Es evidente que Pedro Sánchez no es un político que inspire confianza habida cuenta de sus cambios copernicanos de posición en los pocos años que lleva en primera línea, pero precisamente por eso, como está dispuesto a hacer lo que sea para sobrevivir, ahora mismo es, desde el punto de vista catalán, un interlocutor la mar de interesante. Sobre todo por dos razones: porque ideológicamente no tiene principios y porque se encuentra al borde del abismo. Si ahora no sale presidente, no será nunca más nada.

Así que si, como no se cansan de decir los grupos soberanistas, hay que gestionar el conflicto catalán desde la política y debe sentarse y hablar y dialogar y bla, bla, bla..., el único camino es alargarle la biografía a Pedro Sánchez, al menos durante unos meses, tiempo que el independentismo catalán NECESITA para aclararse, organizarse y preparar el terreno para cuando llegue La Gran Batalla, que será cuando la derecha y la extrema derecha accedan al poder. Esto ocurrirá inexorablemente sí o sí dentro de un año y medio o dos.

Si Pedro Sánchez consigue superar la investidura, la coalición con Podemos, que dependerá del apoyo de siete u ocho partidos incluida ERC, será muy inestable. Sánchez deberá gobernar con todo en contra: la vieja guardia del PSOE, los poderes fácticos, las instituciones del Estado —muy especialmente el poder judicial tal como lo dejó organizado el PP— y, por supuesto, la caverna mediática. Además, el Gobierno lo tendrá imposible para hacer políticas de izquierdas si tiene que hacer caso de las directivas europeas y, encima, si, como señalan todos los economistas, estamos a punto de entrar en una nueva recesión, el Gobierno de Sánchez, que no será la Armada Invencible, no podrá contra los elementos.

Así que la inestabilidad política española va para largo. Al igual que la crisis del 2008 se llevó por delante un Zapatero en una situación parlamentariamente mucho más sólida que la que tendrá ahora Pedro Sánchez, las posibilidades del actual líder socialista son de aguantar no más de un par de años antes de que vuelvan los franquistas al poder.

Cuando la derecha y la extrema derecha gobiernen España, el conflicto con Catalunya y el régimen de derechos y libertades entrará en una nueva fase, mucho más encarnizada, y los catalanes demócratas, sean o no sean independentistas, deberán enfrentarse a la nueva realidad. No es un escenario deseado, pero con los datos que tenemos ahora sobre la mesa parece algo inexorable. Será, de hecho, el escenario con el que sueñan los independentistas partidarios de la teoría del cuanto peor, mejor.

El movimiento independentista necesita que Pedro Sánchez supere la investidura para ganar tiempo y poder prepararse para La Gran Batalla que vendrá en poco tiempo cuando los franquistas vuelvan a gobernar

Ya veremos si lo que es peor acaba siendo mejor, pero es evidente que el movimiento soberanista no podrá hacer frente a la ofensiva brutal de un estado neofranquista si el minifundismo sigue dominando la política catalana y los líderes siguen instalados en mezquinas tácticas partidistas de vuelo gallináceo para disputarse entre ellos un poder autonómico que los franquistas y sus aliados están absolutamente dispuestos a arrebatar.

En resumen. Observando el horizonte más probable, los independentistas que confían en recuperar la política para gestionar el conflicto sólo tienen la opción de facilitar la investidura de Pedro Sánchez. Y los que sueñan con una España franquista como incentivo para la independencia, deben admitir que el movimiento independentista aún está bastante dividido como para poder responder a la ofensiva de un Gobierno de PP y Vox que tarde o temprano llegará. Aunque no sean capaces de verlo, unos y otros navegan en el mismo barco y se hundirán y nos hundirán a todos si no reman en la misma dirección ante los desafíos que se avecinan.

Sería poco honesto que JxCAT reproche a ERC que facilite la investidura de Pedro Sánchez cuando ellos son los primeros interesados

Dicho de otro modo. Que prospere ahora la investidura de Pedro Sánchez conviene tanto a ERC como a Junts per Catalunya. Que no prospere es tan suicida para unos como para otros. Como el candidato tiene suficiente con la abstención de los republicanos, JxCAT podrá permitirse el lujo de votar en contra, pero se lo podrá permitir precisamente porque los republicanos se abstienen. En este sentido, no sería muy honesto por parte de JxCAT que reprochen a ERC una posición que en el fondo les favorece. Es Junts per Catalunya, todavía sin proyecto, ni organización, ni liderazgos definidos, a excepción del president Puigdemont, quien necesita más tiempo para prepararse. La investidura de Sánchez es la mejor opción para ganar tiempo, y ya dijo Churchill que el tiempo es más importante en política que en gramática.