Mientras en Madrid el establishment se moviliza para boicotear la incorporación de Podemos al Gobierno, un ejército de funcionarios del Estado, en estado de crisis y ansiedad, mueve cielo y tierra para impedir que el president Carles Puigdemont sea reconocido como miembro de pleno derecho del Parlamento Europeo, acontecimiento que se prevé que podría producirse al entorno de Navidad y que también tiene todo el mundo excitado en Catalunya.

El informe del abogado general de la Unión Europea, referido a Oriol Junqueras, hizo saltar todas las alarmas. Sostiene el letrado que "la adquisición del mandato parlamentario de los diputados europeos resulta únicamente del voto de los electores y no puede estar supeditada al ulterior cumplimiento de ninguna otra formalidad". El Tribunal de Justicia de la Unión Europea todavía no se ha pronunciado, pero habitualmente suele seguir los criterios del jurista oficial. Como se sabe, el caso de Junqueras, que ha sido condenado, afecta a la sentencia, que incluso podría ser anulada. En cambio, Puigdemont no ha sido declarado culpable de nada, y, de acuerdo con el criterio jurídico del abogado de la UE, tiene todo el derecho de tomar posesión de su escaño, lo cual le conferiría el privilegio de la inmunidad que corresponde a los eurodiputados. Es decir: que, jurídicamente hablando, Puigdemont estaría en condiciones de ejercer su cargo y de circular libremente por Europa, incluidos los territorios de soberanía española.

Ante esta posibilidad y con la necesidad que tiene el independentismo de aferrarse a buenas noticias, incluso antes de que lleguen, y dada la escasez de las mismas, no son pocos los interlocutores políticos que empiezan a hacerse ilusiones antes de tiempo, hasta el punto que el debate sobre qué pasaría y qué haría falta hacer en el momento que el president Puigdemont se encuentre en condiciones de volver al país centra estos días las conversaciones en los restaurantes habituales de la clase política catalana.

Ideas que circulan: cien mil catalanes convocados por el Tsunami Democràtic escotarían a Puigdemont desde Perpinyà a Girona cuando el TJUE lo confirme como eurodiputado

Hay una cuestión previa. Con la condición de eurodiputado, Puigdemont tendría inmunidad, pero teniendo en cuenta la falta de escrúpulos demostrada por la justicia española a lo largo del procés, todo el mundo tiene claro que el retorno del president estaría cargado de riesgos y que el Estado se inventaría lo que fuera para detenerlo y encarcelarlo. Por eso también hay quien defiende la permanencia del presidente en el Europarlamento ejerciendo la defensa de los derechos del catalanes y denunciando la vulneración de derechos fundamentales en el Estado español. A lo que pocos están dispuestos a renunciar es a un retorno simbólico pero multitudinario.

Puestos a elucubrar, de los comentarios oídos estos días, destacaría dos, a cual más divertido. Puigdemont es aceptado como eurodiputado. Toma posesión del escaño y acto seguido se desplaza a Perpinyà. Allí, el Tsunami Democràtic ya ha reunido a un centenar de miles de catalanes para recibir al president y bien dispuestos a escoltarlo hasta Girona, hasta Sant Julià de Ramis, hasta Barcelona, o hasta el mismo palacio de la Generalitat. Sería una entrada triunfal que, huelga decirlo, provocaría un terremoto en el Estado de consecuencias imprevisibles.

La siguiente posibilidad sería que, a continuación, Quim Torra convoque elecciones al Parlament y Carles Puigdemont, sin renunciar al escaño europeo, volviera a figurar al frente de la candidatura de Junts per Catalunya. Serían dos terremotos seguidos... De vez en cuando, conviene soltar la imaginación ni que sea para reír un poco; y, además, todo está por hacer y todo es posible.