Se van dando vueltas y vueltas para averiguar cuándo serán las próximas elecciones al Parlament de Catalunya cuando la cruda realidad es que efectivamente las convocará el presidente de la Generalitat pero cuando decida ... el Tribunal Supremo. Un minuto después de que la sala tercera confirme la inhabilitación del presidente Torra y antes de que le llegue la notificación, el presidente todavía tendrá unas horas para firmar el decreto de convocatoria de los comicios y si no lo hace él, lo hará su sucesor.

Habida cuenta de la trayectoria política de la justicia española, parece inimaginable que el Supremo no ratifique la condena al president Torra, con otra sentencia escandalosa que pondrá nuevamente en ridículo al sistema judicial español. Supondrá la insólita destitución de otro presidente catalán elegido democráticamente a quien se imputa el gravísimo crimen de no haber descolgado la pancarta de un balcón.

El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya condenó al Muy Honorable President a un año y medio de inhabilitación tras un juicio en el que Quim Torra admitió que desobedeció, porque la orden de la Junta Electoral era ilegal e impracticable. Esta actitud, considerada jurídicamente como una confesión e incluso como una autoinculpación, permitirá al Supremo confirmar la condena tan rápidamente como quiera.

¿Podrá ERC facilitar la aprobación de los presupuestos generales del Estado en vísperas de unas elecciones catalanas provocadas por la sentencia del Supremo? La cizaña judicial es aún más venenosa de lo que parece

La estrategia de la defensa del presidente es alargar el proceso al máximo. Presentará el recurso un minuto antes de que termine el plazo y planteará cuestiones prejudiciales e impugnaciones, que todo el mundo sabe que serán desatendidas. Entonces surgen las especulaciones sobre cuándo se hará pública la sentencia firme. Así que, puestos a especular, dadas las declaraciones de hostilidad del Poder Judicial para con el Gobierno de Pedro Sánchez, es fácil sospechar que la harán pública en el momento que se considere que más perjudica a la estabilidad del ejecutivo.

La prueba de fuego del Gobierno será lógicamente los presupuestos. Sin presupuestos no hay estabilidad que valga y para aprobarlos el ejecutivo necesitará revalidar los mismos apoyos que consiguió por la investidura. Esto significa que ERC volverá al centro del escenario para que sus votos en el Congreso volverán a ser imprescindibles y determinantes. Entonces surge el gran problema. ¿Podrá ERC facilitar la aprobación de los presupuestos generales del Estado en vísperas de unas elecciones al Parlamento provocadas por la sentencia del Supremo? La cizaña judicial es más venenosa de lo que parece.