Imaginemos un hipotético escenario que sólo es una suposición en un lugar supuesto y con personajes supuestos. El protagonista sería un altísimo representante de un estado que ahora mismo ya no tendría el cargo hereditario que ostentó durante cuarenta años. Lo llamaremos A. Se trataría de una persona que durante estas cuatro décadas fue considerado por sus súbditos como un ejemplo. Ayudó mucho, claro, el aparato de propaganda que todo estado debe tener y que lo presentó como alguien sin el cual aquel estado nunca habría llegado a ser lo que es ahora es. Que, parece ser, es mucho. Aunque dentro de las fronteras internas hay opiniones para todos los gustos. Pero a la vez a A también lo vendieron como una persona familiar, próxima, simpática... aquello que le llamaríamos un ejemplo mundial de campechanismo. Concretamente del llamado "campechanismo constitucional".

La cuestión es que A se habría visto afectado por las consecuencias de una guerra interna entre el Estado del cual él fue el empleado más destacado y otro empleado de rango muy inferior pero que habría trabajado en el lado más oscuro de todos los lados oscuros que todos los estados tienen. Lo denominaremos V. V era un servidor que se habría excedido en sus funciones y, para salvar su inmensa fortuna personal y su poder no menor conseguido trabajando en las cloacas pero también para sí mismo, habría acabado haciendo chantaje al propio Estado, que se habría defendido enviándolo a prisión. Una vez allí, V se habría vengado aireando los trapos sucios de diversas personalidades, sobre todo de A. Y habría tantos trapos y serían tan sucios que A habría tenido que abdicar para salvar la institución.

Pero una vez A ya estaba fuera de circulación y con su hijo ocupando su silla, V no se habría detenido y habría seguido destapando escándalos. Tantos, que en poco tiempo la imagen de A habría pasado de ser familiar, próxima y simpática a transformarse en la de un señor corrupto, sin ningún escrúpulo, enfermo por obtener dinero a cualquier precio y con una vida personal, familiar y moral que no sería precisamente un ejemplo para sus súbditos. La mierda llegaba cada vez más cerca de la puerta de la institución y el Estado decidió, que, aparte de abdicar, A se tenía que ir de su hipotético país. Para intentar salvar la parte constitucional de su campechanismo. Pero A seguía siendo un problema. Mientras estuviera vivo lo sería. Y aquí viene la parte más hipotética de la hipótesis planteada.

¿Y si A se contagiara de coronavirus? En caso de existir un personaje como él, por edad formaría parte de la población de riesgo. Por lo tanto no sería muy anormal enfermar. Y como las vacunas todavía están viniendo, vaya usted a saber qué sucedería con la salud de A si la cosa se complicara. Podríamos llegar, incluso, a un trágico desenlace. Imagine la cantidad de problemas que se ahorraría el Estado si eso sucediera. Piense en los beneficios que significaría la desaparición de A a causa de una desdichada enfermedad, comparándolos con la situación actual. Se acabara el chantaje de V, la institución respiraría aliviada y podría empezar a elaborar una verdadera operación "Salvád al soldado F", donde F sería el hijo de A, ahora ya sí sin ningún lastre.

Y supongamos que eso hubiera estado a punto de suceder y que la reacción del Estado hubiera sido salir con una velocidad nunca vista a decir que todo estaba en orden. Una velocidad desmentidora que nunca habíamos visto cuándo las informaciones tenían relación con millones de euros despistados, cosa que probaría que, efectivamente, todo aquello era cierto. Porque si no lo fuera, habrían salido a negarlo con la misma velocidad que ahora han salido cuando la cosa iba de salud.

Ahora bien, todo eso es una suposición, eh...