La muerte de la expresión y del concepto mayoría silenciosa a manos de la realidad de los últimos resultados electorales. La factura de los muchos millones de euros gastados en la campaña unionista por parte de muchas empresas que viven gracias al sector público estatal y que ahora querrán cobrarse el favor (mutuamente). El aumento de la participación que ha hecho aparecer todavía más voto indepe. La constatación por parte del unionismo que ni vertiendo todo lo que han vertido en estas elecciones han conseguido sumar más que el independentismo. El argumento de la independencia judicial, que está muy bien, pero quien ha judicializado el debate político ha sido el Gobierno presentando querellas a través de la Fiscalía General del Estado que han derivado en lo que han derivado y han tenido las consecuencias que han tenido... O directamente convirtiendo el Constitucional en una cámara que tumba cualquier ley y sin control de ningún tipo...

Son solo algunos de los temas de los cuales ahora podrían estar hablando los medios españoles. Pero no. Allí interesa mucho Tabàrnia, una primera cortina de humo creada para no tener que reconocer la derrota y tener que hacer autocrítica. Y también gusta mucho distraer a los chiquillos discutiendo sobre la posibilidad de que la no presencia de los diputados encarcelados o en el exilio abra las puertas a una alternativa. Concretamente unionista. Pero es que a los ideólogos de la cosa, que seguramente son de letras puras, alguien debería decirles que no existe ninguna posibilidad de  suma unionista. Ni siquiera para escoger al presidente o presidenta de la Cámara. QUE NO, QUE EL NO NO SUMA. NI SUMARÁ. Es imposible y, además, no puede ser.

Si la mayoría indepe ha obtenido en las urnas 70 diputados repartidos entre Junts per Catalunya, Esquerra y la CUP, pues la mayoría indepe tiene 70 diputados. Y como la mayoría absoluta en un Parlament de 135 diputados es de 68 escaños, NUNCA será posible otra mayoría.

Otra cuestión es lo que dictaminen los letrados del Parlament a la hora de interpretar el reglamento, pero si finalmente los electos ausentes no pueden acreditarse como diputados, la lista corre. Y punto. Como corre cuando los diputados ocupan cargos en el Govern o en cualquier otro lugar y abandonan el hemiciclo. O como cuando un diputado electo es elegido conseller y se decide que renuncie al acta, por ejemplo, para no tener que estar pendiente de estar presente en todas las votaciones. O sea, si Joaquim Forn, para poner un ejemplo, no puede adquirir la condición de diputado, entra el siguiente de la lista de Junts per Catalunya por BCN. Y a la espera de lo que decida próximamente el juez, puede volver a ser conseller, o director general, o secretario general, o lo que fuera.

Pero no, no estamos hablando de ninguno de los temas con los que iniciaba esta pieza, sino de los cebos mediáticos que nos va lanzando el unionismo sin descanso. Y eso indica: 1) la potencia de sus altavoces; 2) que no nos creemos a nosotros mismos, y 3) que saben mucho. Y nosotros, tan dados a la autocrítica, también tendríamos que hacer.

A ver si somos capaces de invertir la tendencia.