Tal día como hoy del año 1396, hace 629 años, en los bosques de la villa de Foixà (entonces condado de Empúries y, actualmente, comarca del Baix Empordà); moría en extrañas circunstancias el rey Juan I de Catalunya-Aragón. Unos años antes (1380-1381) aquel paraje había sido objeto de una cruenta disputa entre el barón feudal local, Bernat Alemany d'Orriols y el conde dependiente Juan I de Empúries. Finalmente, aquel conflicto fue resuelto por el rey Pedro III (el padre y antecesor de Juan I) que sentenció a favor del barón local que, reveladoramente, era pariente de la, en aquel momento, esposa del monarca, Sibila de Fortià. El conde ampurdanés no aceptó aquella resolución y se alzó en armas, pero fue derrotado y el condado de Empúries fue reintegrado al patrimonio de la familia real.
Con la muerte de Pedro III y la coronación de Juan I (1387), el nuevo rey devolvió el condado a Juan de Empúries. El hijo del difunto y el ampurdanés formaban parte del sector aristocrático de la corte, que odiaba profundamente a Sibila —la última esposa de Pedro III— miembro de la pequeña nobleza del país secularmente enfrentada a los poderosos de su estamento. Sin embargo, poco después, el restaurado conde de Empúries sería acusado de participar en una gran conspiración urdida desde los dominios del Imperio angloaquitano que pretendía situar a Mateo de Foix (cuñado del rey Juan I) al trono de Barcelona. Joan de Empúries, que había sido una de las personalidades más influyentes del país (diputado protector y president de la Generalitat) acabaría encarcelado y muerto, en extrañas circunstancias.
Cuando se produjo la misteriosa muerte del rey Juan I, en los bosques de Foixà, se dijo que había sido a causa de una caída del caballo. Pero la sombra de las sospechas se proyectaría sobre el conde Juan I de Empúries, en aquel momento encarcelado, y sobre sus hijos, Juan y Pedro. En el espacio de tiempo de tan solo cinco años después de la muerte del rey Juan I, morirían el conde de Empúries (mazmorras del castillo de Castellví de Rosanes, 1398) y sus dos hijos, de forma consecutiva (enfermedades, 1401). La muerte del rey Juan I se resolvería con la coronación de su hermano pequeño Martí I, que sería el último Bellónida. Y la muerte del conde ampurdanés y de sus hijos se resolvería con el reintegro definitivo del condado al patrimonio de la familia real.