Hay que insistir en que la verdad pura y dura es que Pedro Sánchez no tiene ni ha tenido la mínima intención de aprobar los presupuestos del Estado con el apoyo de los diputados independentistas. Sabe que no se lo permitirían. Así que todo el ritual de acuerdo progresista con Podemos es un fantástico spot propagandístico para fingir que ha llegado la izquierda al poder y que si no hace más es por culpa de la convergencia de los independentistas con la derecha española. Harían bien los líderes soberanistas de dejar de llenarse la boca con el no a los presupuestos como si fuera una heroicidad, porque provocan un ataque de risa en Madrid, donde no están ni se les espera. De hecho, más divertido sería que votaran a favor, porque provocarían un cataclismo de consecuencias imprevisibles.

Si algo ha quedado bastante claro desde la moción de censura que descabalgó a Mariano Rajoy, es que el Gobierno de Pedro Sánchez no significaba un cambio político en el sentido estricto, sino una rectificación estética de urgencia para salvar a un régimen que se hundía por la corrupción, la inoperancia y el eco internacional del desafío catalán. Ya se han producido suficientes hechos que demuestran que Sánchez no manda. No tocará los presupuestos, no se atreve a ordenar a la fiscalía lo que tiene que hacer, y pobre de él que cancele la venta de armas a Arabia Saudí, patrocinada por el rey Felipe, que tanto deploró cuando ejercía en la oposición.

Sí que es cierto que el actual líder del PSOE se ha dado cuenta de que el conflicto catalán es el eterno invento estratégico de la derecha española para cerrar el paso a la izquierda. La izquierda sólo ha podido gobernar en España cuando ha sido muy mayoritaria en Catalunya. Sin el apoyo mayoritario de los catalanes, no tiene nada que hacer. Por lo tanto, lo que le conviene al PSOE es acabar o, al menos, pasar página del conflicto catalán lo antes posible, lo que difícilmente sucederá mientras haya presos y exiliados. Por ello Miquel Iceta habló antes que nadie del indulto y tantos socialistas han expresado que preferirían que no hubiera líderes soberanistas en prisión. Quizás personalmente algunos los aprecian, pero sobre todo saben que les perjudica.

El actual líder del PSOE se ha dado cuenta de que el conflicto catalán es el eterno invento estratégico de la derecha española para cerrar el paso a la izquierda

Ahora bien, el PSOE de ahora no es el de 1934. Entonces, cuando tras las elecciones de 1933 la derecha española intentó pervertir el proyecto republicano del 31, la izquierda española se levantó en los territorios donde dominaba, Asturias... y Catalunya. Los historiadores rigurosos saben que la proclamación del Estado Catalán el 6 de octubre formaba parte de una conspiración inequívocamente republicana y, por tanto, española. La prueba es que cuando las izquierdas recuperaron el poder el 36, Companys y su Govern fueron restituidos.

Ahora, Catalunya se ha adelantado contra la involución democrática perpetrada por quienes reivindican una tergiversada Constitución del 78 que votaron en contra. Y Catalunya se ha encontrado casi sola, sólo con Podemos. Dentro del PSOE hay una quinta columna nacionalista española, que incluso recuerda con orgullo el falangismo de sus ancestros como ejemplo patriótico. Son los que, si Sánchez no reacciona, lo llevarán a la perdición.

En España hay un cuñado del Rey en prisión porque era tan escandaloso todo lo que hacía la familia, que tuvieron que hacer abdicar al padre y hacerle pagar al yerno la salvación de la empresa familiar. Todos los partidos del régimen tienen condenas por corrupción. El Tribunal Supremo está tocando fondo. El Partido Popular, que está absolutamente podrido, condenado por corrupción y con escándalos, como el de Cospedal y Villarejo, ha optado por levantar la cabeza para erigirse no en garante de la unidad de España, sino como "martillo de herejes" que señala al PSOE como aliado del anti-España. Es lo que han hecho siempre. Han convocado una cumbre presuntamente constitucionalista para dejar fuera al PSOE. Y, por su parte, Ciudadanos y Vox han convocado manifestaciones contra un hipotético indulto a los independentistas, que va dirigido inequívocamente contra el PSOE. Catalunya se ha convertido la coartada para tapar la decadencia española, hasta el punto de hacerse imprescindible, para la derecha y para la izquierda.