VOX no ha llegado para quedarse, no. VOX ya estaba. VOX era el ADN del PP de José Maria Aznar, el hombre capaz de expresar más rencor sólo con la mirada y antes de abrir la boca.

Santiago Abascal, "ese chico tan majo y tan sanote", se hizo del PP con 18 años y el año 1999, con 23, debutó como concejal en Laudio. Estuvo dos legislaturas. Hijo del presidente comarcal del partido y nieto del último alcalde franquista de Amurrio, después fue apoderado en las Juntas Generales de Araba, presidente de las Nuevas Generaciones del PP en Euskadi, diputado del PP en el Parlamento Vasco, miembro de la Junta Nacional del partido, director de la Agencia de Protección de Datos de la Comunidad de Madrid que presidía Esperanza Aguirre y presidente de la Fundación para el Mecenazgo y Patrocinio Social, que tenía dos trabajadores (él y otra persona) y que el año 2013 recibió una subvención del gobierno Aguirre de 183.600€, 82.491 de los cuales eran el sueldo de Abascal.

Todo esto y alguna cosita más hasta que el año 2013 se fue de su partido de toda la vida porque consideraba que Mariano Rajoy era un pflojo. Ahora, siete años después, el PP ve con desesperación cómo se le marchan sus propios votos y ha decidido que tiene que refusionarse con su clon. Que tiene que volver a abrazarse con su propia alma, la que se le marchó del cuerpo cuando la gran mentira del 11-M envió el aznarismo a los "desiertos remotos" y a las "montañas lejanas". Una vez Ciudadanos ya no es rival porque ha hecho (o le han hecho) un UPyD, el PP ha desnudado su estrategia a medio plazo. La llamaremos "El efecto Iturgaiz, plan Aznar en siete días".

Casado ha repetido en Euskadi lo mismo que hizo Aznar con Josep Piqué en Catalunya: destrozar en cinco minutos el trabajo de picar piedra pacientemente para construir, entonces un catalanismo, ahora un vasquismo moderado y homologable. Al PP capital Madrit (más concepto que nunca) le chupa un pie Catalunya y el País Vasco. Al el PP capital Madrit le importa Madrit. Y en Madrit vuelven a mandar los talibanes. Por lo tanto Alfonso Alonso, como antes Josep Piqué, era una molestia regional que ensuciaba la esencia del "Casado y cierra España". Y además Alonso era sorayista... (¡no me diga más, caballero!).

Y ahora resulta que la solución para el futuro de Euskadi es un señor que ya fracasó al pasado. Carlos Iturgaiz, la Cayetana de Santurtzi. Otro paracaidista enviado por Madrit, sí, pero él al menos habla el Idioma del país por el cual se presenta y sabe situar San Mamés en el mapa. Y si no, tanto da porque él es sólo el mensaje que envían a la España vacía: "¡Volved, volved al redil, que el Mesías ha regresado! ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor Aznar! ¡Huid de VOX, que VOX somos nosotros!

Y para ir haciendo boca, el tal Iturgaiz va diciendo que en España hay un "gobierno fasciocomunista". Que, como idea de proyecto político no está nada mal. Sobre todo porque de comunista no mucho, pero del concepto de la otra parte de la frase, creo que puede regalarnos tesis doctorales.