La "encuesta prohibida" de Feedback que publica el diario escocés The National pronostica como todas las otras un triple empate de Junts, PSC y ERC, pero es la única que ha detectado cambios con respecto al ganador de los comicios o, mejor dicho, sobre quién queda en primer lugar, lo cual no implica necesariamente que pueda gobernar. A lo largo de la semana y diferenciando entre votos y escaños se han alternado al frente ERC y PSC para consolidarse finalmente como vencedora en votos y escaños la candidatura de Carles Puigdemont y Laura Borràs, Junts per Catalunya. Con diferencias tan escasas y con un volumen de indecisos todavía próximo al 30%, que no dudan tanto qué tienen que votar sino si votarán o no, todo resulta tan incierto que incluso se comenta que algún medio ha preferido no publicar sondeo por miedo a acertar.

Ninguna encuesta prevé flujo de votos entre bloques, es decir, que ni un solo voto independentista ni tampoco españolista cambiará de bando. El movimiento interno dentro de cada bloque es otro cosa. The National ve ahora tendencia al alza de Junts a costa de ERC y la CUP y tendencia al alza de los comunes en detrimento del PSC de Salvador Illa. Todas las encuestas prevén mayoría independentista más o menos clara, pero siempre dentro del margen de error y algunas con ganas indisimuladas de movilizar el voto españolista.

Todos han tenido mucho interés por firmar que no gobernarán con el PSC e, insólitamente, no se han comprometido a gobernar juntos aceptando la presidencia del que obtenga más votos. Habrá que ver si los catalanes les dan otro oportunidad, sin embargo, en todo caso, será la última, cuando menos, de esta generación

No hay que decir que el españolismo en la cuestión principal aparca y aparcará todas sus diferencias. "España antes roja que rota", llamaba en los años treinta José Calvo-Sotelo, líder de la derecha monárquica española. Juan Negrín, presidente socialista del gobierno republicano también lo tenía claro: "Si esas gentes van a descuartizar España, prefiero a Franco. Con Franco nos las entenderíamos nosotros, o nuestros hijos, o quien fuera". Eso se llama conciencia nacional.

Conseguir una independencia es mucho más difícil que mantener una unidad históricamente consolidada, por lo tanto requiere una complicidad transversal todavía más sólida. Si las elecciones se presentan inciertas es justamente porque hay muchos independentistas cabreados que dudan si ir a votar o no por el cainismo que han demostrado y practicado sus representantes. Todos han tenido mucho interés por firmar que no gobernarán con el PSC e, insólitamente, no se han comprometido a gobernar juntos aceptando la presidencia del que obtenga más votos. Habrá que ver si los catalanes les dan otro oportunidad, sin embargo, en todo caso, será la última, cuando menos, de esta generación.