En la rueda de prensa de hoy, Laporta ha hecho un trailer muy amplio -casi la peli entera- sobre las cuentas de Barça. Por lo que ha dicho, que se ratificará punto por punto en la auditoría oficial que se presentará en septiembre, las cuentas del Barça, tal como las ha dejado la junta anterior, parecen más bien un cuentos. Aquí la ortografía representa un papel esencial: las palabras pueden sonar similares, pero tienen significados radicalmente diversos. O lo que es lo mismo: si las cuentas son cuentos, mal, muy mal.

El estado de cosas económicamente hablando es la madre de todos los males de Can Barça. Se llama deuda desbocada. Y va más allá de eventuales responsabilidades jurídicas. Me refiero a que el Barça, junto a otros tres clubs de la Liga española (Real Madrid, Athletic Club y Osasuna), no son unas peculiares sociedades anónimas, sino que siguen siendo asociaciones sin ánimo de lucro. Teóricamente son de los socios, no de los abonados. Teóricamente.

Pues bien, lo que no está encima de la mesa y tendría que salir a la palestra con luz y taquígrafos es un hecho incontrovertible económicamente. Cuando una empresa -y el Barça materialmente lo es, ya que participa activamente en el mercado- está endeudada (1.350 millones de euros, nos dicen), sea cual sea la salida legal, esta empresa, por definición, es vulnerable.

¿Por qué? Sencillamente cualquiera con ganas de hacer suya una entidad en pérdidas compra su deuda, siempre a la baja, con muchas quitas, y se hace el dueño de ella. Es algo visto mil veces. Los acreedores no tienen claro cómo y cuándo verán saldados sus créditos y los venden, con importantísimos descuentos (más del 50% incluso) y se desprenden de un riesgo que puede lastrar su cuenta de resultados. Comprar empresas en números rojos es tan antiguo como el mundo. La finalidad puede ser reflotarlas y dirigirlas o reflotarlas para venderlas como un todo o venderlas a parches, disfrutar de ventajas fiscales...

Llegamos al Barça. Como el mismo Laporta ha dicho de paso -las menciones de paso son primordiales: es donde radica el hilo que lleva a la realidad-, la UEFA -paradigma del buen quehacer, la honestidad y la transparencia!- ya lo pilló en su mandato anterior a causa de no ser una sociedad anónima y empeñarse en perpetuar el Barça como asociación civil, con sus socios como únicos y soberanos propietarios.

No parece plausible que ante de la puerta de un Barça económicamente saneado se plantaran compradores dispuestos a pagar un euro sobre el otro el valor real de la entidad. No sería, cuando menos de inicio, un buen negocio, es decir, uno de dar prontas y jugosas rentas.

Ahora bien, ante un Barça endeudado hasta las cejas -si no queremos decir arruinado- no hace falta que se plantara nadie. El interesado podría llamar a la puerta, a espaldas del mismo Barça, ya que no hay que comunicarle sus planteamientos, de las entidades acreedoras y comprar la deuda con una quita -un descuento- sustancial. El nuevo propietario refería la entidad, la pasaría a sociedad mercantil y empezaría un nuevo plan de negocio al margen de los socios que, con verosímil razonabilidad, no se harían cargo de la deuda del club.

Cuando dispongamos de la auditoría, en septiembre, y podamos analizar con propiedad los números, podremos saber si generar una deuda evidente era la antesala de la mercantilización del club o simplemente nefasta e imprudente gestión

Este es, según mi opinión, el principal mensaje implícito a la rueda de prensa de hoy de Laporta. Ha soltado bastantes veces el rumor de que el club es de los de los socios. Sin embargo, para seguir siendo propiedad de los socios, la deuda tiene que ser asumida por el mismo club. Desterradas hoy, por impracticables, las derramas, no queda más camino que, por una parte, hacer austeridad económica y, de la otra, un proyecto deportivo en que mire hacia el futuro. En las dos ramas, Messi, desgraciadamente, es el pasado: los tiempos de las vacas gordas no son los actuales ni el equipo se puede seguir construyendo en torno a él -los fracasos históricos en la Champions lo manifiestan- ni el mismo como jugador dará nueva gloria a las vitrinas del club.

Cuando dispongamos de la auditoría, en septiembre, y podamos analizar con propiedad los números, podremos saber si generar una deuda evidente era la antesala de la mercantilización del club o simplemente nefasta e imprudente gestión. Lo que parece a estas alturas que resulta más que verosímil es que los presupuestos se maquillaron sin fundamento y que se eludieron los controles contable-administrativos de la entidad con el consiguiente perjuicio patrimonial a la entidad. El alcance de estas, hoy por hoy, están bastante claras las posibilidades, veremos si tendrán consecuencias jurídicas, ya sean de carácter meramente civil, es decir, patrimonial, o también, desgraciadamente, penal, por fraude al Barça.

La rentrée será excitante en Can Barça y no sólo sobre el césped. El Barça será desnudado en público y tendrá que mostrar todas sus vergüenzas. Mucho más que con ocasión de la oscura doble condena penal por delito fiscal, un precedente insólito en el fútbol de Catalunya. Un precedente vergonzoso, que no augura un futuro venturoso inmediato.