Los temores ligados a la llegada de los robots hasta las empresas y lugares de trabajo siguen vivos, pero parecen más débiles en 2018. La carrera entre los hombres y las máquinas proseguirá, pero probablemente más lenta de lo inicialmente anunciado, si bien el éxito de las aplicaciones de la inteligencia artificial (IA) en la navegación aérea durante 2017 y las presiones competitivas de China mantendrán vivo el pulso.

Todo el mundo recordará el estremecimiento que produjo en 2013 la estimación de Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne, investigadores de la Universidad de Oxford, según la cual el 47% de los empleos en Estados Unidos estaban en riesgo de automatización. Pues bien, la evolución reciente no ha confirmado esos gritos de alarma. La economía norteamericana se encuentra en situación de pleno empleo y el paro en la zona euro ha bajado al 7,3%, tras retroceder en un año en 1,56 millones de personas.

Para el economista Barry Eichengreen, "ho hay evidencia" de que el progreso tecnológico esté destruyendo empleo. De hecho, la productividad sigue estancada desde 2005. Un informe reciente de la consultora McKinsey evoca un porcentaje máximo del 30% de reemplazabilidad de aquí a 2030, en función de la velocidad de adaptación de las tecnologías. 

No es azar si la mayor parte de las innovaciones de lo numérico y de la IA conciernen a los transportes

Pues bien, según la misma consultora, lo que es técnicamente posible es solo un factor para determinar a qué velocidad se adopta la nueva tecnología. Para los investigadores de McKinsey, otros ingredientes a considerar incluyen la economía, los mercados laborales, las actitudes sociales y las regulaciones. Es decir que la "destrucción creativa" descrita por Schumpeter "no se decidirá tan solo por lo que es técnicamente posible, que es en lo que los tecnólogos tienden a centrarse", según James Manyika, director del instituto. Solo el 5% de los trabajos puede ser completamente automatizado en último término. El impacto a corto plazo será más bien transformar el trabajo que eliminar empleos.

Al mismo tiempo, hoy en día es el aumento de la presencia de una IA en software y máquinas cada vez más inteligentes lo que despierta preocupación... y admiración. El trabajo de rutina en fábricas y oficinas, como el funcionamiento de maquinaria básica o la contabilidad son ciertamente más vulnerables a la automatización.

Pero a su vez, la noticia de que en 2017 cerca de 4.000 millones de personas han tomado 27.000 aviones de línea para realizar 37 millones de vuelos sin que se produjera un solo accidente mortal ha provocado una maravillosa sensación de alivio y confianza general. Según los expertos, "no es azar si la mayor parte de las innovaciones de lo numérico y de la IA conciernen a los transportes". La IA ha superado así un test de prueba con la máxima nota y parece lógico que demande mayores campos de acción.

Por su parte, China apuesta de una manera inequívoca por la IA de cara convertirse en el país predominante y guía mundial hacia 2030, dejando atrás a Estados Unidos, lo que provocará una dura carrera por alcanzar su liderazgo. De modo que, en suma, si bien de cara al futuro los trabajadores están sometidos a presión, también en el campo de los robots se observa un estrés bastante acusado.