A lo largo de mi carrera profesional, algunos políticos me han ofrecido escribir un libro sobre ellos y siempre he declinado la propuesta. Sólo una vez me ofrecí yo a hacerlo. Se lo propuse a Alfredo Pérez Rubalcaba. Por dos motivos. Porque no había posibilidad de que se me identificara políticamente con él y porque le consideraba el político más interesante y al mismo tiempo el más inquietante que he conocido. Me dijo que no, claro. Ya tenía a alguien de confianza que se lo escribiría.

La desaparición repentina de Alfredo Pérez Rubalcaba y el unánime homenaje que ha recibido por parte de representantes de colores e ideologías diversos lleva a la conclusión de que se ha muerto un gran político y esto permite reflexionar sobre cuándo se puede decir que un político es o ha sido bueno y desde qué punto de vista. Por ejemplo, Rubalcaba fue quien consiguió de verdad que ETA dejara de matar y también fue uno de los artífices principales que gestionaron el proceso de abdicación de Juan Carlos I y posterior coronación de Felipe VI para salvar la monarquía. Rubalcaba trabaja siempre para que el Estado funcione, lo que se puede ver como algo positivo, pero cuando el Estado no funciona, se empeña en repararlo sin sustituir ninguna pieza y eso ya no resulta siempre tan positivo.

La movilización de la realeza en los actos funerarios confirma cuán agradecida está la familia Borbón con el político socialista. Rubalcaba hizo lo que hizo para asegurar la continuidad dinástica en un momento difícil. Y lo hizo a pesar de liderar un partido que se define republicano. Obviamente Rubalcaba apostaba por la estabilidad política en un momento convulso, así que su actuación se puede juzgar de dos maneras. Por una parte, evitar una probable crisis política de consecuencias imprevisibles, pero también contribuyó a consolidar un régimen trastornado por la corrupción, la crisis financiera y el desastre económico.

Rubalcaba podía haber impulsado un referéndum para que los españoles decidieran si preferían una república, pero nada más lejos de sus intenciones. Más bien fue un político implacable con iniciativas regeneracionistas como el Movimiento 15-M que desembocó después en la fundación de Podemos. Obsérvese como detalle significativo la diferencia entre los elogios que ha dedicado a Rubalcaba Albert Rivera y el conciso pésame a la familia que ha comunicado Pablo Iglesias...

Rubalcaba ha trabajado siempre para que el Estado funcione, lo que se puede ver como algo positivo, pero cuando el Estado no funcionaba, se ha empeñado en repararlo sin sustituir ninguna pieza. Ahora recibe elogios de todos como un político extraordinario pero cuando fue candidato el PSOE recibió el peor resultado hasta entonces

Efectivamente, pues, Rubalcaba ha sido un hombre trascendental, que, como ha destacado todo el mundo, ha actuado siempre "con sentido de estado" y firme partidario de la máxima lampedusiana, que todo cambie para que nada cambie. Ganó in extremis la secretaría general del PSOE a Carme Chacón con un discurso continuista y con el apoyo desesperado de Felipe González y Alfonso Guerra. Consiguió que el PSC renunciara definitivamente al "derecho a decidir". Cuando el Estatut, intentó conciliar posiciones a base de rebajas catalanas. Cabe reconocer que admitió que el Constitucional había cometido un error al tumbar el Estatut que había votado la gente, pero, una vez puesto en marcha el procés, su razón de Estado avalaba impedir aunque fuera antidemocráticamente la reelección de Puigdemont.

Ahora Pedro Sánchez no ha escatimado elogios a Rubalcaba, pero su antecesor en la secretaría general es de los que más contribuyó a su defenestración cuando Sánchez se negó a facilitar la investidura de Rajoy. Y ha sido Rubalcaba quien antes y después describió como un "gobierno frankenstein" el surgido de la mayoría articulada en torno a la moción de censura contra Rajoy.

Queda claro que Rubalcaba nunca se ha movido por convicciones estrictamente ideológicas. Como buen exalumno del Colegio del Pilar, la escuela de donde salen los prohombres del deep state español, ha ido subiendo en el escalafón sin que de su boca salga ninguna arenga izquierdista. En el Congreso de 2012 su mensaje principal fue: "Necesitamos un liderazgo fuerte y yo lo seré... El PSOE no puede renunciar a ninguna de sus siglas y debe tener una posición común. El PSOE es un partido y no una confederación de partidos. Un partido que se parezca a España".

Alfredo Pérez Rubalcaba ha sido el dirigente socialista que sin haber llegado a presidente del Gobierno ha recibido un mayor reconocimiento público, institucional y políticamente transversal, pero esto contrasta con el hecho de que cuando se presentó como candidato a la presidencia del gobierno español el PSOE obtuvo sus peores resultados hasta la fecha. Con lo cual surgen más y más preguntas. Si era tan bueno, tan excepcional, tan extraordinario... ¿por qué la gente socialista no lo votó? ¿Son incompatibles los elogios de la derecha y los votos de la izquierda?

¿El llamado sentido de estado es un valor progresista? ¿Acaso el sentido de estado no és más que un invento de la derecha para engatusar la izquierda? ¿A quién se debe un político? ¿Al Estado al que debe servir o a la gente que lo ha votado? ¿Qué define que un político ha sido bueno? ¿Bueno para quién?