Donald Trump no se ha atrevido a confinar a todos los ciudadanos de Estados Unidos, pero a medida que ha avanzado la pandemia los gobernadores de los estados de Nueva York, California, Illinois, Connecticut y otros han ordenado el confinamiento en sus respectivos territorios. También lo ha hecho en Alemania el estado libre de Baviera. Hasta ahora el confinamiento total es lo que ha dado mejores resultados en Hong Kong, Singapur y China. El confinamiento total significa que se para la actividad económica de manera que, excepto los servicios esenciales, la gente no tiene que ir a trabajar, con lo cual se reducen drásticamente los desplazamientos y la propagación del virus. Los partidarios de esta medida admiten que tiene costes pero que acorta la batalla contra el virus y reduce el número de víctimas.

En España, el decreto del estado de alarma ya contempla un cierto confinamiento pero aún obliga a la gente a ir a trabajar a pesar de que su actividad no sea urgente ni necesaria. Por eso aún funciona también el transporte público urbano e interurbano. Ha pasado en algunos centros de trabajo que cuando se ha conocido un caso de contagio, el resto de trabajadores ha "reivindicado" la cuarentena. Si un trabajador preocupado por las posibilidades de contagiarse se niega a acudir a su puesto de trabajo, la empresa podrá despedirle sin contemplaciones. Mientras que si es el Estado quien decreta el confinamiento, son las empresas las que están obligadas a cerrar.

De acuerdo con la evolución de la pandemia en otros países, habría sido un acierto que el Gobierno decretara el confinamiento total al menos en Madrid, cuando se constató la subida vertiginosa en el número de infectados. También en Catalunya y en la provincia de Vitoria pese a tener registradas muchas menos víctimas. Cuando el presidente catalán Quim Torra ha pedido el confinamiento total de Catalunya, tanto el Gobierno como su corte mediática lo han querido presentar como una actitud desleal, insolidaria y partidista. Hasta alguna columnista y algún telepredicador han querido desacreditar científicos de prestigio global relacionándolos con oscuras connivencias independentistas. Cree el ladrón que todos son de su condición. No lo han visto igual cuando lo ha pedido Baleares o Murcia.

Con las previsiones de contagio y el riesgo de colapso en el sistema sanitario, Pedro Sánchez no tiene más remedio que ordenar el confinamiento total. Lo más grave sería que no lo hiciera para no tener que admitir que el presidente catalán tiene razón

Ya se sabe que en el escenario político-mediático español cualquier iniciativa catalana es siempre sospechosa. Sabiendo eso el presidente Torra podría haber planteado la cuestión de un modo más general. Insistiendo tanto en el concepto "confinar [solo] Catalunya", ha puesto en bandeja al Gobierno español y sus propagandistas la eterna tesis de la insolidaridad catalana, cuando quien ha politizado la batalla contra el virus y que no ha actuado de acuerdo con las recomendaciones de los científicos ha sido el Gobierno español. El confinamiento total tiene argumentos y científicos partidarios, mientras que no se ha oído ningún argumento científico ni operativo que justifique el no confinamiento total.

Cuando Pedro Sánchez se decide finalmente a decretar el estado de alarma, lo primero que hace es centralizar las decisiones. No lo hace por razones de eficiencia sino de poder. Para dejar claro dos cuestiones previas. Primera. que quien manda es él y nadie más. Y segunda, la canción de siempre, que "España es una no cincuenta y una”, como ha cantado siempre la caverna. Sánchez podía haber actuado de otro modo, de una manera que podríamos decir más federal, presentarse como el gran coordinador, el director de orquesta, pero le ha faltado sabiduría y coraje. Sabían que tenían que cerrar Madrid y no se atrevieron por el miedo endémico a hacer excepciones territoriales. En momentos de crisis, ni siquiera Madrid existe, como tampoco existe el País Vasco y menos Catalunya. Sólo España. La concepción eterna y unívoca de España, la España que hace y deshace desde Madrid sin conocer el terreno. Y también porque no fuera a ocurrir que los catalanes demuestren mayor capacidad para gestionar la crisis que la capital del Estado.

El Ministerio de Sanidad no tiene competencias porque están traspasadas a las comunidades autónomas. Sólo mantiene las competencias en Ceuta y Melilla, por tanto desconoce absolutamente las infraestructuras, los sistemas de funcionamiento, la interlocución, las necesidades y los criterios que se aplican a cada región sanitaria. Consta de fuentes catalanas que el ministro Salvador Illa actúa con todo el sentido común de que es capaz en una situación tan difícil, pero la Covid-19 ha desbordado a todos y el ministro no puede hacerse cargo de todo. Se ha llegado al extremo de buscar en Catalunya médicos recién licenciados para trasladarlos a Madrid, es decir, desnudar un santo para vestir a otro, y el descontrol en la distribución de material de protección para los sanitarios es ahora el desbarajuste más preocupante. Hasta el punto de que algunos facultativos han considerado que debían organizar crowdfunding para hacer pedidos a China por su cuenta. La orden que facultaba a requisar en la aduana cualquier material sanitario —para centralizar su distribución— disuadió a un proveedor chino, que teniendo un pedido español de un millón de mascarillas, prefirió desviarlas a Alemania antes de que fueran requisadas en España y nadie se hiciera cargo del pago.

Ciertamente, en momentos de crisis como el actual, se debería evitar la politiquería, y sería mejor que todos los políticos fueran a la una, es un discurso fácil de hacer, pero lo que no se puede pedir a un gobernante como al presidente catalán que calle y otorgue cuando en 24 horas los infectados y los muertos se han multiplicado por tres en sólo 24 horas y no hacen caso a su petición de confinamiento total sin más argumento que España es una.

Ahora ha salido otro manifiesto de médicos y científicos pidiendo el confinamiento total en toda España. Con las previsiones de contagio y el riesgo de colapso del sistema sanitario, seguramente Pedro Sánchez no tendrá más remedio que hacer lo que le pide Quim Torra hace días. Lo más grave sería que no lo hiciera para no tener que admitir que el presidente catalán, con todas sus dificultades comunicativas, y aunque mal explicados sus argumentos, esta vez tiene razón.