Hasta no hace mucho, las grandes empresas globales eran las heroínas del capitalismo moderno, las grandes creadoras de los gustos y de las modas. Ahora tienen mala prensa. La escasa transparencia fiscal y su estrategia de diversificación a través de las deslocalizaciones las han puesto en el punto de mira tanto de las autoridades europeas y el Ecofin, como de Estados Unidos y Gran Bretaña, que buscan una mayor actividad interna en sus economías. El momento actual de las multinacionales no es nada fácil.

Hasta no hace mucho, las grandes empresas globales eran las heroínas del capitalismo moderno

El último Consejo de ministros europeos de Economía y Finanzas (Ecofin) acordó frenar e impedir la "elusión" o evasión fiscal basada en las disparidades fiscales existentes entre miembros de la Unión Europea y terceros países. Laguna que permite técnicas como que una casa madre pueda, por ejemplo, hacer facturar con precios de transferencia súper hinchados a filiales situadas en plazas "atractivas” y así aumentar los beneficios.

Lo curioso de esta historia es cuándo se empezó a abordar el problema, que fue antes de que se hinchase la burbuja populista y Pierre Moscovici, comisario europeo de Asuntos Económicos, vinculara estas malas prácticas con la "patata caliente" de los campeones nacionales.

La mayoría de los países, no sólo los de la UE, desean que empresas propias controlen los sectores estratégicos claves y, si pueden, ampliar su radio de acción fuera. Esas empresas son los campeones nacionales, que se beneficiaban de un tratamiento fiscal e industrial favorable. Pero el principio de competencia que se instauró en la Comunidad y en la Unión Europea buscó frenar la discriminación hacia otras empresas foráneas que trabajaban en la misma o similar actividad. Y como ya no se podían aplicar ayudas públicas, los gobiernos empezaron a aceptar que pagaran menos impuestos en otros países para que mantuvieran su musculatura. Así empezó todo.

La mayoría de los países, no sólo los de la UE, desean que empresas propias controlen los sectores estratégicos claves y, si pueden, ampliar su radio de acción fuera

El resto fue consecuencia de la deslocalización que comenzó en los años 70. El proceso es siempre el mismo. Se empieza por trasladar la actividad industrial a otro país, pero no se tarda mucho tiempo en globalizar el resto de las actividades de la compañía offshore, desde las financieras hasta las fiscales. Y así se ha llegado a una situación que, ante el descontento popular, hay que atajar.

La paradoja es que se busca frenar las multinacionales cuando se están retirando. Según "The Economist", estas compañías siguen siendo muy fuertes: emplean sólo uno de cada 50 trabajadores del mundo. Pero coordinan las cadenas de suministro que suponen más del 50% del comercio y representan un tercio de los mercados de valores mundiales.

Pero, al mismo tiempo, son muy vulnerables. En los últimos cinco años los beneficios de las multinacionales han disminuido en un 25%. Sus participaciones en los beneficios globales han caído del 35% hace una década al 30% ahora. Muchas sienten que su alcance global se ha convertido en una carga.

En los últimos cinco años los beneficios de las multinacionales han disminuido en un 25%

Y es aquí donde aparecen Donald Trump y Theresa May. El titular de la Casa Blanca les advierte que si no trabajan en suelo americano se exponen a aranceles muy elevados. En Londres, la nueva inquilina del 10 de Downing Street ha hecho un llamamiento a los empresarios pidiéndoles "asegurar el crecimiento de todas las comunidades locales", advirtiéndoles que regresa la "política industrial".

Ante tal confrontación, los suizos rechazaron el 11 de febrero en referéndum cambiar el sistema fiscal de que se benefician las multinacionales, que gozan de un estatuto especial que les permite pagar unos impuestos que oscilan entre el 7,8% y el 12%. Y eso aun cuando, según sus detractores, perjudica a los ciudadanos porque el contribuyente deberá pagar lo dejado de recaudar por las grandes firmas.

¿Cómo acabará todo? ¿A lo Trump, a lo Brexit, a lo Ecofin o a la suiza? Estamos a comienzos de una larga historia.