De la Política. En mayúsculas. Parece que, cuando menos una vez al año, los políticos hacen de políticos. Todo partiendo de sus legítimas aspiraciones programáticas llegan a puntos de convergencia, mediante el consenso, para facilitar la vida a los ciudadanos y hacer realidad, en la medida de lo posible, sus proyectos de vida. No son palabras grandilocuentes; son palabras que reflejan una trabajada conducta de nuestros electos que se acercan a la deseable gobernanza.

Por una parte tendremos presupuestos para el ejercicio de 2022. Los tendremos a tiempo. Tendremos los presupuestos a los tres niveles: estatal, de comunidad y local. Curiosamente, en los tres pactos que han propiciar los presupuestos se repiten los protagonistas, más, claro está, los del estado.

Por una parte, se han roto los bloques: los nacionalistas de todo tipo, es decir, los razonables, no los del extremo centro, han puesto por anticipado la viabilidad de los proyectos para los próximos años, teniendo en cuenta que sin el impulso extra, el boost, de los fondos europeos, no habría relanzamiento de una economía que, sin haber salido de una crisis, ha caído de lleno en la bien profunda de la pandemia.

Visto desde la óptica del derecho fundamental del ciudadano al buen gobierno, pocos nacionalismos razonables puede haber más razonables que el de hacer, si no fácil, como mínimo posible, la vida de los votantes y contribuyentes. Manifiestan en sus respectivas parroquias que saben hacer las cosas bien y que son de fiar. En cambio, los partidos de centro, extremo o no, demuestran que aparte de insultar y de decir no a todo, no saben gobernar, que se enroscan en sus riñas internas y que poco más que golpes de teatro pro domo suda (en beneficio propio) saben o pueden hacer. [NB: una otro día explicaré por qué digo partidos de "extremo" centro].

Seguro que se pueden hacer presupuestos mejores. Seguro. La cuestión no es esta. La cuestión es si se pueden hacer otros presupuestos mejores consensuados entre fuerzas, las que frecuentan posiciones radicalmente opuestas.

La cuestión, al fin y al cabo, es si estos presupuestos abren la puerta a una esperanza para salir de las crisis. Avisto una respuesta positiva. Veremos, y en buena parte depende de nosotros, los ciudadanos, con cuanta profundidad.

Para decirlo en términos aceptables para el independentismo. El mientras tanto —mientras tanto se trabaja por la independencia y mientras tanto los que tildan los que gestionan el mientras tanto de traidores, o incluso, todavía peor, de autonomistas—, el mientras tanto, digo, demuestra, que se sabe gobernar. Y que en una marco institucional radicalmente diferente al actual, hay capital político solvente. No es poca cosa.

El otro aspecto en el que el consenso, partiendo de puntos de vista ideológicos y de partida eran diametral y beligerantemente confrontados, ha sido el de la reforma de la reforma laboral pepera. Esta reforma, que se hizo sin consenso, con el aplauso de las patronales y con el premio del TC para uno de sus principales inspiradores, como todas las reformas de calado no se pueden derogar, es decir, dejar a cero. Aunque se restablecieran las normas derogadas por esta. El paso del tiempo, ocho años, ha creado todo un enjambre de nuevas situaciones jurídicas, nuevas expectativas y nuevos mecanismos que no son ni fácil ni convenientemente de borrar sin más en la práctica.

Por eso parece esencial que en materia laboral se hayan revertido, como mínimo dos aspectos esenciales. Por una parte, la superación de la temporalidad, muchas veces en insoportable fraude de ley y la negociación colectiva, proscribiendo los convenios de empresa. Se ha mantenido en este convenios de empresa lo que hace al horario y a la conciliación familiar, lo que no parece absurdo si está bien guiado. Por otra parte se ha mantenido la indemnización de 33 días, en lugar de 45, por año trabajado en casos de despido improcedente. No parecía tampoco un aspecto homologable con la normativa de los socios europeos.

Esta reforma de la reforma ha demostrado músculo negociador y ha revalorizado el papel de los sindicatos, demasiados golpes seguidistas, demasiadas veces más preocupadas por los que tienen trabajo que por los que la buscan o no tienen. Las patronales, de las cuales se ha descolgado Foment, no de buen grado, haciendo de tripas corazón, han aceptado cosas que hacía pocas fechas decían que eran irrenunciables e innegociables.

Con estas dos herramientas esenciales, en el 2022 y siguientes, se presiente un muy favorable horizonte de oportunidades. Si se consigue doblar la pandemia, especialmente con menos críticas caviar y de salón, nos espera un próximo futuro, que hacía tiempo no se nos presentaba. Pas mal, dicen los franceses.

Consenso. Política. Gobernanza. Esperanza. Y feliz Navidad. Seguimos.