Es un ejercicio bastante estéril discutir si son suficientes o no las contrapartidas que ofrece Pedro Sánchez a ERC para que le vote los presupuestos. Visto desde Catalunya, las contrapartidas siempre han sido y siempre serán escasas o, incluso, una especie de rendición ante el poder estatal. Desde Madrid los acuerdos con los catalanes —a diferencia de los pactos con el PNV— siempre han sido considerados una traición a la patria. Y no sólo por la derecha. En esto PSOE y PP se han alternado según si estaban en el Gobierno o en la oposición, salvo ahora mismo cuando Felipe González, la vieja guardia socialista y los barones con aspiraciones también se apuntan al mismo discurso de PP y Vox.

Antes con CiU, después con el Tripartito y ahora con ERC. Las contrapartidas son la manera de revestir una decisión estratégica de cara a la galería. Ahora la dirección de ERC, en vísperas electorales, ha llegado a la conclusión de que la opción ganadora es apostar por la estabilidad política en España y la continuidad del Gobierno de Pedro Sánchez. Y si lo hacen así será porque tienen la percepción de que es lo que les conviene política y electoralmente. Deben considerar que buena parte del independentismo, tanto el sector que ha votado siempre a ERC como el que votaba otras opciones, lo que desea ahora es paz. Y después gloria? Quizás tengan razón. O quizás no.

De hecho, no hay muchos argumentos por parte del independentismo para apostar por la estabilidad española, ni para ayudar al PSOE a gobernar. La represión del Estado no se detiene. La fiscal general del Estado nombrada por el Gobierno de Sánchez actúa igual que sus antecesores. Crecen las acusaciones, la persecución, el odio y el ensañamiento. Los miembros del Tribunal Supremo y los fiscales que les proveen de argumentos celebrarán la Navidad con sus familias, orgullosos de haber impedido que los presos políticos catalanes puedan hacerlo con las suyas. Un espíritu muy navideño. Los socialistas españoles hacen de lobby en la Unión Europea para que a Oriol Junqueras no le reconozcan su condición de eurodiputado electo, también para que prospere el suplicatorio contra el president Puigdemont y los consellers Comín y Ponsatí. Y también para que el Parlamento Europeo no reconozca el derecho a la autodeterminación. Francamente, con estos amigos no hacen falta enemigos ...

Pero la política, decía Aristóteles hace más de 2000 años, es el arte de lo posible, y, según Fraga, hace extraños compañeros de cama. Al parecer la dirección de ERC ha decidido jugar con las fichas que tiene porque no tiene otras y su prioridad es jugar, intervenir, hacer política. De entrada, la dirección de ERC considera que el pacto presupuestario con el PSOE, por malo que pueda parecer, siempre es mejor que el no-pacto. No hace falta decir que ha habido una conspiración de Podemos con ERC para evitar que Ciudadanos se incorpore a la mayoría gubernamental que apoyó la moción de censura a Rajoy. Sería mejor para Catalunya y para ERC una mayoría de Gobierno con Ciudadanos? La cuestión es más profunda. La incorporación de Ciudadanos en la mayoría gubernamental sería incompatible con ERC y con Bildu y muy difícil de gestionar con Unidas-Podemos. Es decir, sin ERC, quizás no hay Gobierno Sánchez-Iglesias o duraría muy poco. ¿Cuál sería la alternativa? Pues después de unas nuevas elecciones la situación sería o bien la misma o un Gobierno de derecha + extrema derecha o la gran coalición PSOE-PP. Con ninguna de estas alternativas ERC tendría nada que hacer, más que organizar movilizaciones de protesta.

Por las buenas se pueden conseguir muchas cosas pero no la independencia. Por las malas, sin ejército ni policía, tampoco. La tercera alternativa consiste en hacer lo contrario de lo que quiere el Estado,  desestabilizar cuanto sea posible. Sólo por dignidad y para mantener la llama

Y todavía hay otro argumento estratégico que explica el comportamiento de ERC. Seguramente habrá elecciones catalanas en febrero. Y ERC puede que gane o no, pero si hay Govern, seguro que los republicanos estarán en él. Y, desde el Govern sólo podrán hacer política mediante la interlocución con el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Y con ningún otro.

La estrategia posibilista tiene pues sus argumentos y más cuando el país se encuentra en una crisis sanitaria, económica y social que necesita más que nunca capacidad de gobernanza. El problema es que resulta difícil de creer que se avanza hacia la independencia contribuyendo a la estabilidad y la gobernabilidad de España. ¿Por qué debería España preocuparse por unos independentistas que no estorban, que no sólo no generan problemas sino que ayudan a resolverlos?. Contribuir a la gobernabilidad de España, como hacían Pujol y Roca a cambio de más autogobierno —y poder para CiU—tenía como objetivo mejorar el encaje de Catalunya en España, que no era una mala idea pero es contraria a la independencia . No se puede hacer política en un país cuando afirmas que tu objetivo es abandonarlo. 

No nos engañemos, la independencia por las buenas no se puede conseguir. La independencia sólo se puede conseguir por las malas. Esos sí, sin ejército, ni policía y temiendo por perder el patrimonio, tampoco. La tercera alternativa es joder la marrana continuamente, hacer sistemáticamente lo contrario de lo que quiere el Estado, desestabilizar cuanto sea posible. Sólo por dignidad y para mantener viva la llama.  Veremos qué dice la gente.