La declaración, el jueves pasado, del mayor Josep Lluís Trapero ante el Tribunal Supremo ha sido calificada de bomba. La primera y obvia conclusión, la de titular, la de tuit, es que fuerza armada, como pretenden quiméricamente las acusaciones, no la hubo –ya lo sabíamos-. Tanto la rebelión como la sedición son ya hielo derretido.

Ha tenido consecuencias, como lo muestra el hecho de que los medios afines al sistema alaben la desafección de los Mossos a los acusados. Lógicamente no se puede ser desafecto y compañero de viaje de los abandonados a su suerte, a quienes incluso se ha decidido detener, si se recibe la orden de hacerlo. Pero la lógica, como otras virtudes de la razón –no hablemos de la ética o de la democracia- no menudean entre los irascibles vengadores por causa de su impotencia política.

Trapero mató, sin mover ni una pestaña, toda una colección de pájaros de mal agüero. De entrada hay que recordar que, procesado por el delito de rebelión en la Audiencia Nacional, a pesar de eso declaró: pasó el desfiladero de su imputación a pulso y a cuerpo descubierto. No era fácil. Hacían falta inteligencia, valor y dignidad. Poco se ha hablado de estas tres virtudes en los medios siempre dispuestos al linchamiento del disidente.

Sin embargo, a pesar de manifestar reiteradamente que su objetivo, comunicado explícitamente a fiscales, jueces, coordinadores ministeriales, colegas de otros cuerpos policiales, conseller de Interior, gobierno y president, era el cumplimiento de la legalidad constitucional, Trapero está imputado. Y lo está, a pesar de, por ejemplo, haber hecho llegar a la causa que está abierta contra él y la cúpula de Interior en la Audiencia Nacional, su puesta a disposición al fiscal superior de Catalunya y al presidente del Tribunal Superior de Catalunya.

Esta puesta a disposición por lo que hiciera falta, en observancia del orden legalmente vigente, ¿por qué no se ha tenido en cuenta? ¿Por qué han omitido todos los altos cargos ministeriales españoles estas manifestaciones que se daban en las diversas reuniones? Pues, lisa y llanamente, por mala fe.

Sabiendo todo esto, se imputa a Trapero y se hace pasar al Cuerpo de Mossos d'Esquadra como el brazo armado de la rebelión/sedición delirantemente presentada. Eso se llama mala fe y, quizás, algo peor.

La mala fe continúa en la forma en que el mayor Trapero es convocado como testigo en el juicio delante del TS. No es creíble que la acusación popular y la fiscalía no actuaran concertadamente. La primera aporta a Trapero a la causa y, después la fiscalía acaba el trabajo. Una fiscalía que, sorprendentemente, no llama a Trapero como testigo. ¡Increíble!

La fiscalía, sin embargo, no contaba con un innovador Marchena que, como hemos visto, ha creado la doctrina Torrent I, para aplicar después a discreción la doctrina Torrent II. Estas doctrinas rompieron el plan de las acusaciones y la verdad de Trapero lució sin obstáculos.

Trapero desnudó la pretendida coordinación entre las fuerzas de seguridad; recuérdese que reiteró varias veces: un solo dispositivo y tres cuerpos policiales. Ya supimos que la Guardia Civil prestó un papelito con un borrador de plan y la Policía Nacional ni eso. Supimos que antes de su nombramiento como coordinador –cuestión sobre la que todavía hay que hablar mucho-, Pérez de los Cobos ejercía ya como tal. Supimos que la magistrada entregó a los tres cuerpos de seguridad la parte dispositiva de su auto de 27 de septiembre, comentada por ella misma a todos los responsables policiales, y no se hacía mención como hacía falta de la función de coordinación de Pérez de los Cobos. Supimos que se redactó, como mínimo, una nueva parte dispositiva del referido auto y que la magistrada exhortó a los presentes a actuar con "paciencia, contención y garantizando la paz social", cosa que callaron, entiendo que con mala fe, siempre y bajo juramento, todos los representantes ministeriales.

