Alfonso Guerra, sí. Pero también Juan Carlos Rodríguez Ibarra, José Luís Corcuera, Joaquín Leguina o Pepito Bono. Gente que tuvieron muy importantes responsabilidades en el PSOE de las mayorías absolutas. De aquel PSOE que gobernó durante 24 años y que dejó España que no la conoció ni la madre que la partió, como dijo Guerra en una de aquellas famosas frases suyas que pasarán a la historia de la humanidad. Básicamente por el nivel intelectual que destilan.

Guerra, populista profesional cuando el populismo no estaba de moda. Quien en los mítines gritaba que él era de "los descamisados" y que resultó que tenía un hermano (Juan) que se compraba camisas con nuestro dinero. Y con su vista gorda (la de Alfonso).

Alfonso Guerra González ha llamado nazi al president Quim Torra. Y no una vez sino dos. Nazi. O sea, asesino y genocida. Y curiosamente, a continuación no ha ido a presentar ninguna denuncia para que sea detenido urgentemente y se evite un nuevo holocausto. Posiblemente ha sufrido una rampa. Guerra. En la neurona.

Sí, sí, lo ha dicho aquel Alfonso Guerra que iba de intelectual, que había fundado una librería en Sevilla y que la había bautizado usando el nombre de Antonio Machado y que nos explicaba su especial sensibilidad por Gustav Mahler. Ha sido exactamente aquel.

Y diciendo eso, Alfonso Guerra nos ha mostrado que aparte de populista y farsante es un miserable trozo de carne con ojos. Y no es un insulto sino una descripción valorativa. Porque, que esto que ha dicho Guerra lo diga alguien con pocas luces a las 3 de la madrugada y en un bar donde ha entrado a las 11 de la mañana y se ha bebido hasta el agua de la cisterna del inodoro, pues mire. Pero Guerra, el culto y sensible Alfonso Guerra, sabe perfectamente qué es el nazismo. Y sabe sus consecuencias. Y si no las sabe, ahora mismo le pago un viaje a Mauthausen-Gusen para que se dé una vuelta a ver si espabila.

Pero, claro, aquel Guerra que se creyó ser alguien, añora no ser protagonista, como un Cristiano Ronaldo cualquiera. Cosas de la adolescencia mental. Pero Guerra es bastante listo como para saber que si excreta una barbaridad saldrá en los medios. Y sólo de pensar que al día siguiente alguien hablará de él, ya se le hace un bultito en el pantaloncito. Mire usted, cada uno tiene sus parafilias, ¿verdad?

Pero es que no es sólo Guerra. Ayer mismo fue Rodríguez Ibarra quien dijo que le preocupa más el independentismo que lo que ha robado el PP. Otro crac planetario. Y otros días aparecen personajes como Corcuera, Leguina o Pepito Bono buscando sus dos minutos de miseria moral. VOX pasado por la derecha. Del PSOE al VOXOE de las viejas glorias que necesitan protagonismo. Demagogia, populismo, arroz pasado y una vida triste unidos para poder explicar a los niños qué es la sordidez.

Es el circo con el elefante sin dientes, el presentador con la americana de lentejuelas que está apedazada, el payaso alcoholizado y el equilibrista con vértigo crónico. Este es el panorama en la habitación de los trastos de la residencia de irás pero no volverás. ¿Qué penita, verdad, acabar así?