Esta noche, en la Diagonal he vuelto a oír una canción que me cantaba mi madre flojito para que no la oyeran los vecinos ―"la reina vol corona, corona li donarem, que vingui a Barcelona i el coll li tallarem"―. Hoy no era más que una simpática referencia histórica, con la diferencia que ahora la canción se dedica al Rey, lo que significa que volvemos a estar como en los años treinta, cuando cansados de la "dictablanda" los españoles decidieron cambiar de régimen. Ahora, de momento, todo es más suave y nadie desea la muerte de nadie. El grito más unánime era "fuera el Borbón" y los que se animaban con el "muera el Borbón", también de referencias históricas, no recibían mucho apoyo. Con que se vaya el monarca y todo lo que conlleva, la gente tendría suficiente.

Me atrevo a decir que si en España se planteara un cambio de régimen hacia la República, los catalanes serían los primeros en contribuir, y me atrevo a decirlo porque es lo que siempre ha pasado. La estadística histórica no engaña. Sin Catalunya nunca España habría tenido ninguna de las dos repúblicas.

En la Diagonal había bastantes banderas republicanas y consignas significativas en las pancartas. "No va de banderas, va de sistema, abajo la monarquía", decía una. Más biofilosófica y creativa era esta: "Espermocracia no es democracia". Todo el mundo a su alrededor se hacía selfies.

No estamos en los tiempos de la guillotina. La gente no es tan sanguinaria, pero cuando un rey toma partido, como ha hecho Felipe VI, y como hicieron sus antepasados, la monarquía inicia el camino de la retirada

El caso es que un acto del Rey, que tenía que celebrarse en Girona, ha tenido que refugiarse en Barcelona porque era más fácil organizar la protección de mil policías antidisturbios. No deja de ser una retirada que sólo puede ir a más. Los reyes, las monarquías, como que no se pueden votar, sólo se sostienen por la estimación del monarca, o dicho en términos más políticos, por un consenso social favorable. Cuando éste desaparece, las monarquías acaban mal y los monarcas, aún peor.

No estamos en los tiempos de la guillotina. La gente no es tan sanguinaria, pero cuando un rey toma partido, como ha hecho Felipe VI, y como hicieron sus antepasados, la monarquía inicia el camino de la retirada. De momento, el Rey de España ha tenido que huir de Girona y no le rinde los honores correspondientes al president de Catalunya y tampoco la alcaldesa de Barcelona.

Aprovechando el proceso soberanista catalán, cuando la institución se encontraba asediada por la corrupción y la inestabilidad, Felipe VI optó por envolverse en la bandera para identificar la monarquía con la unidad de España. Y esta noche ha insistido criminalizando las protestas por la injusticia y la libertad de los presos políticos cuando dice que "la violencia y la intolerancia no tienen cabida en Catalunyaa", que resulta todo un sarcasmo. ¿Quién es violento y quién es intolerante?

Todo ello no es más que una táctica para salir del paso. Y dura lo que dura, porque la desafección no tiene marcha atrás. Ahora parece que, solo son los catalanes. Independentistas o no, todos juntos suman cerca del 80% de rechazo a la monarquía. Pero resulta que las banderas republicanas ya son habituales cuando se manifiestan los pensionistas de Bilbao, los maestros gallegos, los perjudicados por las infraestructuras en Murcia o los damnificados de la España vaciada. Esta efervescencia tiene mucho que ver con el hecho de que Pedro Sánchez descartara el pacto con Unidas Podemos, un partido republicano que lleva el color morado y que precisamente por eso fue víctima de la guerra sucia del Estado. La pervivencia de la monarquía ya no depende del monarca. Como ha ocurrido antes, la tendencia creciente de la reivindicación republicana subirá repentinamente y estallará a raíz de la próxima crisis política, econòmica e institucional, que tal y como señalan los vaticinios, la tenemos a tocar. Los Borbones van a peor porque a Felipe VI, refugiado en el Palau de Congressos, no le han dejado leer una pancarta que decía: "Nos queréis terroristas y os queremos demócratas".