De Pedro Sánchez se desconoce su ideología, pero hay que reconocer que demuestra tener más coraje político e instinto de supervivencia de lo que es habitual en la política española. Nadie como él ha muerto y resucitado tantas veces en condiciones tan difíciles. Con el cambio de Gobierno anunciado el sábado y los cambios que prepara para el 40º Congreso del PSOE, previsto para el mes de octubre, podría decirse que se dispone a jubilar definitivamente a todas las viejas guardias socialistas que tanto le detestan. Y lo hace imponiendo una nueva hornada de ministros y dirigentes que le serán fieles porque le deberán el cargo que buena parte de ellos no habían soñado jamás. Es el 'PSOE Next Generation'.

Casi todos los nuevos ministros entraron en política o se hicieron militantes socialistas cuando Felipe González y Alfonso Guerra ya habían desaparecido del escenario. Ahora cuando los felipistas, guerristas y tutti quanti refunfuñen, los nuevos dirigentes preguntarán quiénes son y Sánchez podrá responder "ladran, luego cabalgamos".

Obsérvese también que de los siete nuevos ministros, solo uno, Félix Bolaños, hombre de estricta confianza de Sánchez, formaba parte de lo que podríamos llamar el Poder Central. Pilar Llop, la nueva titular de Justicia era diputada regional, y como tal presidía el Senado que también queda lejos del mundanal ruido. Todos los demás trabajaban bien lejos de las conspiraciones madrileñas, entregados a responsabilidades autonómicas, municipales o diplomáticas y ha sido Sánchez quien les ha ido a buscar y no al revés.

Pedro Sánchez jubila definitivamente a todas las viejas guardias socialistas. Y lo hace imponiendo una nueva hornada de ministros y dirigentes que le serán fieles porque le deberán el cargo que buena parte de ellos no habían soñado. Es el 'PSOE Next Generation'

Desde un principio, Sánchez ha crecido en contra de la vieja guardia socialista. Ganó la secretaría general siempre contra pesos pesados del partido, como Eduardo Madina. Se negó a facilitar la investidura de Mariano Rajoy, rebelándose contra las presiones del establishment. Renunció, pero volvió a ganar el 39.º Congreso contra el sanedrín político y mediático que apostaba fervorosamente por Susana Díaz. Y a pesar de haber obtenido como candidato los peores resultados electorales del PSOE, se ha mantenido al frente del partido, gracias a la audacia de la moción de censura a Rajoy que lo catapultó al poder y luego le proporcionó dos victorias electorales, muy escasas, pero suficientes para seguir vivito y coleando.

Tras la derrota sufrida por el PSOE en las elecciones madrileñas, Sánchez se decidió a pasar a la ofensiva para recuperar la iniciativa política. Decretó los indultos de los presos políticos catalanes por muchas razones, pero sobre todo para asegurarse la estabilidad con el apoyo de ERC; ha cerrado un principio de acuerdo para la reforma de las pensiones, ha sacado adelante la ley del cambio climático, la ley de la eutanasia, ha dejado que Podemos se apunte la ley Trans... Ahora hay que ver si es tan atrevido como para resolver el conflicto catalán o, cuando menos, resituarlo definitivamente en el ámbito de la política, con una mesa de diálogo que todo el mundo observa con escepticismo. Es donde se la juega más.

Y en cuanto a los ministros catalanes, se puede esperar de Miquel Iceta que no se haga perdonar sus orígenes y actúe como ministro de un estado plurinacional, pluricultural y plurilingüístico como él sabe que es. Y a Raquel Sánchez, alcaldesa de Gavà ascendida a ministra de Transportes, que como todo el mundo sabe no es indepe, no hay que pedirle que haga lo que no cree. Si logra resolver el drama de cercanías y finalmente convierte la R3 en metro regional con doble vía hasta Vic -aún están los 4.000 millones eternamente pendientes- yo firmaría para que le dedicaran un monumento.