Cualquiera puede comprender que los partidos independentistas no estén dispuestos a apoyar los presupuestos generales del Estado que ha presentado el Gobierno mientras el presidente Pedro Sánchez no demuestre un cambio respecto de la estrategia de la represión adoptada por los gobiernos de Rajoy. Sí o sí, eso es lo que pasará. Ahora bien, en política a menudo nada es lo que parece. Estos días han pasado y se han dicho cosas que permiten sospechar que el gobierno de Sánchez y el establishment español no quieren de ninguna manera que el Estado tenga presupuestos gracias a los independentistas catalanes. El apoyo independentista a los presupuestos del Estado caería como una bomba en el Madrid político y provocaría una desestabilización de consecuencias imprevisibles. El objetivo de este artículo no es averiguar qué pasará o defender una posición sobre los presupuestos, sino poner en evidencia la magnitud de la comedia política.

De entrada, no hay que decir que, si los independentistas apoyaran los presupuestos del Estado, el histerismo de la derecha subiría mucho de tono hasta lo inimaginable, dado que ahora Pablo Casado y Albert Rivera ya consideran a Pedro Sánchez "un golpista" o "un encubridor ". Puestos a imaginar situaciones insólitas, imaginemos el escándalo que provocaría Carles Puigdemont anunciando desde Waterloo su apoyo a las cuentas del Estado español con esa sonrisa socarrona que lo caracteriza. Sería la hecatombe. Seguro que los independentistas más intransigentes se pondrían de los nervios, pero los no tan primarios tendrían el hartón de reír de su vida.

Si los independentistas apoyaran los presupuestos del Estado, el histerismo de la derecha subiría mucho de tono hasta lo inimaginable

A continuación, estallaría una nueva crisis interna en el PSOE, donde buena parte de los barones, pendientes de las elecciones de mayo, han interiorizado el discurso del adversario y piensan que incluso las buenas palabras vacías de Sánchez respecto a Catalunya les están perjudicando. Sin dudan surgirían los Bono de turno y todos los adversarios internos de Sánchez rasgándose las vestiduras. Ahora bien, lo más interesante sería que si los independentistas dan apoyo a los presupuestos sería muy difícil para el Gobierno explicar en Europa una situación tan insólita: mantener encarcelados y en el exilio a líderes políticos tan sensatos que, a diferencia de los gobernantes italianos, ¡garantizan la estabilidad presupuestaria!

Bueno, esto no ocurrirá porque ni Puigdemont ni Junqueras están dispuestos, pero, sobre todo, porque Pedro Sánchez no se lo puede permitir. Para él es mucho mejor prorrogar los presupuestos del PP por culpa de los independentistas y de la derecha que los elaboró.

Borrell tiene encomendada una operación de Estado para contrarrestar las simpatías que ha despertado el soberanismo catalán en las democracias occidentales

Precisamente, hace unos días el ministro Josep Borrell dijo en referencia a los independentistas y su rechazo a los presupuestos: "Mucha bravata, pero ¿qué se juegan a que a la hora de la verdad los votan [los presupuestos]?". El diputado Carles Campuzano, reconocido por su talante dialogante y negociador, lo acusó inmediatamente de actuar como un pirómano, en el sentido de que dinamitaba cualquier posibilidad de acuerdo. Obviamente, las declaraciones de Borrell no buscaban el acercamiento a los independentistas, sino que pretendían un efecto disuasorio, y tenía sus razones. El ministro de Asuntos Exteriores tiene encomendada una operación de Estado para contrarrestar las simpatías que ha despertado el soberanismo catalán en las democracias occidentales y rehabilitar el prestigio de España como país democrático, según reconoció él mismo en un foro en Nueva York: "No solo en EE.UU., también en Europa, el Reino Unido ... piensan que, en España, Franco sigue vino uno y eso merece una respuesta ", afirmó.

En esta operación de respuesta participan desde el jefe del Estado hasta ex altos cargos de la Administración Rajoy, que, tal y como avanzó Nicolas Tomás en El Nacional, han sido colocados en puestos claves para mantener la cruzada. Esta es la razón por la que el PP y Ciudadanos miraron a otro lado cuando trascendió que Borrell hizo uso de información financiera privilegiada, un escándalo mucho más grave que los que hicieron caer a los ministros Huerta y Montón.

El argumentario que utilizan el ministro de Exteriores y sus subordinados peperos para convencer a las cancillerías occidentales de que el soberanismo catalán es una ideología perversa incluye auténticos libelos contra los presidentes catalanes y los líderes independentistas. Así que es fácil imaginar la angustia del ministro Borrell si tuviera que justificar la cárcel y la represión de líderes políticos como Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, que probablemente volverían a ser portada del Financial Times.

El gobierno Sánchez siempre será más estable gobernando en minoría sin el apoyo de los independentistas

Desde este punto de vista, la alternativa, es decir, que no haya presupuestos, parece mucho más tranquila para Pedro Sánchez, porque puede hacer dos cosas: prorrogar los presupuestos y seguir gobernando o prorrogarlos y convocar elecciones contra una derecha dividida y enfrentada que no le podrá reprochar con credibilidad haber claudicado ante los independentistas. De hecho, ya lo dijo hace unas semanas en Nueva York: "Si los independentistas no cooperan, iremos a elecciones”. Seguro que después de recibir a Richard Gere y a Tim Cook en la Moncloa ya no tiene tanta prisa. La gran paradoja es que, a pesar de la aritmética parlamentaria, el gobierno Sánchez siempre será más estable gobernando en minoría sin el apoyo de los independentistas; así que tal vez toda esta comedia del pacto con Podemos de unas cuentas que en Bruselas no gustan y las peticiones de apoyo al PDeCAT y ERC solo tienen como objetivo preparar el terreno para luego justificar la prórroga o la convocatoria de elecciones “por culpa de los independentistas y de la derecha irresponsable”.

Ojo, que también alimenta esta teoría la actitud de la parte catalana. Cuando ERC insiste cada día, mañana, tarde y noche, que no se pueden votar los presupuestos del Estado si el Gobierno no ordena a la fiscal general que retire la acusación de rebelión contra los líderes independentistas. Ciertamente, el Gobierno lo puede hacer, pero basta que se lo ordene desde fuera y en público y se presente como moneda de cambio para unos presupuestos para que sea definitivamente inviable. Todo el mundo sabe que hay cosas que para que se puedan hacer no se deben decir, y que si se dicen ya no se harán. Y esto también lo saben los políticos soberanistas; así que, si insisten tanto, será por alguna razón. Ellos quedan muy íntegros ante su parroquia, pero, al mismo tiempo, le hacen un favor al Gobierno y al PSOE porque también salen ganando. Quedan bien con su clientela rechazando la exigencia soberanista y de paso neutralizan los ataques de la derecha. O sea, que ganan ambos. Dios nos libre de pensar que lo tienen hablado. "Honi soit qui mal y pense".