El PSC, marca local del PSOE, ha empezado, cumpliendo su programa, a pasar página. Como primera medida, ha decidido recurrir ante el TC el voto delegado del diputado Lluís Puig. En parte, la mayoría parlamentaria independentista, y ahora electoral, juega al borde del área de castigo, como diríamos en fútbol, sin necesidad. No se acaba de ver a santo de qué no se reformó el reglamento del Parlament con el fin de ampliar las emergencias de votación y en esta legislatura no se ha formado ya la comisión adecuada -que no depende del gobierno- para reformarlo de inmediato.

Pero lo que importa es la forma de pasar página por parte del PSC-PSOE. No ha esperado los cien días de gracia, no ya hacia el gobierno -que por ahora no está constituido ni se nota prisa para hacerlo-, sino en la legislatura. El voto de Puig, delegado o no, no comporta ninguna modificación en la voluntad parlamentaria. La cortesía, aunque mostrar malestar por la decisión de la mesa del Parlament aquí no costaba nada, no suponía ningún sacrificio. Se podrá decir, por otra parte, que eso de los cien días es un uso parlamentario en desuso, un uso del pasado. Puede ser. Pero pasar página podría significar también eso, recuperar antiguas -no tanto- buenas costumbres. Se podría decir que el recurso ante el TC hacía falta interponerlo sí o sí, que es una cuestión de principios. Ya basta. En España sobran principios y faltan resultados.

A Sánchez (...), hay que ponerle un buen incentivo en frente. Este, hoy por hoy, no es otro que un gobierno fuerte, sólido y adulto en Catalunya

Todo eso de pasar página, claro está, entendiendo que sea pasar hojas de un libro de acceso limitado. Como el que debe de tener, a modo de ejemplo, el rey exiliado. El libro está cerrado a cal y canto, si es que existe.

Pasar página no es tener olvidada la mesa de diálogo. Ciertamente, no hay todavía gobierno en la Generalitat, en parte, por reticencias de JxC sobre precisamente la mesa de diálogo. Parece que, todavía, priman dos factores para la existencia de estos gobierno. Por una parte, la dirección del procés se diría que no lo tiene que llevar a cabo el gobierno, sino otras instancias, digamos, informales. Por la otra, mantener una línea de confrontación que sea inteligente. Hasta ahora lo que hay es, desde el punto de vista de la acción política, una parálisis no especialmente inteligente.

Esta parálisis permite al PSOE-PSC proseguir, vía fiscalía, la política de revocaciones de terceros grados a los presos políticos. Y, por encima de todo, mantener los indultos -y la correlativa negativa a hablar de la amnistía- en el horizonte, en el infinito, siempre a la misma distancia. Al horizonte no se llega nunca, ya que la tierra es redonda.

Esta forma de pasar página a coste cero no tendrá más traba que con la instauración de un gobierno fuerte, formado por políticos adultos; es decir, con altura de miras y poniendo ante todo el interés colectivo, lo que mayoritariamente los ciudadanos han escogido. Mientras el PSOE no tenga delante un gobierno que le pueda plantar cara, el PSC pasará página como hasta ahora: escogiendo las páginas que quiere el PSOE. Sánchez, según propios y extraños, es proclive a tener una flaca memoria y no responde, como buen cesarista, más que a la inmediatez, y hay que ponerle un buen incentivo en frente. Este, hoy por hoy, no es otro que un gobierno fuerte, sólido y adulto en Catalunya.

Y el PSC, entonces, pasará página.