Días convulsos y juego de ataques y réplicas entre los únicos que podemos asegurar un gobierno fuerte independentista. Haríamos bien en hacer un buen análisis si queremos encontrar una buena solución.

Primero. Convertirse en un estado es la única solución para garantizar el progreso económico y social del país. Los famosos 16.000 millones anuales del déficit fiscal ahora se verán superados por el inminente incremento de impuestos, tasas y peajes, que ya se ha enviado a la UE, y que puede representar unos 15.000 millones adicionales, o sea, unos 2.000 euros anuales por cada ciudadano catalán (8.000 € por familia de cuatro). Esperar 10-20 años será un desastre para las tres generaciones actuales: para los jubilados, que, como en Grecia, se empobrecerán gravemente; para la clase media, que acabará de desaparecer, y para los jóvenes, que no verán futuro. Nos lo jugamos todo desde hace tiempo, por eso tenemos prisa.

Segundo. La ciudadanía de Catalunya ha entendido que este problema hay que resolverlo y ya en 2017 votó mayoritariamente a la independencia y ahora lo ha ratificado el 14 de febrero con un 52% de votos. Los políticos estamos obligados a responder a las mayorías y, por lo tanto, DEBEMOS hacer la independencia, no sólo defenderla con la palabra. Tenemos el mandato, tenemos que pasar a los hechos, y no hacerlo sería traicionar a los votantes.

¿Rectificará Pere Aragonès y hará un gobierno independentista fuerte? Si no es así, y vamos a elecciones, la ciudadanía tendrá que decidir si quiere continuar la independencia con hechos o si sigue pensando que podemos dejarlo para dentro de 10-20 años, o si se inhibe y deja que el PSC vuelva a gobernar Catalunya

Tercero. En las elecciones del 14-F había tres propuestas independentistas. La de ERC de negociar con el Estado en la famosa mesa de diálogo. La de Junts que pedía prepararnos para la confrontación con el Estado y hacer efectiva la DUI, y la de la CUP de hacer un nuevo embate democrático con un referéndum en el 2025. Los resultados han sido claros: 45% a favor de la primera, 43% de la segunda y 12% la tercera. Ninguna opción es mayoritaria, el liderazgo lo tiene que tener ERC y es necesario que se entienda con Junts con el apoyo de la CUP. Este es el mandato.

Cuarto. Desde Junts hemos aceptado de mala gana sentarnos a negociar con el Estado con un máximo de 2 años, pero hemos exigido que en paralelo nos preparemos para la confrontación, para que si falla la mesa de diálogo (incluso Aragonès en el debate de investidura fallido reconoció que era muy probable), tengamos lista una estrategia de unidad de los tres partidos y las principales entidades independentistas para hacer efectiva la DUI del 27 de octubre del 2017. Eso, además, permitiría que durante los dos próximos años de post-Covid y de fondos NGEU prioricemos economía y protección social, mientras en paralelo preparamos el embate democrático que Junts y CUP proponemos.

Quinto. Un gobierno de ERC con apoyo de los comunes, con el PSOE gobernando el Estado y los comunes en Barcelona, implica de facto que el tripartito gobierne las máximas instituciones, y en ningún caso implica una hoja de ruta independentista. Esta es la situación que nos proponen, y la decisión final en Junts la tienen los afiliados, pero por lo que observo, de ningún modo votarán a favor de dar los cuatro votos que hacen falta para la investidura de Pere Aragonès. El independentismo hace años que nos pide unidad, no división, pero no a cambio de renunciar a la independencia, al contrario, cada vez tiene más apoyo el independentismo y por eso no podemos votar un gobierno que no será de ningún modo independentista de facto.

Sexto. Dudo de que haya elecciones. A última hora, para evitar elecciones y salvar España de los que queremos hacer efectivo el mandato del 1 de octubre, estoy convencido de que el PSC o incluso Ciudadanos (si vamos a elecciones, todo apunta a que desaparecerán) darán los cuatro votos que faltan si Pere Aragonès no rectifica. ¿Rectificará y hará un gobierno independentista fuerte? Si no es así, y vamos a elecciones, la ciudadanía tendrá que decidir si quiere continuar la independencia con hechos o si sigue pensando que podemos dejarlo para dentro de 10-20 años, o si se inhibe y deja que el PSC vuelva a gobernar Catalunya. Podemos quejarnos tanto como queramos, pero estas son las tres opciones que habrá si vamos a elecciones, y como siempre, lo que decidan los ciudadanos es lo que tendremos que respetar los políticos.