Esta pregunta nada retórica me viene en la cabeza visto el irrealismo mágico con el que nuestros políticos creen que hacen política de altura. Unos, con lemas, más propios de un equipo que se juega el descenso de categoría; otros, con gestos torpes, que a la fuerza serán intencionadamente mal interpretados hasta la náusea para demonizar a sus emisores; un tercer grupo, en segunda línea, que ponen en marcha campañas de desprestigio contra científicos que osan desafiar los dogmas oficiales —en ciencia, sin disidencia, todavía el sol estaría girando en torno a nosotros—, por lo visto, van viendo que los hechos corroboran sus predicciones. Y un cierto fracaso, de la ciencia más o menos oficial, tanto la administrativa como la académica, que no supo comprender que el coronavirus iba de verdad. Sólo lo vio, en nuestra casa, el presidente del Mobile, John Hoffman, que fue blanco de iras, chanzas y menosprecio —me incluyo.

O sea que para empezar y seguir y mantenerlo, todos y todas, políticos de aquí y de allí, científicos y legos opinadores, a cerrar el pico y a trabajar, dejando de lado partidismos de campanario. Ni la Covid-19 mantendrá la unidad de España ni traerá la independencia. De las banderas no se conoce ningún remedio contra las enfermedades, sino que al contrario, mal utilizadas, tienen en su triste haber las mayores causas de muerte. Sería bueno que el virus este nos hiciera recuperar el juicio, muy especialmente a los que creen que un disidente es un terrorista en potencia o, en el mejor de los casos, alguien que sólo quiere desestabilizar, ya que de verdad —Trento marca mucho— sólo hay una, la suya.

Lo que nos tiene que motivar a todas y a todos es evitar que el pico inminente de la enfermedad sea un Everest inescalable y dure tiempo y tiempo. Hay que evitar eso a toda costa. Por eso la demanda no puede ser otra que los líderes despierten, compitan y adopten las medidas firmes, razonables, por duras que sean, y empecemos todos juntos a enderezar esta situación.

El reto, a estas alturas, es allanar el pico. Allanar el pico supondrá salvaguardar los que nos tienen que salvar: el personal sanitario de todo tipo, desde médicos, enfermeras, técnicos de todo tipo, conductores de ambulancias, proveedores de material sanitario y de medicamentos necesarios en este desafío... Y evitar disputas de prima donna, que alguna ya hemos visto. Machos o hembras alfa tampoco son ningún tipo de remedio a la pandemia actual.

Es el momento de los líderes: personas que saben de verdad qué tienen entre manos, que saben tomar decisiones en el momento oportuno después de escuchar y sin miedo a recibir críticas, que saben rodearse de los mejores y saben encontrar los recursos, si hace falta, bajo las piedras.

Después, ineludiblemente, nos preguntaremos cuál era el estado de nuestro sistema nacional de salud antes de la pandemia, porque era este estado el que era y quien ha sacado provecho a costa de la salud pública. Eso no lo tenemos que olvidar. Pero antes tenemos que sobrevivir y no hacernos daño.

Y quedaos en casa sin excusas. Para hacer las cosas mal siempre hay excusas. Para hacerlas bien, no hay: se hacen y listos.