo cortara en dos mitades para repartirlo con la madre impostora.