Hemos hecho todo lo que nos ha dicho. Y más. Fíjese en que en la frutería llegamos a servirnos las mandarinas con bolsas de plástico en las manos porque se habían acabado los guantes y posteriormente las desinfectamos en casa -una por una- con gel, justo después de -prácticamente- quemar la ropa que llevábamos puesta. Por si acaso. Y después había aquellos que iban por el mundo rociando cosas. Incluso el ejército "desinfectó" Mercabarna. Y después hubo aquel listillo que nos ofreció un momento glorioso en el metro de Bilbao.

Pero los expertos (ojo, no un servidor que no tiene ni idea sino los que saben) dicen que todo esto es una inmensa pérdida de tiempo y de dinero y que lo que hace falta desinfectar es el aire. En espacios cerrados. Que en los abiertos las cosas ya se airean solas.

Pronto hará dos años de todo y seguimos fatal. Llevamos seis oleadas (SEIS) y la atención primaria sigue siendo un caos, que mire que han tenido tiempo de dotarla de medios. Tenemos la sensación que las administraciones siguen improvisando sin saber ni donde van ni de donde vienen. Y seguimos sin una ley de pandemias. Y cada país decide unas cosas que, no necesariamente, tienen relación con las que decide el país del lado. I Israel ya va por la 4.ª dosis. Y nos tememos que este será nuestro futuro. Mientras, medio mundo no es que no vaya por la primera, no, es que van por la dosis menos treinta y cuatro. Y hemos descubierto que el virus es tan mal parido como listo y aprovecha los lugares donde no hay vacunas para mutar y hacerse más fuerte en los lugares donde sí que hay.

La variante ómicron resulta que al final es menos grave de lo que se creía, pero es cuando conocemos a más gente que se contagia. Aparecen positivos de debajo de las piedras y a nuestro alrededor van cayendo como moscas. Y entonces nos lo explican y lo entendemos: es menos agresiva, sí, pero contamina a más personas y cuanta más gente contagiada, más riesgo de saturar las urgencias. Por cantidad, no por gravedad. Porque, claro, no hemos invertido ni en urgencias ni en preparar personal para que las atiendan y hay riesgo de colapso. Ya, ya, lo sé, en dos años no creas un médico porque la magia es cosa de Harry Potter y del Mag Lari, pero es que no han ni sembrado la semilla. ¿Y en la capital de España, qué?... ¡Huy en la Capital! Imagínese como va la cosa que en el Real Madrid hay tantos jugadores contagiados que han fichado a Florentino como falso delantero centro. Pero las cifras oficiales son de pssse, tampoco hay pa tanto. Y, ¿sabe por qué? Porque si te encuentras mal te dicen que te quedes en casa. Y como nadie te hace ninguna prueba, no constas como infectado. 

Y ahora otra vez mascarilla por la calle. Los expertos dijeron al principio que sí, que era una gran medida, y yo me lo creí y lo defendí. Ahora dicen que no sirve de nada, pero volvemos a las andadas. Como medida de concienciación. ¿Y ahora yo qué hostias defiendo? ¿Mascarilla sí o no por la calle? ¡Y yo que sé! Por cierto, ¿quién nos la hará poner? ¿Drones adiestrados?

La semana pasada la situación era muy complicada. Y el domingo Pedro Sánchez convocó una reunión urgente... para hoy, tres días después. De Speedy González al Correcaminos Sánchez. ¡Bip, bip! Y si sospechamos que este resfriado fuerte que tenemos es el virus y vamos a la farmacia, resulta que no hay test. ¡Se han acabado! En la del lado casa el lunes despacharon mil en cinco horas y ya son el papel de WC de esta ola. ¿Entonces qué hacemos, nos quedamos en casa por si acaso? ¿Y si eres contacto estrecho de un infectado y estás vacunado, qué, haces cuarentena o no? Pues depende. Ayer sí, pero hoy ya no. Mañana vaya usted a saber. O como este colega en lo que han citado para hacerse una PCR por contacto estrecho justo el día antes de dejar de estar confinado. Sí, porque cuando le sucedió tocava confinarse.

Y ahora propuesta de toque de queda de una a seis. Una vez más los que entienden dicen que no sirve para nada. ¿Y quien lo hará cumplir? Pero si el Departamento de Interior tuvo que devolver 23 mil multas del primer estado de alarma por valor de cuatro millones de euros. ¿Y los ERTOS? Pues vamos yendo, sí, però pal barranco. El 75% de los afectados por un Expediente de Regulación Temporal todavía esperan que Hacienda les diga algo de la reclamación que hicieron sobre su declaración de la Renta porque los datos dados por el SEPE eran incorrectos. Por lo tanto, no han cobrado. Ni un céntimo. Y ya hace seis meses. Quizás les harán desinfectar el IRPF con una mascarilla en un espacio cerrado al 50% mientras les hacen una PCR con forma de mandarina durante el toque de queda. En sexta dosis.