El ciclo de absorción de lo que es antisistema por parte del sistema ya está casi completo. El martes se estrenaba el nuevo late night de TV3, Zona Franca, a cargo de Joel Díaz, y aunque esto podría ser una crítica televisiva del programa, el programa sólo será la excusa. Joel es un buen ejemplo de cómo los grandes medios de comunicación se nutren de todo lo que prospera a su alrededor, incluso cuando lo que prospera tiene valor precisamente porque queda fuera de los grandes medios de comunicación. Que la televisión pública del país salga a buscar talento más o menos joven para renovar la parrilla y ofrecer una cosa fresquita y ventilada no tendría que ser ninguna mala noticia. Pero en un país pequeño como el nuestro, con unas dinámicas como las nuestras, al final todo acaba teniendo su trampa. Si lo que nace en los márgenes pasa al núcleo y lo que nace en el núcleo pasa a los márgenes, es que existe un ciclo de renovación natural de las cosas: la gente cambia de trabajo, los medios se adaptan a los nuevos formatos, aparecen nuevos talentos y el público sacia su sed de cosas diferentes. La sensación, sin embargo, es que el intercambio no acaba de ser exactamente ese porque no hay intercambio, hay cesión unidireccional.

Esta tendencia vacía los márgenes y encasilla el significado del éxito en un único final: trabajar en los grandes medios de comunicación

En una gran fotografía del audiovisual del país, TV3 y el Grupo Godó estarían en el centro y todo lo demás orbitaría a su alrededor. Todo lo demás quiere decir desde L'illa de MaiansLes Golfes, de La SotanaLa Riota, de Casablanca a Gent de merda, de La LectoraStroligut, de los youtubers del Canal Malaia al podcast que hacen cada miércoles los vecinos del cuarto entre birras y pizzas. Incluso orbitaría El Soterrani, aquí, como una seta con sus propias características. Si hoy analizamos los programas que hacen de piedra angular de la programación televisiva y radiofónica del país, en algunos de ellos —o en bastantes— encontramos a gente que empezó currándose un proyecto fuera de este paraguas con una mano detrás y otra delante. Que hoy estén donde están quiere decir varias cosas. La primera, que los grandes medios de comunicación son conscientes de que no generan estrellas autónomamente. Saben que las tienen que ir a buscar. La segunda, que la dinámica de intercambio centro-periferia (con el permiso de Íñigo Errejón) no funciona de manera redistributiva, sino más bien como un agujero negro. Los agentes del núcleo esperan la aparición de talentos externos con suficiente consenso para que apostar por ellos desde un gran medio tenga un riesgo bajo. La tercera, que esta tendencia vacía los márgenes y encasilla el significado del éxito en un único final: trabajar en los grandes medios de comunicación.

Si los márgenes siempre acaban en el núcleo, el panorama audiovisual se empobrece. Si todo lo que antes era antimainstream acaba formando parte del mainstream, el panorama audiovisual se empobrece y se convierte en una gran masa de contenido uniforme. Ya aparecerán cosas nuevas, pensarás. Por supuesto. En Catalunya, gracias a Dios y a los catalanes, cada día brotan cosas nuevas. El problema es que no aparecen a la misma velocidad con la que los grandes medios hacen sus fichajes y no siempre hay un equilibrio entre lo que les pertenece y lo que no. Los márgenes se secan hasta que nace un antimainstream de eso que ahora ya es mainstream. Mientras tanto, habrá una homogeneización hasta que a alguien le empiece a salir a cuenta ir contra lo que ahora ya es el sistema, como hizo en su momento La Sotana.

La lengua pierde un espacio en los márgenes muy necesario porque en los márgenes se es más libre y perdemos en diversidad, nuestra mejor arma

La clave para contrarrestar estas fuerzas, y romper la caracterización de cada empresa fuera de los grandes medios como una agencia de colocación de los mismos grandes medios, tiene que ser que salga tanto o más a cuenta entrar que no entrar. ¿Y qué problema es que la gente quiera trabajar en la CCMA o en el Grupo Godó?, pensarás. Ninguno. Dan exposición, tienen dinero, recibes tanta validación como puedes recibir por tu trabajo, si algún día patinas, quedas más o menos protegido y estás "arriba del todo". Del nuestro "todo", claro está. La cuestión no es que la gente quiera trabajar allí. La cuestión es que cada vez que alguien que se ha ganado el pan sin depender de estos medios, se lo empieza a ganar dependiendo de ellos, corremos el riesgo de que o bien se convierta en un nuevo sistema o bien abandone lo que desde fuera le hizo darse a conocer y nuestra lengua pierde un espacio en los márgenes muy necesario, porque en los márgenes se es más libre. En cualquier caso, perdemos en diversidad, nuestra mejor arma. Hasta que el "todo" de "llegar arriba del todo" ya no sea uno solo y sean muchos y hasta que ya no sea estrictamente sinónimo de haber entrado en los grandes medios, eso se irá repitiendo y nosotros seremos los espectadores.