 

Llamativo, a mi parecer, fue que, un par de veces, Trapero quiso sacar unas notas; Marchena solo le dejó referirse a ellas, sin poder leerlas. Las notas, manuscritas, figuraban en los márgenes del mencionado auto judicial. ¿Por qué estas anotaciones –y otra documentación- no obran en la causa, lo que hubiera ocurrido si la investigación hubiera sido de buena fe?

Sencillamente por dos razones: la mala fe, dado que los investigadores, como todos nosotros y los agentes políticos de aquí y de allí, sabían perfectamente que no hubo ninguna rebelión/sedición. Ahora bien, si a pesar de las afirmaciones del general Gozalo, se llevó a cabo mucha inteligencia de base por parte de su gente desde 2014, ¿cómo es que de eso no tenían ni idea?

Los únicos papeles personales relevantes de los que se ha hecho mención son la famosa Moleskine de Jové –el segundo de Junqueras en Economía y también imputado en el juzgado de instrucción nº 13 de Barcelona- y un powerpoint intitulado Enfocats, y en ninguna figura ningún acto de toma violenta del poder, por cierto. Si los Mossos eran el brazo armado, ¿cómo no figura ningún registro de papeles personales o reservados que manifiesten su disposición a dar cobertura, por la fuerza si hubiera hecho falta, a la secesión?

Es más: el evidente malestar de los Mossos que la cúpula del cuerpo ha mostrado en sus declaraciones respecto de la deriva política del Govern, ¿dónde está referida? ¿Dónde estaba la inteligencia? ¿Cómo, si el malestar era tan grande, que, como rotundamente sentenció el mayor, la cúpula policial no hubiera permitido ni cambios en la estructura del cuerpo por parte del nuevo conseller, Forn, ni los Mossos hubieran aceptado ninguna orden de apartarse del camino de la legalidad?

¿Cómo es que ninguna inteligencia percibió que Puigdemont, como antes Forn, había expresado con claridad a los Mossos que hicieran lo que tuvieran que hacer, y que no dieron ninguna instrucción para apartarse de las órdenes judiciales? ¿Dónde estaba la inteligencia? ¿O sí estuvo, pero se ha quedado callada? ¿Mala fe o incompetencia? Es sumamente extraño que las diversas antenas de las inteligencias españolas no detectaran estas circunstancias ni que, observadas, no hicieran los preceptivos informes. Excepto que la observación silenciada fuera parte de un plan superior. De todos modos, tampoco hay que ser muy exigentes con quien no encontró ni una urna.

Esta ausencia, como el negativo de una foto, manifiesta con radiate luminosidad que, digan lo que digan los papeles ad hoc que obran en la causa, un hecho poco discutible: nadie con facultades mentales normales pensó que el procés constituía una rebelión/sedición. Nadie. La construcción a posteriori vuelve a abrazar humo. Y sabemos, como escribió Jerome Kern y nos transmitieron Los Cinco Latinos o los Platers, que el humo ciega los ojos, los tuyos y los de todos.

Cercanías

1) Analistas, juristas, politólogos y políticos en general tendrían ya que haber extraído una consecuencia de la declaración del mayor Trapero que, salvo error u omisión, no he visto todavía: hacer una revolución no teniendo a favor los mayores y vertebradores cuerpos es prácticamente imposible. Ampliar la base también podría ser eso.

2) El fiscal Zaragoza reitera otra vez, al referirse al president Puigdemont (nunca, si la memoria no me falla, mencionado por su nombre) como prófugo rebelde, hay que recordarle que la calificación es incorrecta. No puede ser un prófugo rebelde quien ve desestimadas dos euroórdenes en su contra; por cierto, nunca recurridas por la fiscalía. Cosas. Más bien sería un abandonado judicial. Más cosas.